Esta semana fui invitado a platicar con la sociedad de alumnos de derecho de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM sede Acatlán sobre el proceso penal.
Fue un curso diseñado y organizado por ellos mismos como actividad extra escolar que reunió a una decena de ponentes y a varios cientos de alumnos.
Hoy el estudio de la abogacía no se agota en las aulas y es un imperativo que los jóvenes (en equipo o de forma individual) recorran el camino del autodidactismo, es decir, aprender por sí mismos.
Suponiendo que los alumnos asistan a la totalidad de sus clases de todas las materias, que las materias sean impartidas por buenos profesores, y que los maestros asistan puntual y totalmente a sus clases, los nuevos abogados egresarán medianamente formados.
Y es que hay cosas que no se enseñan ni se aprenden en la escuela. Es mas, me atrevo a decir, que en las facultades se aprenden solamente los fundamentos.
Y la teoría -demostrado está – mantiene una tormentosa relación con la realidad que incluso la anula.
Por eso el joven estudiante de derecho debe asumir su parte para poder competir en un mundo darwiniano donde la cadena alimenticia sigue creciendo.
No basta con ir a clases y estudiar en casa. Hay que buscar un despacho, una fiscalía, un juzgado, un Tribunal o todos ellos de manera sucesiva para entender el derecho en su aplicación cotidiana.
Y también hay que organizarse con otros jóvenes que compartan los mismos intereses en ciclos de conferencias, foros, círculos de lectura y cualesquiera otras actividades que complementen la formación universitaria.
Hoy el estudiante de derecho no tiene tiempo que perder, ni excusas metodológicas.
La Internet ha hecho todo mucho más sencillo cuando de aprender se trata. Ahí se encuentra todo. Cualquier tema está al alcance de las manos con profusión de fuentes, autores y estilos.
Y los abogados de hoy, hemos insistido desde este espacio, deben apostar por la especialización. Elegir una rama del derecho y profundizar en ella hasta dejarla sin materia.
Como el derecho es cambiante, debe estar atento a las reformas legislativas de los cuerpos normativos, pero principalmente a la jurisprudencia que cada viernes se publica en el Semanario Judicial de la Federación producto de la interpretación e integración que de las normas jurídicas oscuras, confusas o incompletas hacen los tribunales federales.
De modo que si usted -amable lector- tiene un familiar estudiando derecho, compártale esta columna. En el futuro se lo agradecerá.
Hay cientos de miles de jóvenes en México a quienes en las facultades nadie les dice esto y caminan como autómatas por la vida universitaria, sin preguntarse qué pasará el día siguiente de la fiesta de graduación.
Para cuando ese momento llegue, el egresado deberá ser ya un abogado formado a quien sólo le falte el título y la cédula para ejercer.
Necesitamos que poco a poco nuestras escuelas de derecho se conviertan en corporativos de abogados sin título listos para ejercer con responsabilidad, capacidad y profesionalismo.
*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca