En la Roma de Justiniano el advocatus era la persona que acompañaba al demandado o al demandante ante el juez para debatir los hechos en una controversia.
No era el jurisconsulto que dilucidada el derecho sino el que, sin ser experto en derecho, acudía en auxilio.
De hecho la expresión latina que le dio origen era “Ad auxilium vocatus”: el llamado a auxiliar.
Viene a colación porque recién surgió una asociación de estudiantes de derecho de la Universidad Anáhuac de Oaxaca que lleva ese nombre y a cuya presentación amablemente fui invitado como ex alumno.
Son 28 mujeres y hombres jóvenes que fueron seleccionados, elegidos por sus autoridades universitarias.
En mi paso por la Anáhuac fui testigo del escrúpulo por las formas, por los procedimientos, por el método.
Terminé de entender que ese escrúpulo es padre de la excelencia. Una forma de obligarnos a ser felices en las aulas, pero sobre todo después de las aulas.
El primer criterio de selección para integrar Advocatus fue la excelencia académica, pero no fue el único.
El liderazgo centrado en principios, en valores bien puede ser el lema no escrito de la universidad, y ahí se condensa el talante confesional de la comunidad Anáhuac.
Es la religión entendida como un sistema de normas morales para la acción. Es ética y es moral.
Por eso las y los jóvenes advocatus debían tener también un alto sentido de responsabilidad social y una elevada conciencia cívica, que es la rebeldía del siglo XXI.
En un entorno donde se quiere sepultar el mérito; donde se repite con insistencia que una calificación es sólo un número; donde quien sobresale con base en su esfuerzo, disciplina y vocación es mirado con recelo; y donde la democratización de la función pública se confunde con la asignación indiscriminada de responsabilidades sin mayores estándares, los más preparados, los más esforzados y los más estudiosos son los nuevos rebeldes, los rebeldes de nuestro tiempo. Los líderes de acción positiva.
Hacen falta Advocatus en cada universidad, en cada escuela, en cada facultad. No sólo entre abogados. Oaxaca y México necesitan de sus arquitectos, ingenieros, médicos, contadores, politólogos, economistas, filósofos, etc.
Llegará el momento en que el mérito vuelva a ser parámetro y los advocatus deberán estar listos y listas.
Mientras hayan mujeres y hombres apasionados por el saber, esmerados en su formación profesional, con una mente insaciable y con una clara conciencia de lo que es bueno y moralmente valioso, no todo estará perdido.
¿Cuál debe ser nuestro compromiso como mentores o servidores públicos? Ser luz que alumbra pero no quema.
La juventud no está perdida, simplemente está necesitada de luz. Una luz que no muchos están dispuestos a regalar.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.