“La República es un despojo; y su fuerza no es más que el poder de algunos ciudadanos y la licencia de todos”. Montesquieu.
La visita del presidente López Obrador a Washington fue calificada por sus fanáticos como un hecho histórico, solo faltó que los líderes y legisladores de Morena propusieran la construcción de un monumento binacional frente al muro para conmemorar la reunión de trabajo año con año.
Los discursos del mandatario mexicano expresados en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca tuvieron como característica el elogio y reconocimiento exagerado al presidente Trump, expresados en un entorno a modo en el que las imágenes y las palabras se pueden interpretar de varias formas, direcciones y tendencias:
Para los militantes y dirigentes del Partido Demócrata que apoyan a Joe Biden para la presidencia de Estados Unidos, quien aventaja en las encuestas con 15 puntos de diferencia a Donald Trump, no vieron con buenos ojos la visita del presidente López Obrador a la Casa Blanca, y mucho menos la retórica sumisa de su discurso al comparar a Donald Trump con George Washington, primer presidente de los Estados Unidos entre los años 1789 y 1797, y comandante en jefe del Ejercito Continental Revolucionario en la Guerra de Independencia.
El desafortunado símil fue un evidente exceso retórico del presidente mexicano, pues simplemente habría que recordar que Donald Trump, a diferencia de George Washington, evadió el servicio militar en cinco ocasiones durante la Guerra de Vietnam, según datos de la Administración Nacional de Archivos y Registros de EE.UU., que consignan que el actual presidente obtuvo dos primeras prorrogas en 1964 y 1965, cuando era estudiante en la universidad de Fortdham, la tercera prorroga fue en 1966, y la cuarta en 1968, antes de graduarse en la Universidad de Pennsylvania; la quinta prorroga le fue otorgada después de un chequeo médico del que resultó clasificado como apto para el servicio militar, “solo en caso de emergencia nacional”, pues se quejaba de padecer un “espolón de gallo” en uno de sus pies.
Las comparaciones son desagradables pues se consideran de mal gusto; cada quien y cada uno es dueño de su tiempo y de sus actos, mismos que son imposibles de repetirlos con exactitud. Cada quien acierta o se equivoca según sus circunstancias, como lo escribió José Ortega y Gasset, en su obra cumbre “La rebelión de las masas”. Así que, el respeto histórico nos dicta reconocer que a George Washington se le considera el padre de la patria, en tanto que a Donald Trump se le considera de varias formas que nada tienen que ver con el primer presidente de Estados Unidos. Eso es una ofensa histórica y un exceso retórico lambiscón.
Las alabanzas excesivas han causado molestia, sobre todo, cuando el presidente, López Obrador agradeció la amabilidad de Trump hacia México.
Muy pronto olvidó el presidente mexicano las amenazas del Donald Trump, en el sentido de aplicar aranceles en contra de México, en caso de que no controlara el flujo de emigrantes hacia Estados Unidos; o de intentar de una u otra forma, a que México pague la construcción del muro para dividir más aun a los dos países y a las familias de ambas partes de la frontera; o el estira y afloja contra los miles de estudiantes universitarios del DACA, amenazándolos con expulsarlos a sus respectivos países, principalmente a medio millón de estudiantes mexicanos.
Lopez Obrador olvidó muy pronto los adjetivos usados por Donald Trump contra los mexicanos cuando los calificó de criminales, terroristas, ladrones y otras lindezas difíciles de olvidar.
“En vez de agravios hacia mi persona y hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.
¡Vaya perla del presidente López Obrador!
No obstante los excesos retóricos, el encuentro de los dos presidentes salió bien para sus propios y personales intereses políticos, como los de sus aplaudidores que eufóricos calificaron de histórico el mitin de la Casa Blanca, olvidando que los tiempos que se viven en Estados Unidos son electorales y el candidato republicano esta haciendo su trabajo para ganar la reelección, nada más y nada menos. Son tiempos de promesas y mentiras; tiempos de alabanzas y excesos que nadie cree.
Lo prueba el hecho de que a tres días de la visita del presidente Lopez Obrador a Washington, Donald Trump se dirigió a sus bases ofreciéndoles que el muro continua para evitar el cruce de terroristas y ladrones, y no solo eso, también prometió dar la ciudadanía a 60 mil “dreamers” de un total de 800,000 jóvenes protegidos por el programa DACA, de ellos, 500 mil son mexicanos.
¿Que ganó México con la visita a la Casa Blanca? El que ganó fue López Obrador al detener, por unos días, la caída estrepitosa de su popularidad, y, por supuesto, el presidente Trump al demostrar a sus bases quien es el que manda.
@luis_murat