Apenas habían transcurrido unos días desde que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell dijera que una de las razones por las que la tasa de mortalidad en México es extremadamente alta se debe a enfermedades derivadas del consumo de alimentos chatarra: obesidad, hipertensión, diabetes.
[Esta nueva posición del funcionario era una forma de decir. “Nosotros el gobierno federal, no tenemos la culpa de la mortandad por Covid 19; la tienen ustedes mismos por consumir estos productos…” Y esto a la vista del muy creciente número de personas contagiadas en México, y por la alta tasa de mortalidad (11.5 en México; 4.5 en el mundo) que ha puesto a nuestro país en alerta rojo en todo el planeta.]
Fue el sábado 18 de julio, en Berriozábal, Chiapas, cuando López-Gatell se manifestó en este sentido:
“¿Para qué necesitamos veneno embotellado de los refrescos? ¿Para qué necesitamos comer donas, pastelitos y papistas, que además traen la alimentación tóxica y la contaminación ambiental como los plásticos que acaban en los riachuelos…?… Dijo, y en adelante insistiría en este argumento para justificar la muy mala gestión suya para solucionar el contagio y la mortalidad en México.
Luego: apenas habían transcurrido unos días, de la gira del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador por Oaxaca el 23 de julio, cuando de pronto, como de la chistera, ocurre lo insospechado.
Esto es que en una actitud de obediencia y abyección, la fracción de Morena en la Cámara de Diputados inició el procedimiento para aprobar una iniciativa de la diputada local –Xoxocotlán- Magaly López Domínguez, por la cual se modificaría el artículo 20 bis de la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes con el fin de “prohibir vender, regalar, distribuir o promocionar productos no saludables a menores de edad”.
Esto de los “productos no saludables” se refiere a ‘las bebidas azucaradas y los alimentos envasados de alto contenido calórico.’ Y que la prohibición aplicará para negocios y escuelas públicas y privadas de educación básica y media superior, en las cuales también se prohibirá la existencia de “distribuidores automáticos o máquinas expendedoras”.
Así que como de la chistera, esta iniciativa fue tomada a finales de julio por el grupo parlamentario de Morena “como una solución para reducir el número de menores con diabetes o hipertensión.”
Esto es: se aprobó el 5 de agosto la iniciativa (y, por tanto, es Ley en el momento de su publicación en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Oaxaca.) diez y ocho días después de lo dicho por López-Gatell y a doce días de la llegada del presidente a Oaxaca.
Es cierto que la población de México –como en casi todo el mundo- está expuesta a un tipo de golosinas o alimentos que tienen muy altos contenidos de substancias químicas, sal, azucares y harinas que son perjudiciales para la salud. No sólo los niños, aunque estos por su edad y por su etapa de crecimiento son más vulnerables a estos productos.
Es cierto que se necesita cuidar a los pequeños de todo el país, para evitar problemas de sanidad que posteriormente les produzcan alteraciones y riesgos extremos como ocurre en estos días a muchos, aunque no necesariamente tiene que ver con el extremo número de contagios y decesos.
Ya se ha dicho hasta el cansancio la manera tan irregular, contradictoria y falta de sensibilidad humana como se ha manejado la epidemia en el nivel federal. Y esto es extremadamente grave.
Pero no es un asunto sólo de salud lo que vimos en esta aprobación de la mayoría de legisladores oaxaqueños. Si vimos la falta de respeto a sí mismos como poder autónomo dentro de los poderes que integran al sistema político mexicano. Independencia que tiene que ver con la tarea que corresponde a cada uno en favor de los ciudadanos y no en razón a su interés de partido o federal.
Ya hemos visto la forma extremadamente solícita del gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa con el presidente de México. Ya hemos visto cómo predominan en sus decisiones, su interés personal y de garantía de futuro sin problemas, a los intereses de los oaxaqueños. ¿Acaso muchos en Oaxaca piensan lo contrario en este apartado de soberanía estatal y de gobierno?
Y a un tronido de anular con pulgar, la fracción de Morena hace lo mismo. Obedece y calla. Está ahí la garantía del futuro político de cada uno de los integrantes-diputados, está ahí el interés de sus grupos políticos, está ahí el interés de los protectores de cada uno de ellos, aspirantes a más en la política nacional o estatal…
Esta vez la diputada Magaly López Domínguez fue la punta de lanza. Está bien. Y está bien que se proteja la salud de los niños de Oaxaca –en este caso-. Pero no está bien que esto no obedezca a la buena salud de los niños sino a lo que podrían ser intereses políticos, a la sumisión y al aplaudirse porque se consiguió quedar bien con quien se quiere quedar bien, y no sólo son los niños oaxaqueños.
Por lo demás sí: Que no consuman los pequeños estos productos, pero también debe llevarse a cabo una campaña de concientización de los padres de familia para hacerlos entender el riesgo de estos géneros en la salud de todos.
Prohibirlos, como el caso de la manzana del deseo, sólo producirá lo contrario; prohibir sin más, no es legislar porque falta un programa de estímulo a la alimentación sana con trabajo para muchos padres y salarios justos para llevar a la casa comida sana y sustento sano.
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