Al momento de escribir estas líneas aún no se conocía el desenlace de la crisis en torno a la elección de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados Federal. Por la mañana, el vice coordinador del PRI Edgar Romo García externó “su confianza” en que no se consumara “el secuestro que el PAN” pretendía hacer del Congreso y que sus diputados ejercieran en el plano individual su libre “conciencia”; que por lo que se advertía hasta ese momento –ayer por la mañana- la única conciencia que tienen es que deben alinearse con los dictados de Ricardito Anaya, el “niño Fidencio” de la mafia azul, quien controla las prerrogativas y la definición de nuevos “encargos” en el futuro, lo que no es poca cosa de cara a lo que viene.
Mientras esto ocurría, Ricardo Anaya acudía muy quitado de la pena, acompañado de Alejandra Barrales la dirigente de lo que queda del PRD y ya “autorizada” a recorrer las delegaciones para intentar consensar su candidatura al gobierno de la Ciudad de México y Dante Delgado administrador de la franquicia ciudadana, que lo mismo se alinea a la izquierda que a la derecha o todo lo contrario, lo importante es no quedar “fuera” de la distribución –de “cash” o de trocitos de poder- al Instituto Nacional Electoral a registrar el Frente Ciudadano por México.
Haciendo una lectura vinculante con lo que estaba ocurriendo en San Lázaro, se validan las tesis de que a los dirigentes de tales “institutos políticos” lo único que los anima y guía son sus intereses político-personales y de grupo, independientemente de que sean vistos por la sociedad como meras piruetas para obtener cotos de poder. La comitiva, como es de suponerse, la encabezó Anaya, quien previamente difundió en redes una fotografía en que aparecen el “trío de tres” firmando los documentos que se supone validaban el acuerdo de integrar un “Frente”; frente que por ahora es de “buenas intenciones” en virtud de que el calendario electoral no permite –por ahora- el registro de alianzas electorales; lo cual no impidió que dejaran muy claro que el fin de la aventura que inician tiene como objeto “la conformación de un gobierno de coalición que acabe con la corrupción, la violencia y la pobreza, así como con los diversos problemas que existen el país”. A los que ellos son ajenos en cuanto a responsabilidades y tienen la “varita mágica” para resolverlos.
Se confirman también los “sueños guajiros” que recién comentó un destacado columnista de Milenio, se plantearon en la reunión convocada por Javier Corral en Chihuahua hace algunas semanas; en la que el “niño Fidencio” ofreció a cambio de obtener apoyo en su intento de encaramarse en la “Silla de Krauze” –versión Peña Nieto FIL de Guadalajara- congelar la elección del Fiscal hasta que sea “presidente de la Nación”; acuerdo que a la par implicaba la candidatura de Alejandra Barrales a la Jefatura de Gobierno apoyada por el frente.
Independientemente de que la versión difundida sea “totalmente pactada” en atención a que –por ahora- no se conoce la versión estenográfica de lo ahí acordado o por lo menos hablado por los “capos” reunidos –versión que seguramente Corral grabó muy en su estilo clandestino y difundirá si conviene a sus intereses personales-; la necia realidad valida en los hechos tal ruta, el Congreso paralizado, la elección del Fiscal en el centro del debate y la candidatura de Barrales en marcha; ¡qué bonita familia!.
Pero…siempre hay un pero que vale, más le valdría a los hoy asumidos como papás de la criatura –Alejandra y Ricardito- llevando a Dante Delgado como padrino de bautizo no hacer cuentas alegres; Anaya, si bien controla la estructura de incondicionales, con sus decisiones últimas ha agudizado la confrontación interna; los Calderón con su Comandante de la “Band of Brother’s” al frente, contando con la presidencia del Senado, una Margarita que argumenta no se debe –en el PAN- actuar como el “Soviet Supremo”, un Moreno Valle calladito pero preparándose para verse más bonito, un Corral y Yunes guardando prudente distancia, cosa rara en ellos a menos que le estén midiendo para dónde soplará al final el viento; el “Jefe” Diego asumiéndose como el “fiel de la balanza” y el Gobierno Federal operando para agudizar la división; no son un buen indicio de que habrá un final feliz.
Barrales por su parte no las tiene todas consigo; de entrada su tramo de control se ha reducido, la salida de figuras del PRD, algunas emblemáticas como la Maestra Ifigenia y Pablo Gómez; otras como Leonel Godoy o los Bejarano –Dolores y René- no son poca cosa aunque se pretenda minimizarlas; es evidente que el mayor apoyo y sostén de la aún presidenta del Sol Azteca lo es Miguel Ángel Mancera, que mantiene la esperanza de encabezar el Frente –paro lo que no tiene la estatura política, intelectual, ni moral-; Mancera es un lastre en tal intención –de Barrales-, su gestión es un fracaso total, en lo personal suscribo lo que ayer escribió Francisco Garfias sobre el tema: “Tampoco veo a los panistas votar por Alejandra Barrales –u otro perredista- después del desastre que Mancera deja en la Ciudad de México. Sus recaudadoras foto-multas tienen molesta a la ciudadanía. La anarquía en las obras irrita a peatones y automovilistas, las macetitas de adorno en lo que fueron los ejes viales, le dieron en la madre al saturado tráfico. El transporte público es malísimo, a las horas pico los pasajeros parecen sardinas enlatadas. La contaminación ya nos devolvió a los dobles y triples no circula y para colmo, ya entró el crimen organizado en la Capital de la República…ese es el día a día de los chilangos”.
Por si algo faltara para evidenciar la pequeñez política, moral y personal de Ricardo Anaya; el tema del Fiscal como argumento para sabotear la instalación de la Cámara de Diputados, perdió fuerza independientemente de su razón; ha quedado claro que Anaya validó el “pase automático”; Cordero, Lozano y Gil Zuarth han declarado su intención de no avalar la designación de Raúl Cervantes; y el actual procurador con el tema del Ferrari Rojo se ha auto descartado, el costo político para el PRI de insistir en su imposición sería muy alto electoralmente.
Qué lejanos parecen los días de aquel 1997 hace veinte años, en que se vivió una crisis similar por la Instalación del Congreso cuando el PRI perdió la mayoría; conformado el G-4 la confrontación de posiciones fue intensa; se resolvió porque, sobre las visiones partidistas y personales, prevaleció la razón de Estado; El Congreso se instaló y Porfirio Muñoz Ledo presidió y respondió el Informe Presidencial con elegancia, espíritu republicano, haciendo valer su condición de estadista.
La gran diferencia con aquellos tiempos es que Anaya no es, jamás lo será, un Muñoz Ledo.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh