A la memoria de Carlos Miguel Salomón Fautsch y
abrazo fraternal a Carlos Salomón Cámara.
A treinta y siete años de distancia, la denuncia del columnista Manuel Buendía no fue atendida por la estructura gubernamental y social de seguridad y por eso la crisis en ese sector exhibe los conflictos de la acumulación de problemas. El columnista de Excélsiorhabía revelado que el auge del narcotráfico se debía a la protección dada a las bandas por funcionarios.
A continuación los párrafos más importantes de la columna de Buendía publicada el 14 de mayo de 1984 dos semanas antes de su asesinato para callarlo:
“El procurador general de la República y el secretario de la Defensa no deberían ignorar por más tiempo la advertencia que hicieron desde marzo los nueve obispos del Pacífico Sur, respecto al significado político que puede tener el incremento del narcotráfico en nuestro país, específicamente en los estados de Oaxaca y Chiapas.
“Tal como lo plantean –y como se desprende también de otras informaciones–, este asunto involucra la seguridad nacional.
“Los nueve dirigentes eclesiásticos coinciden con lo que saben otros observadores. Dicen que en este sucio negocio ‘existe la complicidad, directa o indirecta, de altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal’.
“Pero principalmente afirman que con el narcotráfico puede quedar comprometida la imagen exterior de México, ‘si como país, damos cabida a mafias internacionales, que van a terminar por inmiscuirse en nuestros asuntos patrios’.
“Esto, el peligro de una ‘interferencia extranjera’, es subrayado por los obispos, que no hacen más que recoger las preocupaciones de sectores sociales: ‘Tenemos el temor, no infundado, de que en México llegue a suceder lo que en otros países hermanos, donde estas redes de narcotraficantes han llegado a tener influencia política decisiva’.
“La lista de estos países en donde los narcotraficantes han tenido ‘decisiva influencia política’, incluye no solo a Italia, sino a otros cercanos a nosotros geográficamente, y ligados por una complicada urdimbre de relaciones.
“Bolivia y Colombia son dos de estos países. Colombia se halla actualmente bajo estado de sitio después del asesinato del ministerio de justicia, liquidado por la omnipotente asociación de traficantes de drogas. Nadie ignora como en esos dos países los estupefacientes y la política han ido muchas veces de la mano.
“Pero es en Estados Unidos donde se da el fenómeno más peligroso no solo para su propia sociedad sino para los países del continente, especialmente México. El contubernio de políticos y miembros del crimen organizado –que incluye el comercio clandestino de enervantes– es cosa vieja en el esquema norteamericano, y un pilar para la ampliación constante del mercado, que estimula en otros territorios, como el nuestro, la producción.
“La denuncia de los nueve obispos no parece exagerada al decir que existe para México el peligro de la interferencia extranjera en nuestros ‘asuntos patrios’ por la vía de las mafias internacionales. Más bien se quedaron cortos. Ellos debieron haber señalado que en México ya se dio el caso de que ciertos hechos políticos, en el pasado inmediato, fueran marcados por la influencia de un notorio traficante de narcóticos.
“La corrupción, que es un fenómeno esencialmente político, fue incrementada durante el sexenio pasado, en una medida de realidad incontrastable, por los intereses de ese traficante que ejerció su actividad casi a la luz pública.
“Pero se puede hablar de hechos más concretos. Por la cercanía que tuvo con el Presidente de la República, Arturo Durazo Moreno influyó en decisiones del gobierno como la represión contra supuestos enemigos, y también en algunos aspectos importantes de la información; o en la conducta de no pocos dirigentes sociales y de funcionarios que literalmente dependían de él para su provisión de enervantes o para el mantenimiento de sus equipos de ‘seguridad’.
“Dejó tan permeados los círculos oficiales Durazo Moreno, que el nuevo gobierno parece haber desistido ya de traerlo para que responda por una variedad de acusaciones penales. El miedo a su sola presencia en el país, prácticamente ha paralizado los esfuerzos para localizarlo y aprehenderlo.
(…)
“Pero con Durazo o no, la mafia internacional del narcotráfico ha incrementadoevidentemente sus actividades en México, de 1982 a la fecha. Y esto, como señalan los nueve obispos, no se puede lograr sin complicidades internas”.
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