Utopía y elecciones: Eduardo Garduño

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urnaLa utopía social es una proyección ideal de la capacidad del ser humano de actuar sobre su entorno, imaginarlo y cambiarlo, aunque hoy hablar de utopía puede parecer una ingenua frivolidad, incluso peligroso distractor de lo que realmente importa. Toda propuesta que parezca poco realista o difícil de realizar provoca escepticismo y rechazo, la mayoría de los ciudadanos desean políticas públicas realistas, realizables, e incluso saben que muy probablemente estas no se cumplirán debido a la brutal corrupción que envuelve a gran parte de la clase política mexicana, al extremo de parecer connatural tal corrupción al ejercicio de gobierno.

¿Entonces, de qué puede servirnos imaginar una sociedad ideal, democrática, capaz de construir un país ecológicamente sustentable, con ciudades inteligentes plenamente inclusivas y un campo superproductivo que permita erradicar por siempre el hambre y la malnutrición que padecen actualmente millones de mexicanos? Quizá podría servir como un horizonte ante el cual valorar los programas electorales y de gobierno como propuestas de rutas que nos acercan o alejan de esa sociedad ideal, próspera, con justicia y democracia.

Por lo pronto, y una vez decantado el proceso electoral, puede ser conveniente volver a lo básico, a los  principios que deben regir la actuación de un equipo de gobierno, válidos también para legisladores: transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad ante las decisiones que se adoptan y sobre sus consecuencias.

El gobierno local o estatal, está obligado a atender las necesidades de toda la comunidad, de modo que los distintos sectores sean escuchados y sus intereses tomados en consideración. Todos los grupos, en particular los más vulnerables, deben tener la oportunidad de exponer sus razones. En resumen, debe ser equitativo e inclusivo.

Debe ser participativo, de modo que toda persona que pueda ser afectada o interesada en una decisión tenga la oportunidad de participar en el proceso de toma de esa decisión, asegurándose de que cuente con la información necesaria y con instrumentos para exponer sus recomendaciones o incluso para incorporarse a la toma de decisiones.

El Gobierno tiene la obligación de informar, explicar y responder por las consecuencias de las decisiones que toma en nombre de la comunidad que representa.Debe también dar seguimiento puntual a la aplicación de tales decisiones a fin de poder evaluar si se alcanzan los objetivos planteados o en qué grado se cumplimentan.

El o la gobernante tiene una importante responsabilidad en el establecimiento de las normas de conducta y ética de sus colaboradores y en la vigilancia del cumplimiento de dichas normas.

La mejor forma de asegurar la rectoría de estos principios radica en que los ciudadanos seamos capaces de seguir y entender el proceso de toma de decisiones, que seamos capaces de observar con claridad cómo y por qué se llega a ello, qué información, qué asesoramiento, qué consultas se efectuaron y qué requisitos legislativos hubo que cumplimentar. En esto consiste la democracia y no únicamente en asistir a las casillas cada tres o seis años a emitir el voto.

Sabemos muy poco sobre la organización y funcionamiento de los gobiernos estatales, incluso información sobre recursos humanos, prácticas de gestión financiera y controles internos, esto propicia una escasa participación de la base social, carente de conocimiento y comprensión de las obligaciones de carácter legal, roles y responsabilidades de los órganos de administración, control y vigilancia, por lo que es necesario repetir cuantas veces se pueda aquellos conceptos que permiten recordar de qué se trata el juego de la democracia, su sentido o razón de ser, aquello que se suele olvidar en cuanto se profundiza en complejidades. Tal vez así se pueda evitar que estos principios básicos también se conviertan en aspectos del pensamiento utópico y que dejemos abiertas la puerta y las ventanas a las peores distopías, algunas de ellas ya anunciadas en los violentos conflictos que sacuden la vida diaria del país, en la impudicia de una clase política corrupta y corruptora.

Vía Viral Noticias

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