Durante un año la 4T se encontraba atascada en las arenas movedizas de la estructura de intereses de la 3T populista y neoliberal; a pesar de todo, los objetivos asistencialistas del nuevo gobierno alcanzaban para cuando menos fijar una idea de política social. Sin embargo, los efectos del coronavirus en la economía y el modelo de desarrollo serán más destructivos en tanto no se apoye a la planta productiva y el empleo.
En todo caso, quedará la oportunidad positiva presentada por lo negativo del virus: el frenón productivo hará las veces de la fase destructiva de una revolución económica; la 3T nació de la quiebra del modelo económico porfirista; y la 3T.2 del salinismo construyó un nuevo modelo de desarrollo neoliberal a partir del caos populista de 1981-1982.
El dilema de la 4T, en consecuencia, es propiciar el cambio menos pensado –ni de sistema, ni de régimen, ni de Estado–: el de modelo de desarrollo, que a su vez fijaría la nueva correlación de fuerzas sociales, productivas y políticas que impactarían en reacomodos en la triada sistema/régimen/Estado. Si el presidente López Obrador noacepta el desafío y no enfila la 4T hacia un nuevo modelo de desarrollo, entonces quedará en una mezcla ineficiente de 3T y 3T.2: populismo neoliberal, así como el salinismo se redujo a un neoliberalismo populista.
Lo malo de no cambiar estaría en la certeza de que la crisis del coronavirus condenaría a México a seguir por la ruta del 2% promedio anual de PIB, cuando lo que necesita es 6%como en el régimen populista estabilizador 1934-1970. El reto tiene que ver con el PIB indispensable de México para crecer con posibilidades de distribución de la riqueza: 6%. Para esta meta de crecimiento se requiere de un nuevo modelo de desarrollo de mercado con Estado rector. Vietnam, que nació de la victoria comunista y quedó destrozado por la guerra, es hoy un país capitalista más productivo que México. En cambio, Cuba se sigue hundiendo en el pantano de un comunismo improductivo, pero, eso sí, llorando a Fidel Castro.
La clave de un nuevo modelo de desarrollo estaría en tres grandes decisiones: reconversión de la planta industrial, desregulación burocrática y capacitación educativa-laboral de los trabajadores sin el estorbo de los viejos sindicatos priístas dedicados a esquilar a los trabajadores vía cuotas. A su favor, el nuevo modelo de desarrollo tendría el Tratado de Comercio Libre Segunda Generación.
El viejo modelo de desarrollo no supo aprovechar la apertura comercial porque la estrategia de Salinas fue sólo liberar las fronteras comerciales, sin una modernización de la planta productiva. En un cuarto de siglo de TCL la participación mexicana en los productos de importación sigue bajando porque la industria mexicana sigue siendo ineficiente como antes, carece de los estímulos gubernamentales y el Estado no tiene una política industrial.
De ahí el desafío que le ha presentado la crisis sanitaria al gobierno lopezobradorista: lanzar la reforma total del modelo de desarrollo para lograr en el corto plazo una recuperación productiva y del empleo o permitir el desmoronamiento del modelo productivo actual y esperar a que la reactivación sin estímulos oficiales levanta el PIB de una lona de -10% o más y pueda llevarlo a un previsible y máximo 2% hacia 2023 y 2024, dejando el PIB promedio anual prometido de 4% en un 0% o menos.
Por lo tanto, el reto está al frente: instaurar una 4T con reforma del modelo de desarrollo o esperar la salida ortodoxa del ajuste macroeconómico neoliberal y estancarse en una 3T/3T.2.
Minería. El sector minero está en una situación de definiciones. La CTM ha pedido apoyos no económicos sino de funcionamiento y los grandes mineros empresariales German Larrea y Alberto Bailleres, están en el primer círculo presidencial. En cambio, el senador minero-sin-ser-minero Napoleón Gómez Urrutia quiere venganza personal contra los empresarios a costa del trabajo de los trabajadores. Pero el presidente de la república ya aprobó apoyos a las empresas para mantener empleos y cadenas productivas.
Política para dummies: La política es la decisión absurda que luego se convierte en la decisión estratégica.