¿A qué santo deberá encomendarse el panismo para levantar sus bonos en medio del cisma que viven?, ¿En qué momento sus militantes harán un alto para analizar el problema, sacudirse la soberbia, actuar con humildad y sumar en torno al objetivo que deben perseguir?… a la mitad del café saltan esas preguntas, mis acompañantes en esta hermosa y calurosa tarde guardan silencio, el cuestionamiento también es para ellos.
Aquel panismo comprometido con la causa se ha distanciado; de unos años para acá, la pugna por el poder ha enterrado los ideales y el propósito para el que fue creado tan noble proyecto de Nación, impulsado por Don Manuel Gómez Morín. Lo peor es que muchos se los advirtieron, aquí en Oaxaca por ejemplo, Don Carlos Castillo Peraza, quien luego de renunciar al partido hizo una visita vacacional a la entidad, justo en una semana de aniversario del albiazul.
“No quieran correr cuando apenas están gateando, no es urgente ganar la Presidencia de la República, que la emoción no les gane, no olviden que no se trata de obtener el poder por el poder mismo”, les dijo a los panistas tras referir los riesgos que visualizaba frente a la efervescencia que al interior despertara el candidato, Vicente Fox.
Don Manuel, Don Carlos, Don Efraín González Luna o Don Manuel J. Clouthier – Maquío-, seguramente se sentirían avergonzados al ver como se abandonaron los ideales para dar paso a las ambiciones desmedidas.
No estaban preparados para el poder y, son tan buena oposición, que lo son sobre todo entre ellos mismos. Tenía razón Don Carlos Medina Plascencia, cuando comentaba – aquí mismo en Oaxaca- que el panismo se había acostumbrado sólo a pelear en las elecciones internas, afuera, simplemente salían a la foto.
La tercera pregunta a mis interlocutores requirió de un autoanálisis, que para un expresidente y un –varias veces- consejero estatal, debe ser difícil, pues necesitan de mucha humildad para reconocer que en su momento, también abrieron las puertas del PAN para dar entrada a todo aquel que quisiera participar en política, no estuvo mal, pero, tampoco se estaba preparado para ello.
Sí, así fue ante la vorágine de éxito en los gobiernos – de Oaxaca y del País- que exigían de más cuadros y que en el PAN de familias de principios del segundo milenio no tenían, pues las tías, las hermanas, los papás, sobrinos y demás parientes, no alcanzaban ni estaban preparados para ocupar los espacios, ellos eran útiles para llenar los padrones y ganar las internas.
Los panistas de cepa resultaban demasiado grandes y ya había disfrutado de las “migajas” de poder que el PRI les cedió durante años y, los jóvenes, aún no estaban listos, no había cuadros y lo peor, es que hoy siguen sin tenerlos, porque del PAN se apoderaron aquellos que vieron en él la oportunidad de crecer política y económicamente, gente que cerró la puerta tras de sí olvidando a la verdadera militancia, a la sociedad que un día creyó en el proyecto.
Faltó “empanizar”, adoctrinar, formar en el panismo a quienes arribaron y, sin doctrina, la camiseta no se tatúa y el movimiento de almas para construir una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos, se convirtió en una compra- venta de consciencias, de votos para ganar las urnas en los procesos internos, olvidando que es con los ciudadanos con quienes se ganan las elecciones constitucionales, pero sobre todo, olvidando los principios de doctrina de Acción Nacional, sus estatutos y el legado histórico que les fue heredado.
Cito sin nombrar a mi interlocutor, porque la plática es entre amigos, en la charla de café, sin afán de ninguno de mis acompañantes por protagonizar, no es el mejor momento.
“En el gobierno de repente nos dio por andar de autoritarios y mapaches, al estilo del PRI, pero el control solo lo queremos hacia adentro, entre nosotros, ni siquiera para mantenernos en el poder, es decir, terminamos siendo un PRI chafa; luego pasamos de la natural coincidencia a la facciosa división excluyente, casi tribal, aunque nos quedamos en nuestros pleitos internos de grupitos, no llegamos ni siquiera a tribu radical ni a masa combativa, apenas a onda grupera, es decir parecemos un PRD light”.
Es cierto y tal como lo señala, en el PAN no necesitan ser ni PRI chafa, ni PRD light, no; Acción Nacional debe ser un partido fuerte, con doctrina sí, pero con técnica al servicio de la política, un instituto que no solo genere bellos discursos, sino realidades tangibles que mejoren el entorno en busca del bien común.
Lejos de serlo, hoy el blanquiazul se encuentra herido de muerte, a nivel nacional con un presidente que desatiende sus obligaciones y ocupa su posición para promoverse rumbo a la candidatura, violentando con ello sus propias reglas; con aspirantes a abanderarlo, que tratan de sanar las heridas, limpiar el nombre y unir a sus correligionarios, que en cada entidad tienen su propia guerra; con representantes estatales que han sido participes o provocadores del desaseo, de la afrenta, de la división, que sólo les cuentan lo que les conviene, que quieren volver a ocupar un espacio de poder, que buscan acomodar a su gente, a sus grupos, a sus aliados, pero no reconstruir y rescatar la esencia de Acción Nacional.
Oaxaca no es la excepción, quizá sea aquí donde más se refleja la descomposición a la que han llevado al PAN, ya no se distinguen los buenos de los malos, seguramente porque todos provienen de un mismo grupo, un grupo que se dividió precisamente por haber olvidado que en el PAN, el interés nacional está por encima de los intereses personales y de grupo; por haber tirado a la basura los pilares del humanismo político en el que se sostiene ese partido.
Hoy, en algunos casos, la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad ya ni siquiera forman parte de sus discursos, porque los desconocen y, al contrario, la barbarie, la descalificación, el vandalismo, las amenazas, el enriquecimiento inexplicable y el reprochable olvido a la sociedad – que en 1939 veía en el PAN la esperanza de un cambio- son ejercicio cotidiano de quienes usan sus siglas, para solo satisfacer sus apetitos de poder.
Este martes, luego de una vergonzosa y lastimosa elección interna, cuestionada e impugnada, sometida a caprichos personales, Luis de Guadalupe Martínez Ramírez toma el mando de ese partido, en el cual su militancia se ha entretenido en confrontarse sin aportar, en cuestionar sin conocer, en descalificar por el simple hecho de hacerlo, sin tener la evidente intención de conocer la historia y los fines por los cuales se fundó el partido que dicen amar.
Menudo paquete el que tiene Don Luis, sanar heridas, sumar y especialmente “empanizar”, no es tarea fácil, menos frente a un 2018 que ya asoma y donde, si logran acuerdos que se apeguen a lo suscrito en el 39 para beneficio de México, deberán salir unidos para apoyar a quien decidan que los represente en la contienda federal.
Un reto que no solo es de quien dirija en la entidad al panismo, no, especialmente un reto de sus militantes que deberán olvidar la “grilla” para dar paso a un ejercicio político del nivel que se requiere para lograr que Acción Nacional resurja del vergonzoso lugar donde lo ubicaron en el último proceso electoral, así sea por el bien de Oaxaca y de México.
Seguimos tomando café y observando desde aquí como a Oaxaca se le niega la posibilidad de ver un cambio real para su crecimiento y pleno desarrollo.