Vodevil del PAN: ¿estos son los que quieren gobernar?: Raúl Castellanos

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El Partido Acción Nacional surgió como una alternativa opositora –por lo menos en el discurso- al que consideraban gobierno “populista” de Lázaro Cárdenas. Fundado por Manuel Gómez Morín, ex rector de la UNAM, destacado integrante de los gabinetes de Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón, banquero de profesión; lo acompañaron Efraín González Luna, Juan Landerreche, Manuel Herrera y Lazo, Enrique de la Mora y Gustavo Molina Font entre otros. En su primera incursión electoral apoyó a Juan Andreu Almazán. Teniendo desde siempre como objetivo el “bien común” ha atravesado por diferentes etapas, después de sus inicios, Acción Católica fue predominante en su dirección y militancia, de ahí su denominación de origen como “partido de la vela perpetua”; vendría después la preeminencia de dirigentes clasemedieros, quienes finalmente cedieron el paso a cuadros empresariales y renunciaron al partido -Pablo Emilio Madero, Bernardo Batiz, Jesús González Schmall-; así llego la gran oportunidad de comenzar a disfrutar las mieles del poder al pactar con Carlos Salinas su arribo a la presidencia; con la llegada de Vicente Fox, un gerente de la Coca-Cola, carismático –en su momento-, ignorante, mesiánico, corrupto y entregado a los brazos de Eros, encarnados en su jefa de relaciones públicas, la profecía del “Jefe Diego” se hizo realidad “ganamos la presidencia, perdimos el partido”.

Perdido en las acogedoras cabañitas de Los Pinos, desde ellas los negocios al más depurado estilo de su pasado reciente florecieron, vivieron “grandes momentos” y pretendiendo darle continuidad institucional a su enamoramiento se propuso intentar la reelección en la persona de su ya esposa; al no darle los “números” ni las circunstancias, proyectó a su Secretario de Gobernación, Santiago Creel, quien se la creyó antes de tiempo y fue rebasado por el entonces “hijo desobediente” hoy Comandante Supremo de la “Band of Brother’s” quien ha corrido con mejor suerte –hasta hoy- en sus afanes reeleccionistas, al tener instalada “haiga sido como haiga sido” a su conyugue Margarita en la antesala del arrancadero. Y fue entonces cuando el PAN vivió su mejor borrachera –literal- de muertos, desaparecidos, “daños colaterales”, abusos, traiciones, negocios sucios, pérdida de identidad, ya no digamos ideológica, sino moral y política; Felipe Calderón y su grupo se apoderaron del partido, corrieron –literal- a quienes no se subordinaros a sus caprichos, empezando por Manuel Espino; Germán Martínez y Cesar Nava se convirtieron –literal- en los gatos de Los Pinos. En plena euforia, la “pinche Sota” se dedicaba a espiar a la “señora del PAN” –versión Elba Esther-.

Pero, como todo lo que empieza termina –incluso la vida-, con la derrota electoral y a pesar de los pactos con el ganador de la presidencia –que lo único que no podía hacer era acomodarle las fichas en el PAN a Calderón- la rebelión, como suele suceder, cobró forma, nombres y apellidos. Calderón no pudo maniobrar para “refundar” el partido, imponer una dirigencia “totalmente palacio” y menos, una vez concluido su mandato controlar a la nomenclatura; eso sí, dejó sembrados a sus peones –sobre todo- en el Senado –Roberto Gil, Cordero, Lozano, Vega, Cocoa, Del Campo- y consolidó una amplia red de aliados, derivados de la red de complicidades tejidas al amparo de la sombra de Los Pinos, con las que está operando su candidatura “ciudadana”.

En este escenario, en lo que queda del PAN, la calidad del debate interno ha descendido a los peores niveles; bueno, si “debate” se le puede llamar a los pleitos de cantina, de arrabal, dignos de vodevil; “estrictamente personales” por el poder, para poder seguir disfrutando de canonjías, prerrogativas, negocios sucios, moches, fiestas ”bunga-bunga” y candidaturas; el PAN está convertido en una cueva de mafiosos, en la que el mafioso mayor Ricardito Anaya el “niño Fidencio” de la mafia azul se rasga las vestiduras alegando que no son los tiempos legales para definir candidaturas y acusa “hay otra parte del PAN que está fortaleciendo a los amigos de Meade, que todo indica va a ser el candidato del PRI” –insinuando entre líneas que la renuncia de Zavala tiene ese propósito-; Adriana Dávila, senadora panista, acusó a su compañero de bancada Roberto Gil de ser “Caballo de Troya” y además ahora apoyar a Moreno Valle -¿estará prohibido hacerlo?-; por su parte, Gil sostiene que “En el PAN las cosas están decididas, se inventaron el Frente Ciudadano para poner a Anaya y se nos acusa a algunos de tener una suerte de estrategia soterrada, muy sofisticada que implica un complot intergaláctico para poner a Moreno Valle” y de paso tuitea “Todavía recuerdo aquellos tiempos en que Ricardo Anaya me rogaba que le presentará a José A. Meade K”.

La jornada de intercambios epistolares –según narra Pancho Garfias en su Arsenal- la cerraron Ernesto Ruffo, declarando “sentir alivio con la renuncia de Margarita porque sale la pus del PAN” y sus también compañero senadores Jorge Lavalle y Salvador Vega que le dedicaron emotivos mensajes “no sé qué pintas Ruffo, pero si te veo en el grupo no dudes que te meta un madrazo”, “Eres doblemente cobarde, primero insultas a una mujer y segundo, por no tener pantalones para sostenerte. Y si te refieres a nosotros los senadores y quieres hablar de pus, pus chingas a tu madre”. Cabe mencionar que Salvador Vega fue Secretario de la Función Pública con Felipe Calderón.

En este escenario, la deriva política del PAN no puede ser entendida sin el extravío de sus liderazgos en la última década. La desfachatez de personajes como César Nava y Germán Martínez en los tiempos en que el clan Calderón controlaba el partido; la tibieza y medianía de Gustavo Madero –quien le otorgó por breve tiempo la presidencia a un personaje funesto: Cecilia Romero-; así como la ramplona ambición de poder de Ricardo Anaya, poco a poco fueron minando las prácticas deliberativas que caracterizaban al partido en los tiempos de Adolfo Christlieb, Luis H. Álvarez, Manuel Clouthier o Castillo Peraza.

Dicha falta de liderazgos ha entregado al PAN no sólo a los pies de Ricardo Anaya, sino también a grupos de extrema derecha como el Yunque y el Frente por la Familia, quienes poco a poco han cristalizado dentro del PAN posiciones abiertamente inquisidoras contra los derechos reproductivos de las mujeres y la comunidad LGBT.

Asimismo, la falta absoluta de autocrítica de sus doce años en el ejercicio del poder ha sido una característica de este partido, la cual pone a flote otro de sus más grandes vicios: la hipocresía. Son capaces de rasgarse las vestiduras y criticar al PRI, a sus gobernadores corruptos y la violencia que no cesa en el país; pero son incapaces de hablar del fracaso y complicidades de sus gobiernos, principalmente de Calderón con el crimen organizado, de Estrada Cajigal o de Marco Antonio Adame, de Padres; menos del encubrimiento a crímenes de lesa humanidad perpetrados con la anuencia de quienes tenían bajo su mando las fuerzas de seguridad del Estado.

La interrogante es: ¿Qué quedará del PAN después del próximo año y de Ricardo Anaya? Esa, sin duda, es una gran incógnita.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh