Hoy quiero mandar una felicitación a todas aquellas personas que se dedican a vender toda clase de cosas: a los vendedores de flores, a los restauranteros, a los tarjeteros, y a todos los demás que cada año nos demuestran no tener jefa por el gran negociazo que hacen con toda saña.
También, un abrazo de felicitación a los locutores que a través del micrófono se ponen a leer todo tipo de poesías cursilísimas y lacrimógenas para motivar hasta al hijo más desalmado. Con la lectura de la poesía: Soy Paquito, no haré travesuras, esperan que solo ese día, el malo se convierta en bueno.
¿Y qué me dicen de las burócratas del gobierno del estado? Pues unas de sus conquistas fue no trabajar este día y recibir copiosos regalos así como participar en la rifa de 8 autos, nuevos de paquete por parte del Gobierno del Estado. Pero por si fuera poco, a los papás trabajadores de confianza, también les dan el día libre para que le vayan a hacer piojito a aquellas cabecitas blancas que los echó al mundo.
No falta gorrón que solo hoy se hace el aparecido por la casa de su progenitora para echarse dos que tres platos de mole que con mucho trabajo preparó la mamá desde muy temprano. El hijo, merecedor de todo, ya le envió a su madre una hermosa tarjeta a través del Facebook, donde le reconoce su esfuerzo y dedicación por él, pero da la casualidad de que la madrecita de éste no sabe que existe el Facebook. Pero eso no importa, el detalle es lo que cuenta.
Hoy es el día donde resultan ganones los señores del negocio, aunque muchos dicen que las mamás son las heroínas de la historia. Son ellas las que mueven todas las cosas del mundo. Son ellas las que nos llevan por el sendero de la luz. Así dicen. Esta es la parte donde yo no entiendo porque, por fin, ¿quién es el mero chipocles este día? El tendero o la madrecita que nos trajo al mundo.
De una cosa sí estoy seguro: los hijos ponen la mamá, y los comerciantes ponen la vitrina. En realidad así es.
Todo mundo lo dice, pero hay que decirlo porque no existen otras formas de decirlo. Con respetar y querer con el corazón a la madre todos los días del año, y no hacerse el fervoroso este día con un insignificante regalo de oferta, con eso basta.
En la ciudad de Oaxaca existe un monumento a la madre que todo oaxaqueño desconoce a pesar de que ha circulado por ahí cientos de veces. A esa estatua nunca se le ha dado mantenimiento ni se le ha puesto luz ni se le ha hecho nada de nada porque a nadie le interesa. A las autoridades municipales y estatales, el monumento a la madre les importa exactamente lo mismo.
Mientras a unas mamás se les honra con regalos y hasta con autos, como lo hizo el gobernador Alejandro Murat, a las otras, a las que también trabajan en el gobierno y son las que verdaderamente sacan la chamba, jamás se les ha tomado en cuenta. Ni las pelan porque no son sindicalizadas.
Dentro de este grupo de trabajadoras de gobierno están las madres de nombramiento confianza, de contrato confianza, y de contrato contrato. Ninguna de estas señoras tienen privilegio alguno, al contrario, son las que se quedan a trabajar sin un horario establecido. Jamás se les ha invitado a desayuno ni comida ni han recibido regalos por parte del gobierno ni les han ofrecido un boleto para rifa alguna. Ellas son las madres solteras, las viudas, las que han sacado adelante a sus hijos sin el respaldo del gobernador, ni de los subsecretarios ni directores ni mandos medios. Nadie. Ellas son las madres sin muletas.
A ellas y a las verdaderas mamás que dieron su vida por sus hijos, felicidades.
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