¡Ya basta!: Luis Octavio Murat

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luis-octavio-muratEn las primeras horas del primero de enero de 1994 se escuchó desde las montañas chiapanecas aquel grito que, días después, sacudiría al mundo: ¡Ya basta!, pronunciado por el Subcomandante Marcos. Se escribe y se pronuncia tanto tiempo fácilmente, aunque para los argentinos, su famoso tango diga: 20 años no son nada. Para un país como México todo ese tiempo pasado, desde la insurrección zapatista a la fecha, significa mucha agua pasada por debajo del puente, toda vez que el ¡Ya basta! no ha terminado, les diré porque:

En aquellos años decía el silencio del zapatismo: “espera compa no te vayas” y a continuación la lista de muertos, desaparecidos y prisioneros políticos y sociales de Atenco, Ostula, Oaxaca, Ciudad de México, Italia, Chiapas, Grecia, Palestina, Cherán, Guerrero, Morelos, Puebla, Chihuahua, Sonora, Jalisco, Sinaloa, Migrantes, Estados unidos, mapuches, “nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida y con la última paletada sentencia, aunque agarren y castiguen a los que te mataron, siempre encontraré a otra, a otro, a otros, que de nuevo te embosquen, que repitan la danza macabra que acabó con tu vida”.

En su carta de muerte para poder seguir viviendo, el Subcomandante Marcos, autodenominado el Subcomandante de acero inoxidable, afirmó: “Aquí estamos los… los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. “Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida. Supimos y sabemos que para vivir, morimos”. Esta carta declaración que ya es histórica, se quiera o no, anunciaba nada más y nada menos, que Marcos moría para volver a vivir en Galeano: “Y en esas piedras que han dejado en su tumba aprenderán a No venderse, No rendirse y no claudicar.”

Relanzaba el mensaje del grito ¡Ya basta!, pronunciado desde la Selva Lacandona 20 años atrás; lo renovaba porque la injusticia tiene tantos nombres y son muchos los gritos que provoca, tantos que es imposible olvidar a los seres queridos desaparecidos así, sin más ni más. “Y no olvidar” escribió Marcos, “que mientras alguien susurra alguien grita. La escucha debe encontrar la ruta que la haga fértil. Basta bajar la mirada y elevar el corazón.” “La justicia que queremos nosotros: La persistente y porfiada búsqueda de la verdad”.

He seleccionado el ¡Ya basta! del Subcomandante histórico debido a que, en primer término, continua siendo vigente como grito de protesta de los pueblos que padecen las injusticia del sistema, dícese de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Morelos, y los que se agreguen. Pero sobre todo Guerrero, Estado que es toda una “piedra en el zapato” para el gobierno federal al no haberse resuelto el misterio de la barbarie cometida contra 43 normalistas que hasta este momento continúan desaparecidos y que el cariño de sus padres se resiste a darlos por muertos.

Mentiras y triquiñuelas inventadas por el entonces Procurador Murillo Karam y su fatal declaración “ya me canse”; el larguísimo tiempo que ha pasado sin resultados contundentes por parte de la autoridad federal para haber solucionado satisfactoriamente el caso; las entrevistas con el Presidente de la República sin resultados positivos; las mesas de consultas de los derechos humanos sin resultados y si con declaraciones extensas que no llevan a ningún lado, han hecho que la paciencia de los involucrados se agote y la necedad o terquedad vaya en aumento. Incluso, que la paciencia se le agote al responsable de la política interna del país, Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación y aspirante a la Presidencia de México. En efecto, en una entrevista con el comentarista de Radio Formula, Ciro Gómez Leyva, el funcionario fue traicionado por su propio carácter y cayó en la trampa: ¡Ya basta! de estar culpándonos a nosotros de lo ocurrido en Ayotzinapa, afirmó molesto.

Del ¡Ya basta! Del Subcomandante Marcos al ¡Ya basta! de Osorio Chong, existe una gran diferencia, sobre todo, por el uso de la prudencia, de la estrategia y de la filosofía del poder. La paciencia como la prudencia, está probado por la entrevista concedida por el funcionario, no le son virtudes propias. Al igual que al que fue su par, Murillo Karam; Osorio Chong ya se cansó, se fastidió, pero ¿que sigue con un trabajador así? ¿Debe continuar en el cargo?

Una explicación parece que debe ser el despeje correcto frente a este caso, toda vez que con el tiempo y en el actual gobierno de nuestro país, los funcionarios prudentes y virtuosos son cada vez menos en número frente a una clase, cada vez más numerosa, de los imprudentes funcionarios del ejecutivo o los discurseadores de legislativo que hacen todo un debate peleonero por disputarse la intervención del Papa Francisco en sus cámaras, como si la agenda vaticana y la de presidencia no existiera.

De manera, que el ejecutivo federal bien podría inclinarse, en esta difícil etapa de su gobierno, a una parte más sana de los individuos, a fin de elegir a los funcionarios más entendidos y prudentes en los temas del Estado, y como la necesidad obliga y la paciencia de la nación se agota, se debe poner coto a los imprudentes como a los impacientes.

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