UNAM: rector con dedazo estilo PRI o votación universitaria: Carlos Ramírez

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CARLOS-RAMIREZA pesar de la acumulación de evidencias, los universitarios siguen negando que la UNAM sea una universidad funcional al PRI. Pero el rector saliente José Narro Robles administró –que no rigió– la universidad durante ocho años y ahora está a la espera de sumarse al gabinete presidencial priísta.

Narro se hizo en el PRI, militó en el tricolor y sirvió al gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Su antecesor Juan Ramón de la Fuente fue designado rector por dedazo por el presidente Ernesto Zedillo para poner orden en la Ciudad Universitaria tomada por estudiantes en protesta por el alza de cuotas y su primera decisión fue la de autorizar el ingreso de la policía a detener a líderes del CEU.

Desde el gobierno del presidente Miguel Alemán (1946-1952), los rectores han sido designados por la Junta de Gobierno pero operados por el PRI. Hacia el interior de la UNAM existe un grupo universitario que se maneja como sociedad secreta, que maneja los hilos priístas y que decide las rectorías. Javier Barros Sierra se enfrentó a Díaz Ordaz pero después de que en 1964 peleó por ser el sucesor priísta del presidente López Mateos.

La excepción fue Pablo González Casanova; su rectorado se hizo a contrapelo de los intereses del gobierno federal y en 1972 la rectoría fue invadida por dos delincuentes estudiantiles; al negarse a llamar a la policía, su situación fue insostenible. Su sucesor, Guillermo Soberón –como De la Fuente en el 2000–, autorizó la entrada de la policía violando la autonomía universitaria; al terminar se incorporó al gabinete de Miguel de la Madrid como secretario de Salud.

La UNAM opera en función de grupos de control político: los médicos, los ingenieros, los abogados y los científicos. La rectoría y algunas escuelas son parte de cacicazgos políticos universitarios. De la Fuente saltó del gabinete de Zedillo en noviembre de 1999 a la rectoría, luego de que fracasó en su intento de ser candidato del PRI a la presidencia de la república; al terminar su gestión de ocho años, operó la Junta de Gobierno para dejar en su lugar a Narro Robles, funcionario del cacicazgo de Jorge Carpizo MacGregor.

La UNAM funciona como una república independiente; este año tuvo un presupuesto de casi 38 mil millones de pesos, pero sin dar cuentas a nadie; a pesar de que el 88% son recursos públicos, ningún organismo audita esos dineros. El órgano real de gobierno es la Junta de Notables de quince personas y este grupo se reorganiza en función de los intereses del rector en turno.

La sucesión de rector de la UNAM es igual a la inventada por el PRI para nominar al candidato a la presidencia de la república: una junta de notables que acuerda el dedo decisivo del rector saliente. La comunidad universitaria –profesores, académicos, estudiantes y trabajadores y empleados– queda fuera de los mecanismos de sucesión.

Hacia el interior, la UNAM funciona por compartimentos caciquiles. El rector Narro Robles carecía de méritos universitarios aunque le sobraban méritos político-burocráticos como funcionario del gobierno de Salinas de Gortari; por tanto, sus ocho años al frente de la rectoría fueron de inmovilidad y de compra de premios que lo situarán en el radar de los presidentes: quiso ser titular de la SEP con Calderón y tiene muchas posibilidades de serlo en el gabinete del presidente Peña Nieto como premio no a su capacidad sino a su priísmo.

Los problemas de la UNAM se han multiplicado por la pasividad del rector Narro Robles: porrismo institucionalizado, deterioro de la calidad, ruptura de la relación prepas-carreras, gigantismo, uso de recursos para pagar propaganda, relación orgánica con el priísmo en su especialidad de derecho, ejercicio presupuestal para comprar lealtades, privatización de algunos servicios como el del equipo Pumas de futbol articulado a los intereses de Televisa y participante en la estructuras de corrupción del futbol profesional, venta de cervezas de una marca exclusiva dentro de CU promoviendo el alcoholismo entre estudiantes que acuden a los partidos. A lo largo de los últimos ocho años la UNAM flotó para evitarle problemas al rector, aunque siguió acumulando contradicciones.

El mecanismo de elección de rector se basa en la continuidad de este estado de cosas.

La única manera de despriízar, socializar y democratizar la UNAM radica en la propuesta de John M. Ackerman, profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas: que “tanto el rector como los integrantes de la Junta de Gobierno de la UNAM deberían ser elegidos por medio de una votación universal, directa y secreta abierta a todos los miembros de la comunidad académica”.

Pero las autoridades de la UNAM exigen la democracia en el país aunque en su funcionamiento interno la universidad se maneje como autocracia.

 

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@carlosramirezh