Ha concluido el tiempo establecido para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, y aunque ha habido algunos logros en la materia, la realidad es que en su gran mayoría y para gran parte de las personas alrededor del mundo no ha habido un avance satisfactorio.A 15 años de la Declaración del Milenio, los ocho Objetivos de Desarrollo propuestos siguen inconclusos. Lograr la erradicación de la pobreza extrema y el hambre; conseguir la enseñanza primaria universal; promover la equidad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años; mejorar la salud materna; combatir el VIH/Sida, la malaria y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, y fomentar una alianza mundial en pro del desarrollo de los pueblos, aún está lejos para muchos.
La propia ONU reconoce que actualmente, en todo el mundo, mil 200 millones de personas tienen un ingreso inferior a 1.25 dólares al día, 842 millones padecen desnutrición y casi 100 millones de niños menores de cinco años tienen deficiencia de peso y desnutrición crónica.
Diariamente, 42 mil personas son forzadas a dejar sus hogares; tan sólo a finales del año pasado, 60 millones de personas abandonaron su lugar de origen, lo que representa la cifra más alta registrada desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 780 millones de adultos y 126 millones de jóvenes no leen ni escriben, siendo el 60 por ciento mujeres; y 57 millones de niños en edad escolar no asisten a la escuela.
A nivel mundial, las mujeres perciben 24 por ciento menos remuneración que los hombres en sus trabajos. Alrededor de 7 millones de niños menores de cinco años mueren al año por causa de enfermedades fácilmente prevenibles; 16 mil mueren diariamente por ello.
Las emisiones de dióxido de carbono han aumentado en más de 50 por ciento los últimos 25 años y los recursos destinados al desarrollo siguen siendo ínfimos comparados con los recursos que se destinan al aparato militar mundial**.
¿Qué falló? ¿Por qué no se cumplieron las metas?
Avanzar en el proceso de consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y aún de otros objetivos o procesos encaminados al desarrollo, obliga a repensar la dinámica del sistema internacional actual.
No puede negarse que muchas de las limitantes al desarrollo emanan del propio sistema capitalista neoliberal porque es el mismo que genera subdesarrollo.
Los Objetivos de Desarrollo fueron creados precisamente en el contexto neoliberal; lo que no está mal per se. Lo que es cuestionable es que desde su origen los ocho objetivos fueron encumbrados en su ideología y abrazaron los valores del sistema sin cuestionar al sistema.
Es decir, los Objetivos fueron planeados como paliativos a los efectos generados o exacerbados por el propio sistema. Ninguno de los ODM, ni sus estrategias, ha cuestionado las políticas neoliberales que han conducido al injusto mapa de pobreza y desigualdad prevaleciente en el mundo.
Debe reconocerse también que aunque la Declaración del Milenio que dio origen a los ODM fue firmada por 189 países y trató de ser incluyente, en su propuesta y contenido prevaleció la voz de unos cuantos, lo que generó exclusión desde el comienzo y condicionó al resto a adoptar las prácticas dominantes de ayuda al desarrollo que claramente no han conducido a él.
Si bien entre los Objetivos pueden encontrarse demandas legítimas del Sur global, también es cierto que las prácticas de desarrollo vigentes han sido delineadas de manera horizontal desde el Norte global.
Lo que hace cuestionarnos, dicho sea de paso, al desarrollo en sí mismo. ¿Qué tipo de desarrollo encumbran los Objetivos de Desarrollo? ¿Cómo se entiende el desarrollo en la Declaración del Milenio? ¿Cómo pretende lograrse ese desarrollo?
Comúnmente, la percepción de desarrollo se ha construido en torno a cuestiones de carácter económico considerando sesgadamente al crecimiento como el más significativo de sus indicadores; y aunque en el proceso de desarrollo el ingreso puede ser una condición para satisfacer necesidades de supervivencia, también es un proceso en el que se involucran cuestiones que van más allá de la satisfacción material y que se constituyen a partir de determinados valores propios de cada sociedad.
Los ODM han hecho referencia únicamente a los aspectos materiales del desarrollo obviando lo intangible pero sumamente significativo para las personas, como la libertad, la inclusión, la justicia social, etc.
Dentro de las estrategias de desarrollo establecidas en la Declaración, el crecimiento económico y la acumulación material generadas en el mercado global figuran asimismo como las alternativas para lograr el desarrollo, olvidando que no existe receta para su conquista, y que cada sociedad tendría que definir su propio desarrollo y los mecanismos para constituirlo.
Si bien todo lo anterior no pretende demeritar los esfuerzos de la ONU, sí los hace cuestionables. No olvidemos que los ODM han sido considerados por muchos como una estrategia de desarrollo mundial que marca las directrices del desarrollo en todo el planeta.
Y ello es importante porque ahora mismo la ONU está definiendo una nueva agenda de desarrollo y nuevos objetivos dentro de ella.
La agenda post 15 y los Objetivos de Desarrollo Sustentables podrían significar el principio de otro anunciado fracaso o una oportunidad invaluable para revisar de manera crítica y con conciencia social el devenir de la humanidad, y construir alternativas viables que posibiliten detonar el urgente y necesario proceso de cambio social en el mundo. Ya veremos
* Profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Posdoctora por el Instituto de Investigaciones Económicas y Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Relaciones Internacionales por la Universidad. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores. Especialista en temas de seguridad internacional, seguridad humana y desarrollo.
** ONU, Objetivos de Desarrollo del Milenio. Informes 2013, 2014 y 2015.
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