Alianzas político-electorales constituyen un avance para la democracia del país: AE

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Las alianzas electorales que han dado triunfos en las recientes elecciones, “no son perversas o virtuosas por sí mismas, esto depende de las circunstancias concretas en las que se realicen, hay casos claramente pertinentes y otros no; las últimas alianzas electorales en México son un avance para la democracia del país, ya que los cacicazgos locales del PRI aún campean en algunas entidades del país”, consideró el Subsecretario en Políticas Públicas del Gobierno del Distrito Federal, Alberto Esteva.

 

Invitado por la Asociación Nacional de Estudiantes de Ciencia Política y Administración Pública del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Esteva, reconoció que a partir de su planteamiento “para algunos, estas alianzas son una suerte de engendros contra natura y para otros, se trata de la mejor medida política tomada en los últimos años”.

No obstante, agregó, “las alianzas hoy en día representan el recurso de accesibilidad al poder utilizado en todos los países democráticos, incluyendo el nuestro, en esas democracias las alianzas tienen un fin común de gobierno o forman parte de una estrategia política específica”.

Luego de hacer un recuento histórico de los países latinos e hispanos que han utilizado las alianzas electorales para acceder al poder, Alberto Esteva, comentó que en el caso de México –después de la unión  de partidos de izquierda para formar un solo frente y las alianzas electorales entre ellos- “posponen algunos de sus principios e ideología particulares para lograr un objetivo común que está en un nivel de interés más alto, que rebasa los intereses inmediatos de estas organizaciones políticas”.

En el caso de las recientes alianzas por los gobiernos estatales de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, se daba la circunstancia que en esas entidades el PRI había estado siempre en el poder y nunca se había dado la alternancia, explicó.

Consideró que al salir el PRI de los Pinos se presentó un reacomodo del manejo político en el gobierno federal y al interior del partido tricolor, de manera que “los gobernadores incrementaron significativamente su poder, dado que prácticamente no hay poder que los pueda acotar”.

En ese marco, dijo, de por sí existían poderes de corte caciquil en varias entidades, por ejemplo, en Oaxaca –estado con graves problemas de pobreza y marginación social- los poderes priistas locales se caracterizaban por su autoritarismo y corrupción; lo cual hace crisis en el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos  de Oaxaca del año 2006.

Señaló que frente a esa circunstancia –de un poder instalado bajo la fuerza y la brutalidad más primitiva- se presentó la alternativa de conformar una alianza que pudiese –por la vía electoral- sacar del poder al PRI, “de esta manera se conformó la Coalición “Unidos por la Paz y el Progreso”, conformada por los partidos PAN-PRD-PT-Convergencia y encabezada por Gabino Cue Monteagudo y que triunfó con el 50.1% de los votos frente al 41.9% de los priistas”.

Ante estudiantes y académicos del ITAM, advirtió que “sí las elecciones no funcionan como una herramienta para el cambio de poderes en una entidad donde los poderes locales se enquistan con esquemas de autoritarismo extremo, se abren horizontes de violencia y desestabilización social muy riesgosos para la entidad y para el país”.

Oaxaca vive ahora una etapa de cambio, de reconciliación, de apertura, con una situación de legitimidad política muy alta. Situación muy distinta a la que se hubiese presentado si el PRI continuase en la gubernatura, agregó el ex diputado federal por esa entidad.

Al expresar que situaciones similares se vivieron en entidades como Puebla,  Sinaloa, Guerreo y Baja California Sur,  Alberto Esteva afirmó que en los cinco casos se logra hacer un cambio cualitativo en la conformación política de las entidades, “se abrió un panorama nuevo, pese a que para algunos sólo es un reciclaje de cuadros políticos, en realidad se da una ruptura con la continuidad de las estructuras de poder locales y –bajo una legitimidad y apoyos nuevos- se sientan las bases para cambios significativos”.

Mencionó los casos de Guerrero, en donde el 30 de enero Ángel Aguirre Rivero de la Alianza “Guerrero nos Une” superó las expectativas alcanzando el 55.92% de la votación y en Baja California Sur, Marcos Covarrubias, nominado por el PAN-PRS  ganó con el 40.35% de los votos.

 

Por otra parte, recordó también otras alianzas de partidos tradicionalmente opositores “tal sería el caso de las elecciones del 2005 en Alemania, donde los dos partidos fuertes: el Partido Socialdemócrata (SPD) y la Unión Demócrata Cristiana (CDU), compitieron electoralmente para elegir al canciller, el resultado fue casi un empate –con 1% de diferencia a favor de la coalición CDU/CSU ( Unión Cristiano Social)- y luego de unas semanas de negociaciones optaron por hacer una gran alianza y nombraron como canciller a Ángela Merker”.

La situación crítica que enfrentaba Alemania era una difícil situación económica, con alto desempleo y la necesidad de mantener su papel de “locomotora de Europa”. De aquí que si se hubiesen mantenido cada partido por su lado, no hubiesen contado con la fuerza suficiente en el Congreso para hacer las modificaciones requeridas. De manera que la alianza le ha permitido a ese país recuperar su equilibrio económico y retomar su liderazgo europeo, expuso.

Añadió que las circunstancias de alianzas “entre contrarios” puede llegar a niveles insospechados, “sencillamente habría que recordar que en la China de los años treinta se enfrentaban militarmente las tropas del gobierno encabezado por Chiang Kai-shek y las guerrillas comunistas de Mao Tse Tung. En 1937 Japón inicia una invasión en gran escala sobre territorio chino que puso en una situación difícil a esa nación; esto motivó que se lograra hacer una tregua y colaboración entre Chiang Kai-shek y Mao Tse Tung para enfrentar a los japoneses, porque, finalmente, si éstos triunfaban no había territorio que disputar”.

La guerra quedó medio empantanada durante la década de los cuarenta y con la derrota japonesa a manos Norteamericanas, en 1945, salieron de China; luego de lo cual reanudaron su lucha los nacionalistas y los comunistas chinos, con la victoria final de Mao. Es notable que la alianza se dio no entre dos partidos, sino entre dos ejércitos que peleaban por el poder, sin embargo, claramente había una amenaza mayor, la japonesa, precisó.

Al participar en el Primer Ciclo de Mesas de Análisis y Debate “Alianzas electorales: una postura crítica hacia la Transición Democrática”, manifestó que la razón de los éxitos en 2010 y 2011 de estas coaliciones es el hartazgo de los ciudadanos hacia los gobiernos priistas, sin embargo también el electorado “vota por mantener viva la esperanza de cambio y mejoramiento social, en un país agobiado históricamente por las desigualdades”.