A propósito de la contrastante intensidad del fin de semana. Por una parte millones de mexicanos colmando los centros turísticos, las carreteras inundadas, todos tratando de escapar por lo menos durante 72 horas de la presión, la violencia, la incertidumbre del día a día que ha convulsionado la mayor parte del país; en el otro extremo la cruenta lucha electoral que se libra sin reglas, o mejor dicho, al margen de ellas. Con aguda certeza, un analista escribió en twitter: “Me intriga la dimensión de la patada que naturalmente dará el PRI que está siendo devorado por sus compañeros”, visión que yo asumiría como la versión invertida de la pintura del Greco que se exhibe en el Museo del Prado en Madrid, “Saturno Devorando a su Hijo”, que en este caso sería “Sus hijos devorando a Saturno”.
Otros mensajes –entre muchos más- en redes que llamaron mi atención lo fueron “Cayeron Yarrington y Javier Duarte. El régimen también quiere aprovechar esta semana para resucitar” –Gerardo Esquivel-; “Esto no es más que plan para ganar el Estado de México yo pensé que lo harían hasta las presidenciales pero igual sabíamos que así iba a pasar” -Erick de Ávila-; las respuestas también circularon “Pero el día que tu Dios Obrador llegue, todos serán perdonados” –Andrés Rendón-; “Nada les embona cabrones, este es un triunfo más del PRI y nuestro presidente EPN” –“El Figurita” obviamente anónimo-; un tanto en otro orden de ideas @politicomx tuiteó “@Emilio_Gamboa toma fuerza para dirigir al @PRI_Nacional. Su apuesta para las #Elecciones 2018 sería @osoriochong”; sobre el tema leí “Lo mejor que le puede pasar a Osorio es que pierdan Eruviel-Del Mazo”; y ya como fin de fiesta otro resumía “La exclusiva de la detención a Loret, el color a Joaquín y el resto lo vamos campechaneando en la semana”.
Complementando las visiones planteadas, algo así como para santificarlas y para gusto del Walter Mercado –Roy Campos- de los pronósticos electorales y sus compañeros de viaje, desaciertos y negocios; varias encuestas retomaron fuerza como pauta de decisiones en el orden político, o por lo menos marcaron una “feliz coincidencia”. El Sábado de Gloria las notas periodísticas resumían “Rumbo a las elecciones para elegir al nuevo presidente de México en el 2018, el partido dirigido por Andrés Manuel López, Morena, obtuvo un 24% de aceptación, 1% más que el PAN; lo que posiciona a El Peje en la cabeza de la encuesta hecha por El Universal y Buendia&Laredo”; complementaban “El PRI alcanzó el tercer lugar de popularidad con el 13% de la preferencia del voto y el representante del Sol Azteca continúa por debajo con sólo el 6% de aceptación”; y concluían “Desde el inicio de las campañas el partido del Peje ha ganado 11 puntos, el PAN 7, mientras que el PRI ha caído 12, de acuerdo con la serie de encuestas realizadas”.
En –las elecciones- locales, de inmediata y obvia resolución en el corto plazo, las premoniciones también apuntan a resultados cerrados, en especial donde se disputan gubernaturas. De las tres, la del Estado de México es la más emblemática por las muchas razones que ya hemos comentado y no vamos a insistir; hacia mediados de marzo el periódico ”Reforma” decretaba un empate técnico, Del Mazo 29%, Delfina Gómez 28%, Vázquez Mota 25%, Zepeda 11%, González Yáñez 4%, Isidro Pastor 3%; un dato adicional y significativo preguntaba y apuntaba “¿Aprueba o desaprueba el trabajo de Enrique Peña Nieto?”; el resultado: Aprueba 18%. Desaprueba 80%; a lo anterior hay que agregar, fuentes confiables con las que recién comenté el tema, me dicen que Delfina ya rebasó a Del Mazo y Zepeda a Josefina; lo cual, de ser cierto, no tardará –es posible esta misma semana- en hacerse público. Al respecto y asumiendo que en política nada es casual sino todo es causal, no es descabellado pensar, dice una conseja popular “piensa mal y acertarás”, que las recientes detenciones son vinculantes. Ya se verá en qué sentido impactan. En el mismo contexto se ubica la intensa guerra negra desatada contra Delfina, con argumentos poco relevantes y contra Josefina con argumentos altamente significativos, de lo que se está encargando Juan; y ya como corolario, da la impresión que Morena está consiguiendo su objetivo de convertir la elección del Estado de México en un plebiscito a la gestión del Presidente Peña Nieto y ello no son buenas noticias para el alguna vez invencible, revolucionario e institucional.
Ante tal escenario, no faltan quienes ya echan las campanas al vuelo, anunciando la “buena nueva” de la derrota del PRI en el 2017 y 2018, lo cual puede ser y no ser y todo lo contrario –versión Luis Echeverría-. En política no hay nada escrito, las circunstancias cambian para bien y para mal en un segundo. Diría un estratega: “De los contratiempos, los problemas, los retos y las contradicciones hay que ocuparse no preocuparse, tomar decisiones, corregir rumbos, sacrificar alfiles, utilizar la fuerza del adversario para revertir tendencias”. Es posible que acierte quien apunta que en el PRI Nacional se requiere, urge un cambio de dirigente. Más allá de sus vínculos académicos, méritos profesionales y lealtades probadas, quien lo encabeza se ve poco convincente en el debate, ausente en la operación política, rebasado por Tirios y Troyanos, Montescos y Capuletos. En cuanto a quien será su candidato presidencial, aún habrá de correr mucha agua bajo los puentes; aunque tal vez, como bien me lo dijo un analista de mi mayor respeto “el quid está en que los Videgaray, Narro, Osorio, Gamboa, Ávila, Beltrones y demás asuman que sus coincidencias tratándose de la supervivencia están muy por encima de sus diferencias”
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh