AMLO: el extraño caso de una araña que quedó atrapada en su telaraña: Carlos Ramírez

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Un poco porque parece que sigue en campaña, otro porque no quiere dejar hilos sueltos y otro más porque está siendo empujado por sus aliados, el caso es que el presidente electo López Obrador quedó atrapado en la telaraña de las consultas y de las agendas de los intereses de la élite desplazada del poder.

Arrinconado por Carmen Aristegui, López Obrador aceptó someter a consulta ciudadana irregular (no legal porque no cumple con las exigencias del artículo 35 constitucional, fracción VIII, numeral 5) tres temas: su alianza con los dueños de las tres principales televisoras, la guardia nacional y la persecución penal contra ex presidentes de la república.

Sin embargo, quedó atrapado en su propia telaraña. Hay dos formas de trampas de las cuales no se salen: la saducea en que metieron a Jesucristo y la Trampa 22 del escritor Joseph Heller en 1961. La primera fue una pregunta que le hicieron al hijo de Dios: una viuda que tuvo ocho maridos, ¿con cuál se quedará cuando llegue la Resurrección? Y la de Heller es más divertida: un piloto de guerra para maniobras extremas no quiso seguir peleando y se declaró loco, pero en el hospital le dijeron que no tenía salida: si lo declaraban loco, tendría que regresar a volar porque solo los locos volaban; y si lo declaraban cuerdo, tendría que regresar a volar porque carecía de impedimentos.

Así quedó López Obrador: sea cual sea la respuesta a las tres preguntas, quedará mal; escoger entre sus aliados anti medios y los dueños de medios que fueron antes “soldados del PRI y soldados del presidente”, sin dejar contento a ninguno; dar marcha atrás o mantener la Guardia Nacional como eje de su estrategia de seguridad cuando el anuncio de la consulta fortaleció a los opositores nacionales e internacionales a la estrategia; y perseguir a expresidentes y enfrentar a sus temibles estructuras de poder o perdonarlos y con ello fortalecerlos para seguir minando al nuevo presidente.

Hábil en el escapismo político, el problema hoy de López Obrador radica en su condición de presidente en acto por el repliegue del presidente emérito Peña Nieto y todo lo que haga o no haga generará efectos sociales, económicos y políticos. La crisis económica –caída de la Bolsa y alza en el dólar– por la iniciativa de bajar comisiones a bancos y de regulación de minas rompió el equilibrio macroeconómico.

El punto de partida de la crisis de credibilidad, confianza y gobernabilidad de López Obrador comenzó con la consulta irregular sobre el aeropuerto de Texcoco, la decisión de transformar Santa Lucía en la nueva sede a pesar de las advertencias de aerolíneas y organismos reguladores de la aviación internacional y las pérdidas multimillonarias por lo adelantado de la obra. Si persiste la determinación de Santa Lucía, lo más probable es que no haya nuevo aeropuerto por las objeciones internacionales, decida fortalecer el actual en Ciudad de México con todas sus restricciones y trasladar el nuevo aeropuerto al próximo sexenio.

Si uno de los misterios de la naturaleza radica en saber por qué las arañas no quedan atrapadas en su propia telaraña, el de la política radica en indagar por qué algunos políticos cometen errores estratégicos a sabiendas que las repercusiones serán contrarias. Las respuestas de López Obrador a los tres temas candentes fueron las de un candidato y nolas de un presidente ejerciendo el poder. Si hace la consulta, malo; si no la hace, malo; y cualquiera que sea el resultado, será negativo para sus alianzas y programas de gobierno.

La curva del aprendizaje de las razones y sinrazones del poder será lenta en López Obrador por su afán de abarcar la totalidad de la política. Esa curva funciona en relación de dos variables: tiempo de resultados a las iniciativas y éxitos/fracasos. Si para López Obrador y sus seguidores fue un éxito la consulta sobre el aeropuerto de Texcoco a pesar de sus irregularidades y engaños, para el ambiente social, político y de negocios resultó desastroso y dejó malas señales en los mercados y los climas sociales.

Como el proyecto de gobierno de López Obrador no implica una ruptura de actual sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional priísta, entonces sus espacios de movilidad tendrán que ser sistémicos; sin embargo, sus aliados lo han llevado a confrontarse con el sistema vigente cuyos equilibrios indispensables para López Obrador dependen de nuevos acuerdos y no mayores conflictos.

Al final, la persecución de expresidentes seria una ruptura de sistema/régimen/Estado y no se ve que López Obrador y Morena estén preparados para las consecuencias desestabilizadoras, sobre todo por querer suplir la actual estructura de poder sin tener una nueva definida. Lo paradójico será prometer mantener las cosas igual para recuperar estabilidad, cuando ganó para cambiarlas.

Política para dummies: La política es el arte de la dominación del otro, pero también puede el error de dominarse a sí mismo.

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@carlosramirezh