Videgaray: ¿votará en 2018 la crisis como en el 2000?: Carlos Ramírez

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CARLOS-RAMIREZSi en el pasado la crisis económica influyó para determinar cinco candidaturas presidenciales del PRI, el escenario ha cambiado y existen posibilidades de que la crisis vote en el 2018 pero en contra del PRI.

La devaluación del sábado de gloria de 1954 prohijó la candidatura de Adolfo López Mateos en 1958, la devaluación de 1976 benefició a José López Portillo como secretario de Hacienda, el colapso de 1982 llevó a Miguel de la Madrid de la Secretaría de Programación a la Presidencia, el estancamiento de 1988 impulsó a Carlos Salinas también de la SPP a la candidatura y la crisis política de 1994 colocó al extitular de la SPP, Ernesto Zedillo, en Los Pinos.

Paradójicamente, el éxito económico de los sexenios de López Mateos y Díaz Ordaz –6% promedio anual de PIB durante 12 años y 2% promedio de inflación anual– no le alcanzó a Antonio Ortiz Mena en 1975 para ganar la candidatura presidencial de 1976 porque valió más la complicidad de la represión.

Los razonamientos de la historia sucesoria del país hoy tienen otras lecturas: el estancamiento y baja del PIB, los tropiezos del peso frente al dólar y la creciente irritación contra la política fiscal deben ser tomados en cuenta como factores en las evaluaciones de las posibilidades presidenciales del secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

En el 2000 no fue la sana distancia lo que derrotó al PRI sino el voto de castigo de la sociedad media y baja que perdió bienes muebles e inmuebles por el ajuste de tasas de interés bancarias –rebasaron el 100%– derivado de la devaluación heredada del gobierno de Salinas y la decisión de Zedillo fue proteger a los bancos y no a los deudores de la banca. A la distancia, el saldo subyacente de ese cambio en el elector no fue sólo votar como venganza sino que el PRI perdió la lealtad de electores y hoy su base dura estaría en un rango de 25%-30%. Y ante electores concientes de su voto, en el PRI ya están analizando el efecto electoral de la crisis económica.

Al secretario de Hacienda le han fallado los cálculos; las razones son lo de menos; el problema fue el discurso de expectativas: las reformas y el dinamismo llevarían a una tasa de PIB promedio en el sexenio mayor a 5%; hasta ahora, en el trienio 2013-2015 será de 2%, y eso si no hay otra baja de las tres hechas a la expectativa anual. De ahí la estimación de expertos en política priista en el sentido de que la crisis podría votar en contra como en el 2000, y más si hay candidatos de oposición competitivos como López Obrador, Margarita Zavala, Miguel Ángel Mancera, Rafael Moreno Valle y algún otro que salte a la palestra.

En el pasado, el aparato político-electoral del sistema/régimen podía administrar el saldo del candidato en sus tareas económicas de gobierno; por ejemplo, De la Madrid y Salinas fueron responsables del giro neoliberal de la política económica en el periodo 1979-1994 y por tanto de la crisis social y el deterioro del PIB hasta la fecha, y ambos fueron candidatos y ganaron sus elecciones. En el 2000 Zedillo no pudo poner como candidatos presidenciales a alguno de sus dos secretarios de Hacienda –Guillermo Ortiz Martínez o José Ángel Gurría Treviño– y Francisco Labastida careció de una oferta de atención a la crisis económica porque llevaba la continuidad neoliberal.

Más que sus efectos administrables por bajas del PIB de hasta 2 puntos pero sin llegar a ser negativo, el efecto será en cuanto a las expectativas vendidas. A finales de 2013 los Criterios Generales de Política Económica pronosticaron para el 2014 un PIB anual de 3.9% considerando “el efecto de las reformas estructurales”, pero en la realidad fue de 2.7%. Para el 2015 Hacienda pronosticó un PIB –dijo que ahora — de 3.7%, pero el miércoles pasado el gobernador del Banco de México y exsecretario de Hacienda, Agustín Carstens, recortó por tercera ocasión la meta de PIB y la colocó –a mediados de año– entre 1.7%-2.5%; las expectativas negativas internacionales, la baja del petróleo y las crisis europea y China podrían llevar la meta a un rango de 1.0%-1.5%.

Y si bien falta mucho para que la candidatura presidencial del PRI se decida –podría ser al comenzar 2018, es decir, dentro de dos años y cuatro meses–, de todos modos la crisis económica internacional y nacional no tendrá salida sin un golpe de timón estratégico que no se ve y sin que sean ya seguros los efectos positivos de las reformas estructurales.

Al final, una gran victoria económica puede ser que el PIB no quede debajo de la línea de flotación de 1% y que se evite algún choque que lo coloque en rangos negativos debajo de 0%, pero en una elección abierta y competitiva como la de 2018 la crisis podría votar en contra del PRI con un candidato salido de Hacienda. El costo social de la crisis está alentando las posibilidades de candidatos populistas.

 

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