Aunque el concepto político los identifica como tránsfugas, la opinión pública los asume de una manera más simpática: chapulines que brincan de un lado a otro en busca de comida; y la crítica al poder los refiere como una lacra de la política mexicana priista que se sigue revalidando en los tiempos de la 4-T.
La necesidad de sumar dos terceras partes en cada una de las cámaras para ganar el derecho de modificar la Constitución sin pactar con la oposición está llevando al presidente López Obrador a dejarle a su candidata Claudia Sheinbaum Pardo una herencia del viejo régimen priista que significan las complicidades de las corrupciones.
El exgobernador priista de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, proviene de una familia cuyo apellido es sinónimo de mafia: los Murat. Perteneciente al corral de Enrique Peña Nieto, Murat Hinojosa fue designado candidato al gobernador de por Oaxaca, a pesar de su residencia en el Estado de México. Al terminar su sexenio, un pacto en lo oscurito con el presidente López Obrador llevó al gobernador Murat a manipular la designación del candidato sucesor del PRI para que ganara el candidato de Morena. Una vez cumplida su tarea, hoy se apresta a cobrar la factura y formará parte del gabinete y del grupo del primer círculo de la candidata Sheinbaum.
El clan de los Murat debiera ser sometido a averiguaciones previas por las corruptelas desde que el presidente Echeverría en 1973 hizo diputado a José Murat Casab, cuyos servicios al régimen priista comenzaron con el control de los porros en la prepa 5 y después de los grupos clandestinos de poder en la UNAM. Uno de los grandes negocios que el grupo de los Murat ha desarrollado en Oaxaca tiene que ver con el tráfico de propiedades inmobiliarias urbanas y rurales a través del registro público de la propiedad, aprovechándose del bajo nivel social y cultural de la población que tiene casas pero sin regularizarlas.
La candidata Sheinbaum ha dejado entrever su desagrado en la forma en que tres personalidades del viejo PRI salinista-peñista abandonaron el PRI y se pasaron al espacio político de Morena, pero estarán cerca de ella aunque diga que no tienen nada seguro y que fue decisión propia; en política, las interpretaciones tienen más valor que las razones y por lo tanto Murat Hinojosa, el exgobernador mexiquense Eruviel Ávila y el delegado capitalino Adrián Rubalcava son considerados ya piezas importantes del aparato político de la candidata Sheinbaum.
El transfuguismo político fue inventado por los priistas Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y López Obrador en 1988 y fijaron el criterio de la falta de compromiso ideológico real con una corriente partidista al subordinar sus decisiones a las ambiciones de poder: Cárdenas no pudo ser candidato presidencial del PRI en 1987, Muñoz Ledo no estaba en la lista salinista de un cargo legislativo y López Obrador no iba a tener la nominación de candidato a la gubernatura de Tabasco y los tres abandonaron el PRI, aunque tuvieron el prurito político de crear un nuevo partido, el PRD hoy en camino a la disolvencia.
El discurso político del presidente López Obrador estaba obligado a poner límites muy claros en las alianzas con figuras de otras corrientes políticas contaminadas para evitar malas interpretaciones respecto a la debilidad moral-ideológica de la 4-T en asociaciones perversas sólo por el poder con figuras como las últimas de Murat Hinojosa, Avila y Rubalcava, cuyas biografías políticas deberían de ruborizar a los morenistas que se han fajado en la lucha política para cuando menos presentar la imagen de una corriente política que quisiera ser distinta a la de los partidos del viejo régimen.
Sin embargo, casos como el de Murat Hinojosa sólo confirman que los políticos de Morena son iguales a los del PRI, del PAN y del PRD poscardenista en cuanto a que asumen la política como un juego de complicidades y no como una alianza ideológica coherente. El gobernador oaxaqueño Salomón Jara tienen sus manos expedientes incriminatorios de escandalosos casos de corrupción de Murat Hinojosa y en la historia del estado quedaron grabadas las trapacerías de Murat Casab, y el clan de los Murat como parte de otros clanes que han depredado con los recursos públicos del Gobierno estatal para beneficio propio y no para la atención a una de las sociedades que tiene la mayor carga de pobreza, abandono y gasto social, pero la 4-T le dio a los Murat un certificado transexenal de impunidad.
Ahora le tocará a la candidata Sheinbaum cargar con el fardo de desprestigio de los priistas que abandonaron el PRI para seguir dentro del presupuesto hoy con la 4-T y después con quien quiera que les proporcionen protección política y negocios.
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Política para dummies: en política se juzga lo que se ve.
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