Podría sonar paradójico, pero el repudio del PAN, el PRD y Morena al Pacto por México significa que la oposición no quiere ninguna transición a un sistema/régimen de república representativa y es feliz con el sistema político priista.
Si se revisan los cinco temas y las 95 reformas comprometidas entre los tres partidos que conformaban el 86.7% del Senado y el 86% de la actual Cámara de Diputados, el país tenía la mayoría holgada para transitar de la democracia electoral a la instauración de un nuevo sistema/régimen. Inclusive, el PAN llegó a decir que las reformas llevaban el ADN panista y el PRD que era una victoria de la izquierda.
El pasado martes 1 de septiembre el PAN y el PRD renegaron del Pacto y lo presentaron como el gran error. Sin embargo, en su momento y ahora el Pacto por México fue el principio de lo que pudieron haber sido los Pactos de la Moncloa de la transición española que lograron inaugurar un nuevo sistema/régimen en España. El Pacto por México pudo ser el documento rector de la alternancia a un modelo de país realmente de democracia republicana.
De acuerdo al estancamiento del desarrollo económico, político y social, y a la necesidad de crecer a tasas promedio anual de 6.5%-7.5% para atender demanda en sector formal sin estimular la inflación, el país exige de una gran reforma productiva que sólo puede darse con el pacto entre todos los partidos.
Por ello es que la crítica injusta del PAN y el PRD al Pacto por México y su negativa a suscribir otros acuerdos han demostrado en los hechos que esa oposición prefiere vivir en el viejo sistema/régimen priísta. El Pacto por México podría ser el primer paso hacia el modelo de los Pactos de la Moncloa que amarraron la transición española.
Las críticas del PAN, del PRD y de Morena al Pacto forman parte de los mecanismos antidemocráticos de la oposición. En el fondo, el fracaso de las reformas logradas con el Pacto no se localiza en lo reformado sino en que todos los partidos –incluyendo al PRI– fallaron en la instrumentación, consolidación y aplicación. Aunque no resolverían la crisis en su totalidad, la aplicación de las reformas cuando menos encaminaría al país hacia una salida de la crisis.
Con una estrategia constructiva, el PAN y el PRD podrían tomar la iniciativa en la redefinición del modelo de desarrollo y del proyecto de nación; pero en sus discursos en la instalación del congreso general de la LXIII legislatura acumularon insultos, agresiones verbales y crítica destructiva con algunas propuestas aisladas que por sí mismas no atenderían la crisis.
El problema del país –pobreza, crecimiento bajo y presidencialismo– radica en el agotamiento del proyecto nacional, del modelo de desarrollo y del consenso social que prevaleció vigente de 1920 a 1992, y que desde entonces ha sido parchado sin más sentido que el de la sobrevivencia de la coyuntura. Y lo peor que le puede pasar al país es que exista una oposición que inclusive con demagogia diga que quiere la gran reforma y que todos los partidos hayan hecho las reformas del Pacto por México, pero a la hora de la aplicación todos hayan fallado por mezquindad política.
La oportunidad se localiza en la crítica a la crisis pero sólo falta que todas las fuerzas políticas y sociales se sienten a diseñar los Pactos de la Moncloa de México para construir una nueva viabilidad nacional.
Sólo para sus ojos:
- El pintor Toledo retó al gobernador oaxaqueño Gabino Cué Monteagudo a donar su lujoso reloj Rolex para destinar ese dinero a estudiantes pobres.
- Al interior del gobierno no vieron bien el desafío de Peña contra el populismo (léase López Obrador). Dicen que es muy temprano para encararlo.
- Los que conocen desde la escuela a Ricardo Anaya, nuevo presidente del PAN, se refieren a él con el apoyo de Chícharo. Que porque siempre andaba rapado.
- Aunque se esperaba que Morena se engullera al Partido del Trabajo al cual regenteó durante años, en realidad López Obrador quiere comerse a Movimiento Ciudadano pero no ha podido.
- El jefe de la bancada priísta, César Camacho, no ha sabido administrar su relación con los grupos de poder en la Cámara y tendrá problemas en el reparto de las comisiones. Y con el reparto por presiones bajará el rendimiento legislativo del PRI.
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