Acuerdo antiinflacionario ¿por qué?: Joel Hernández Santiago

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Aquí también cabe la consigna de Vicente Guerrero con aquello de “La patria es primero”. Pueden haber muchas diferencias, muchos dimes y diretes, muchas acusaciones y defensas entre el gobierno de la 4-T y la Iniciativa Privada, pero al momento urge una alianza para abatir la inflación que en México casi llega al 8% y que, en estos niveles, sin duda perjudica a todos, pero sobre todo a la gente de menos recursos, a la gente pobre: al pueblo bueno.

… Al que recibe sueldos mínimos o a quienes ni siquiera reciben sueldo porque, como se sabe, se ha incrementado de forma desproporcionada la economía informal, que es decir, el autoempleo sin derechos ni beneficios sociales para la gente que vive del día a día.

Durante meses el gobierno federal desde Palacio Nacional ha acusado a los empresarios –a casi todos ellos- de abusos, de corrupción, de haberse enriquecido a costa de los pobres, de haberse beneficiado del neoliberalismo y tanto más.

Los empresarios han contestado de forma tenue en su defensa aunque lo cierto es que su desquite está por el lado de la baja inversión y la poca o nula generación de empleos. Así, gobierno e IP se han dedicado al juego de Juan Pirulero…

Pero el gobierno federal se ha dado cuenta de que con todo y que representan el modelo más acabado de neoliberalismo y de capitalismo –de ese capitalismo feroz al que acusa la 4-T de la mayoría de los males nacionales–, con todo y eso hoy más que en otro momento requiere de su colaboración, su apoyo y su gestión para abatir ese nivel de inflación, el  que como se ve irá a más si no se controla mediante mecanismos de contención de precios.

Y de pronto el presidente hace caso omiso de sus palabras y sus calificativos constantes –lo más reciente fue la lucha por la aprobación de la Reforma Eléctrica, cuando acusó a los empresarios de aprovecharse de la ley para beneficio corporativo e individual–; así que como mirando para otro lado llamó a lo más granado de la cúpula empresarial para firmar un acuerdo por el que habrán de abatir el precio de 24 productos de consumo básico en México.

Es cierto. Durante muchos años los empresarios mexicanos –no todos–, han sido beneficiados por distintos mecanismos que les favorecían para enriquecerse y para mantener control de los salarios de sus trabajadores mediante formas de complicidad que lo único que hacían era empobrecer aún más a la gente trabajadora… o bien dejarla fuera del ciclo laboral.

Las brechas económicas en México son más que evidentes. Unos cuantos súper-enriquecidos-millonarios a raudales y por otro lado una clase media dependiente y oscilante en su condición de vida y, más lejos, la gente pobre, la que no tiene solución en su economía. La opulencia de unos contrasta con la pobreza e, incluso, miseria de millones…

Pero independiente de que esto ocurre en todo el mundo con economías de mercado, aquí se ha acentuado por el alto grado de corrupción y complicidad entre gobierno y muchos empresarios.

Tampoco se trata de enfrentar a un sector que genera empleo y genera recursos para el erario público. Si se trata de regularlo. De establecer reglas de distribución de ganancias y de bienes que permitan generar un equilibrio social sin brechas insalvables, como ahora mismo. Hacer que la economía sea un beneficio para todos y no un resguardo de abusos y corruptelas.

Por cierto que también la 4-T tiene a sus aliados empresarios, a los que no toca ni con el pétalo de una reforma económica o fiscal. Tanto el señor Carlos Slim como el señor Ricardo Salinas Pliego han sido vistos con ojos de cordialidad y permisibilidad. Y ellos corresponden con apoyo y bien decir de la 4-T en sus recursos o medios. Y otros más.

En general los empresarios mexicanos –y extranjeros- se sienten despreciados por el gobierno morenista, ya federal, estatales o municipales: como orden suprema. Lo saben. Se enojan y cuchichean en secreto. Aun así han dispuesto medidas de reacción-protección, y ahí están, siempre dispuestos. Siempre a la espera de alguna señal que les permita dar un paso adelante para obtener beneficios económicos y financieros.

Así les rayen la pulcra camisa, ahí siguen, más firmes que un monumento al juego de los encantados. Deploran al gobierno de la 4-T, pero guardan silencio o compostura –en su mayoría-. Están dispuestos a “nadar de muertito” confiados en que “no hay mal que dure más de seis años”.

Así que esta vez acudieron al llamado de Palacio. Y lo hacen en tono alegre y siempre sonriente. Se saben ineludibles. Se sienten necesarios. Ellos –dicen- son la solución. Y apoyarán para mantener precios razonables a productos de consumo indispensable.

¿Cuánto tiempo durará este encuentro de colaboración? ¿Por cuánto tiempo se solucionará la confrontación que es permanente desde hace más de tres años? Por lo pronto sí. Urge solucionar el gran problema de los altos costos de los productos y mejorar los salarios. No alcanza para el sustento y para la vida familiar con decoro en muchos hogares mexicanos.

Pero también hace falta un programa económico de gobierno que lleve a solucionar la grave crisis económica del país. Que lleve a que los mexicanos produzcan lo que consumen mediante estímulos al campo, al mar, a la industria… tanto y más. Generar riqueza en donde hay riqueza y distribuir sus resultados con base en leyes justas para todos los mexicanos. No confundir caridad con políticas públicas y construir a una nación rica en su producción y entre su gente.

Los acuerdos son momentáneos. Las políticas públicas de desarrollo económico, social y de justicia son permanentes y construyen naciones y en donde todos, absolutamente todos somos necesarios, indispensables, ineludibles. Tanto para el trabajo como para el beneficio justo de nuestro trabajo. Ni más, ni menos.