Afganistán, otros 10 años de guerra

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Afganistán se ha convertido en la guerra más larga librada por las tropas estadounidenses, tras superar a la también traumática Vietnam. Al cumplirse la primera década, las cosas siguen mal para las fuerzas de ocupación, también integradas por Gran Bretaña y otras naciones de la OTAN.

 

A pesar de que en octubre de 2011 las fuerzas extranjeras prácticamente no encontraron resistencia de parte de los talibanes que gobernaban -con el apoyo de otras organizaciones de combatientes islámicos, muchos de ellos fogueados en las guerra contra las fuerzas soviéticas, que fueron derrocadas allí también después de diez años de ocupación-, en los últimos años su capacidad de acción ha ido in crescendo.

Y es que la historia señala que en Afganistán han mordido el polvo todas las potencias militares, incluyendo al gran Alejandro Magno, que no pudo conquistarlo.

Estados Unidos lanzó su “guerra contra el terrorismo” en Afganistán como castigo a los gobernantes talibanes por darle refugio a la red Al Qaeda de Osama bin Laden, a quien se acusaba de los devastadores ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2011.

Irónicamente, tanto Bin Laden como los mismos talibanes son fruto de la brutal guerra librada por los radicales islámicos en contra del gobierno comunista de Muhammad Najibullah, y posteriormente de los invasores soviéticos que intentaban sostenerlo en el poder. De 1979 a 1989, en que las tropas de la otrora superpotencia salieron derrocadas de Afganistán, Estados Unidos y las demás potencias occidentales, apoyaban con dinero armas e inteligencia a quienes eran considerados entonces “combatientes de la libertad”.

Es precisamente esa experiencia lograda contra los soviéticos y los refugios y contactos creados entonces en Pakistán; al igual que las muertes de civiles y la corrupción del gobierno instalado por las tropas extranjeras, lo que ahora fortalece a los combatientes islámicos que podrían descarrillar los planes de Obama de retirar sus tropas en el 2014, dejando un país relativamente gobernable.

El fiasco de occidente en Afganistán es otra prueba más de que el dinero, el poder militar y la alta tecnología, siguen siendo insuficientes para ganar una guerra.

Agencias