La tarde del pasado martes 19 de mayo se filtró un audio en el cual se escucha a Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral, que entre risas, burlas y gueyes, platicaba por teléfono con Edmundo Jacobo, secretario ejecutivo del mismo instituto, a quien le comentaba su plática con un indígena y de la situación de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero y que, por cierto, le pareció cómica.
En la grabación se escucha: “A ver guey, Edmundo (Jacobo), no mames, no voy a mentir, te lo voy a decir como hablaba ese cabrón, te lo voy a decir: yo jefe gran nación chichimeca, vengo Guanajuato, yo decir a ti o diputados para nosotros o yo no permitir tus elecciones”. El funcionario finaliza su divertido dialogo con el subalterno diciendo: “o acabamos muy divertidos o acabamos con el psiquiatra de aquí, cabrón”.
Días después del incidente, el ofendido no era el indígena discriminado y motivo de la burla de Córdova, sino el ilustre funcionario que poco aprendió del fino lenguaje que debe distinguir a los que como él tuvieron la oportunidad de formarse en prestigiadas instituciones. –¿Que habría opinado Cerroni, guía ideológico y maestro de Arnaldo Córdova, padre del presidente del INE, si se hubiera enterado de los escupitajos lanzados por el hijo del fallecido profesor de la facultad de Ciencias Políticas de la UNAM en contra de un “pobre indígena”?
Eso no lo sabremos jamás y es mejor que así sea. Lo que ocurrió después ya lo sabemos, Lorenzo levantó un acta ante las autoridades competentes por ser víctima de espionaje telefónico y se armó la escandalera en los medios por el espionaje y todo lo demás que ocurre en estos casos y se diluyó el tema de la burla, como si hubiera sido la primera vez.
Hace unos días, otro caso parecido fue divulgado por el periódico Reforma y comentado por la columna de Pancho Garfias la cual tituló “¿Viste el Reformazo?”. Se trató de la entrevista que tuvo con Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, quien comia con Roberto Borge, gobernador de Quintana Roo, en el restaurante “Los Cuchilleros”, el tema, escribe Garfias, fue el ya famoso audio que todos comentan y la sucesión gubernamental en Oaxaca; la “victima”, el director de INFONAVIT que, según el columnista, era acuchillado -para estar a tono con el nombre del lugar- por los comensales ahí reunidos. Es obvio que el lenguaje usado en este último audio fue barroco, como el de Lorenzo, tal vez un poco más chispeante, más exuberante.
Y que “se espantan las moscas” al igual que cuando la “victima” fue el chavo Lorenzo. ¡Como pueden urdir tales perversidades en contra de un pre-candidato!, fue el clamor levantado por algunos, que alarmados y sorprendidos, no daban cabida a la osadía del ex-gobernador. Los columnistas que patalean, pues ya podrán imaginarse lo que han escrito al respecto.
Ante estas comicidades políticas recuerdo una plática, dictada con la maestría de un profesor que fue director dos veces de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, el nos dijo: “Los que estén dispuestos a todo, prepárense para ensuciarse de lodo, pero eso sí, cuando lleguen a su casa, antes de besar a sus seres queridos, dense un baño y después háganlo, pues ya estarán limpios de la porquería, que en ocasiones, esta carrera salpica.” Y, agregaba: “En tanto estén dentro del vientre universitario, nada les sucederá, están protegidos por esta madre que es la Universidad; ¡Ah!, pero cuidado, cuando salgan, cuando hayan terminado sus estudios, saldrán para aplicar afuera lo aprendido, pero allá, si se equivocan les costará la cabeza. Se las cortarán de verdad.”
Nunca he olvidado esa plática universitaria y gracias a ello conservo mi cabeza, pero he visto a las más erguidas caer por el corte del filo de la guillotina política.
Con lo anterior, quiero decir que la política no es una ciencia de ángeles y querubines, en ella no se encuentra lo bueno ni lo malo; solo lo positivo y lo negativo. Lo otro, lo bueno y lo malo, pertenece al reino de los cielos y se lo dejamos al Papa Francisco para que meta en orden a los Senadores y Diputados mexicanos que andan inquietos queriéndose colgar la medallita del Vaticano cuando la que les luciría mejor sería la de Lucifer; cosas legislativas, ya saben cómo son algunos, arribistas, arribistas, como si el cielo fuera su próximo cargo.
De manera que no se espanten las moscas, todavía habrá más ruido y lenguaje jocoso en la medida en que la sucesión se aproxime. Muchas sacudidas faltan, más errores se cometerán, más indiscreciones, más espionajes telefónicos; pues este juego, el de la política, es difícil y peligroso, no apto para novatos, ya que está plagado de chismes, rumores, traiciones, venganzas y crímenes, como de éxitos y de obras positivas para la nación si es que se llega a entender para qué sirve el poder.
Desafortunadamente, la mayor parte de los gobernantes nunca logran saberlo debido a su egoísmo. Bien afirmaba Sir Winston Churchill: “Cuando el gobernante deja de pensar en si mismo es cuando se convierte en estadista”, y la verdad de esa estatura pocos hay, y no se espantan con simples comentarios telefónicos como las moscas del “Cuchillero”.