Las cifras respecto al delito de abuso sexual infantil son preocupantes en el país, lo mismo que en Oaxaca; han sido públicos los casos en que las víctimas son abusadas por su parientes, o peor aún por sus padres o tutores; la población debe estar alerta ante el delito, que además de causar severo daño físico implica secuelas psicológicas nocivas para la víctima e incluso un menor victimado de esta manera, pudiera replicar el delito, alertó la Subprocuradora para la Atención de Delitos contra la Mujer por razón de Género, Iliana Hernández Gómez.
De acuerdo a la Subprocuraduría, en el 2011 se iniciaron 30 averiguaciones previas en donde el indiciado en los hechos es el padre o el padrastro, en un caso más se trata del abuelo
De estos, 19 fueron por abuso sexual, esto implica cualquier actividad sexual entre dos o más personas sin consentimiento de una de ellas; 9 fueron por violación, es decir, contacto sexual con cualquier persona que no puede o no quiere dar consentimiento voluntario; y 3 por violación equiparada.
La figura jurídica del delito de violación equiparada significa que la víctima es una persona menor de 12 años, o aunque sea mayor se halle sin sentido, o por cualquier causa no tenga capacidad para comprender o posibilidad para resistir la conducta del sujeto activo del delito.
La funcionaria agregó que en el 2012, hasta el 16 de mayo, la Subprocuraduría ha iniciado 7 averiguaciones previas en donde el indiciado es el padre o padrastro; uno, donde es el abuelo y tíos; de estos casos, cuatro fueron por abuso sexual y tres por violación, de estos últimos en dos hubo embarazo.
La titular de la Subprocuraduría para la Atención de Delitos contra la Mujer por razón de Género, estableció que se considera abuso cualquier tipo de penetración, roces o caricias de órganos genitales en contra de la voluntad de la víctima. También se incluye el tocamiento de los órganos genitales del abusador, pero no siempre tiene que haber contacto físico.
El abuso, explicó, puede ir desde que alguien exija que le observes desnudo, que le mires mientras se toca sus genitales o mantiene relaciones sexuales con otra u otras personas, que te obligue a ver películas o atender conversaciones de contenido sexual, que te pida que poses desnudo, con el fin de excitarse u obtener placer sexual.
DENUNCIAS TARDÍAS
A su vez, la Psicóloga del área de seguimiento de la dependencia, Liliana Morales Castellanos, expuso que lamentablemente muchos casos son denunciados cuando la víctima ha sido largamente vulnerada, es decir, hasta que llega a una edad en donde es capaz de denunciar y exigir sus derechos, sin embargo cabe destacar que este delito, agravado cuando se trata de menores, prescribe a los cinco años del hecho.
Por ello es importante hacer la denuncia a tiempo y de esta manera evitar mayores daños a la víctima, puntualizó.
En los casos de violencia sexual suele suceder, indicó, que los niños no rompen el silencio por temor a destruir el lazo familiar, pretenden pese a los hechos, salvar ese vínculo afectivo.
El abuso sexual en niños, niñas y jóvenes es difícil de detectar, dada la variedad de indicadores que presenta y el hecho de que la mayoría de las personas no conoce cuáles son estos indicadores, y no presta al niño o joven suficiente atención como para notar que algo lo está afectando.
Generalmente las personas piensan que si un niño, niña o joven se comporta diferente, esto se debe a que está tratando de ser independiente, o que se ha vuelto rebelde, o simplemente que está “pasando por la adolescencia”. Un cambio en la conducta no significa necesariamente que la persona sea víctima de abuso, pero los cambios significativos en diferentes áreas del comportamiento, deber ser explorados como un posible indicador que requiere especial atención.
INDICADORES DE AFECTACIÒN
Pueden existir indicadores físicos que muestran que un niño, niña o un o una adolescente ha sido víctima de abuso sexual, tales como: Infecciones recurrentes en el tracto urinario; enfermedades de transmisión sexual; ropa interior inexplicablemente manchada o rota; sangrados alrededor de la boca, el ano o la vagina (también fisuras).
Asimismo: aumento general de trastornos somáticos tales como: dolores de estómago, cabeza, etc.; regurgitación o vómito de alimentos (especialmente si el ofensor ha introducido su pene en la boca del niño, niña o del o la adolescente); tono de voz o lenguaje propio de un niño o niña más pequeño; dolor en el área de la vagina, el pene o el ano; mojarse en la cama (enuresis); y ensuciarse en la ropa (encopresis).
En los niños y niñas, los indicadores pueden ser: dejar de comer o comer demasiado; problemas al dormir; pesadillas muy frecuentes; llanto o lamentos sin razón aparente; temor hacia los adultos en general; comportamiento más tímido de lo normal; comportamiento más dependiente de los padres de lo usual; hiperactividad; incapacidad de concentrar la atención en algo por mucho tiempo; o comportamiento regresivo, propio de un niño o niña de menos edad.
Algunos de los indicadores anteriores se aplican también a los y las adolescentes, además de los siguientes: mantenerse aislado (a) de los demás; evitar llegar a casa; evadir a una persona en especial o querer estar a solas con esa persona en particular; malas relaciones con compañeros (as) de clase y amigos (as); mala auto-imagen, hablar de sí mismo (a) en forma despectiva; con problemas de higiene o arreglo personal, usar algunas veces doble ropa interior; baja autoestima, dificultad para aceptar un cumplido; rendimiento académico demasiado bajo de lo usual; ausentismo en la escuela, vagancia; consumo de alcohol o drogas.