A la distancia, desde cualquier punto del planeta, a México los turistas lo conocen por Cancún, Acapulco, Vallarta, Punta Mita, por su arqueología y por su comida; en general, poco saben del país. Aunque hemos de reconocer, que a partir de los cambios económicos habidos en el mundo, permitieron, por un lado, abrir el país hacia el exterior en varios sentidos, principalmente los comerciales
Hubo que hacer cambios, sobre todo, en la concepción de un nacionalismo extremo que solo beneficiaba a unos cuantos, como suele ocurrir ahora con el cambio globalizador. El nacionalismo extremo benefició a gobiernos, empresarios y sindicatos que exprimieron a Pemex hasta quebrarlo, o como ocurrió con la CFE y Ferrocarriles de México y con el campo desapareciendo el ejido que terminó en manos de latifundistas mexicanos, chinas y coreanas; dígalo Xochimilco o Texcoco por nombrar dos ejemplos.
La economía mexicana, petrolizada al 100% desde que el presidente Lázaro Cárdenas expropió el petróleo el 18 de marzo de 1938, permitió a los gobiernos herederos de esa riqueza inmensa como fue el petróleo, gobernar sin preocupaciones; se nadaba en mares extensos de oro negro. Prever futuros ¿para qué?, solo había que administrar la abundancia y disfrutar de ella, comentaba entusiasmado el presidente López Portillo.
Al respecto, una anécdota viene al caso, cuando el gobierno mexicano de José López Portillo se encontraba en favorables condiciones políticas y económicas para replantear las relaciones con los Estados Unidos y así, poder equilibrar la balanza comercial en términos más justos y equitativos.
Fue en 1977 cuando el petróleo significó la oportunidad para negociar esa relación desequilibrada a favor del país vecino, toda vez que la producción mexicana pasó de 6,000 millones de barriles en 1976 a 72,000 millones en 1981. Sin embargo, no fue así, por el contrario, las relaciones se tornaron difíciles e incomodas. Ese mismo año de 1977, Pemex acordó con varias compañías estadounidenses contratos para abastecerlas de gas natural, por lo que el presidente López Portillo ordenó la construcción de gasoductos de 1,350 kilómetros, desde Chiapas hasta Reynosa, a efecto de conectarse con la red.
Sucedió que cuando el proyecto estaba en marcha, el presidente James Carter, ordenó cancelar los contratos, a menos que México aceptara bajar los precios. El gobierno mexicano no aceptó y decidió no venderle nada a Estados Unidos. Pero, sucedió que el diferendo no terminó con esa negativa.
Para 1979, el presidente, López Portillo, creyó que había llegado la oportunidad de desquitarse de su homologo estadounidense. Fue durante la cena oficial efectuada en la Secretaria de Relaciones Exteriores (cenas que hizo famosas el presidente Echeverría con su platillo favorito, crepas de huitlacoche), se rumora que exquisitas por cierto; cuando el presidente mexicano destacó en su mensaje que “entre vecinos permanentes y no ocasionales, el engaño o el abuso repentinos, son frutos venenosos que tarde que temprano revierte. Nada injusto prevalece sin violentar la decencia y la dignidad”.
Por su parte, James Carter, lanzó una advertencia a futuro que, en ese preciso momento y tiempo después, pocos prestaron atención, pero que se convirtió en realidad hasta el presente; los supermercados mexicanos así lo confirman con sus escaparates repletos de productos del campo estadounidense.
Con la “revolución verde”, Estados Unidos apostaba al campo en tanto México lo hacía con el petróleo. Lo de la “venganza de Moctezuma” fue más bien chiste sin gracia, chisme para los medios, pero lo de fondo, sin duda, fue la advertencia de la “revolución verde”.
El tiempo lo ha confirmado; en tanto el petróleo esta por los suelos en cuanto a precios se refiere, los alimentos producidos por el campo son una verdadera revolución mundial en todas sus variantes, tipos, clases, calidades, orgánicas o no.
Con este antecedente revelador que nos duele, pues Pemex, CFE, Ferrocarriles nacionales y el campo significan mucho para el orgullo de la nación hoy lastimado por la situación que estas instituciones guardan.
México, en efecto, enfrente una dura y difícil realidad económica, al igual que la mayor parte de los países del mundo, pero eso no nos conforma, nos importa el aquí y el ahora, y el ¿que estamos haciendo para solucionarlo?
Sabido es que uno de los rubros más sensibles de las economías mundiales lo es el turismo; la mayor parte de los países eminentemente turísticos como España, Francia, Italia, Estados Unidos y otros más, han resentido una disminución considerable de visitantes debido a dos causas principales: la economía de sus respectivos países y el miedo por la inseguridad causada por el terrorismo mundial de ISIS; y, en el caso de nuestro país, debido a las luchas internas de los cárteles de las drogas, los secuestros y asaltos violentos como los crímenes a mano armada en las calles.
De terrorismo islámico nada, por fortuna. México no es el blanco de ISIS. Territorialmente no es necesario para esa organización.
La violencia interna que México vive es diferente. Es lucha por el control del narcotráfico entre cárteles y la corrupción de las instituciones de seguridad.
Durante el periodo vacacional, Acapulco fue presa de 38 muertes violentas, pese a ello, Acapulco, Taxco e Ixtapa-Zihuatanejo recibieron la visita de 700,000 turistas que dejaron una derrama aproximada a los 2,000 millones de pesos en la Semana Santa. Pero lo que sorprende y pese a que la Secretaria de Gobernación envió al Ejército, la Marina y la Policía Federal a Guerrero, los hechos criminales se desbordaron, a pesar del discurso optimista del titular de Gobernación en ese sentido. Muchos turistas y muchos crímenes violentos sin resolver, ese es el saldo.
En turismo, es evidente que el país ha logrado avances significativos, y aunque la cifra de 23.7 millones de turistas al año es todavía una cifra modesta y el ingreso de divisas fue de 1,684 millones de dólares para enero de este año, hay que tomar en cuenta datos que nos sirvan de indicador como el ocurrido en España que en los años 60s recibía por concepto de turismo 7 millones de turistas internacionales cuando el gobierno de Francisco Franco se fijó la meta de desarrollar a España en ese rubro.
Cada año, España promovía el turismo en diferentes partes del país; de esa forma se desarrolló la Costa del Sol formada con Marbella, Torremolinos, Fuengirola, Málaga, Churriana, amén de otras partes del país. A España lo visitan cada año 47.2 millones de turistas el doble de la cantidad que recibe nuestro país. Esto es turismo.
Es pues, este rubro el que tiene presente y futuro para México al tener los recursos en abundancia, dotados de bellezas naturales magnificas, historia, riqueza antropológica, comida esplendida, hoteles majestuosos; pero, cuidado, también, playas sucias y contaminadas, falta de limpieza en las calles, pero, sobre todo, y lo que más afecta, es la violencia causada por la inseguridad la cual y a pesar de todos los recursos económicos que se le han inyectado para combatirla, esta no cede.
Los retos de México son, vencer al narcotráfico, a la violencia, a la corrupción, a la trampa, al engaño gubernamental y a las leyes a modo que benefician, como antes fue, a unos cuantos que son expertos en violarla…