Reconoce Congreso al pan cemita como patrimonio gastronómico de los mixtecos

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El pleno de la LXI Legislatura del Estado aprobó por unanimidad, como de “urgente y obvia resolución”, un punto de acuerdo presentado por la diputada Hita Beatriz Ortiz Silva para reconocer como patrimonio cultural y gastronómico de los mixtecos el auténtico pan cemita, originario de la Heroica Ciudad de Tlaxiaco.

 En tribuna, durante la ordinaria de este miércoles, la también coordinadora de la fracción parlamentaria del Partido del Trabajo (PT), resaltó la importancia de rescatar y preservar nuestra cultura, costumbres, tradiciones y gastronomía, “porque eso es lo que nos identifica como auténticos y nativos de nuestros pueblos”.

 Por ello, consideró benéfica la aprobación hecha por los diputados integrantes de la LXI Legislatura del Estado, y luego hizo referencia al proceso de elaboración del producto alimenticio.

 Explicó que las cemitas son un tipo especial de pan elaborado y originario de Tlaxiaco, además de tratarse de un alimento creado desde la llegada de los españoles y que ha evolucionado para adaptarse al gusto de los habitantes de la Región Mixteca.

 La legisladora Ortiz Silva indicó que con la entrada de la industria panadera al Estado, se ha añadido como nuevo producto a la mesa de los tlaxiaqueños el pan de trigo, mismo que se ha ido arraigando en la gastronomía local, aprovechando las harinas obtenidas de la molienda de la zona.

 “En el caso de Tlaxiaco, de las harinas que se obtenían del trigo largo se hacían diferentes panes: de la harina fina, la cemita amarilla; de la media, los molletes, y del sobrante el salvadillo”, mencionó.

 La Representante popular por el distrito XIII de Tlaxiaco refirió que existen variedades de pan, dentro de los cuales se encuentran las cemitas, mollete, pan de yema con ajonjolí, ranchero, despajada y tostado, y que sólo en esa región se consumen.

 Comentó que bastante ayudó la Escuela de Artes y Oficios que fundó don Claudio Cruz, originario de Tlaxiaco, a mediados del siglo XIX, para capacitar a los panaderos, lo cual permitió estandarizar y mejorar la producción de pan, y diversificar las variedades que anteriormente se elaboraban.

 Agregó que el desarrollo de esta actividad se reflejaba en el número de panaderías que progresivamente iban abriendo, de tal modo que para la primera década de 1900 se encontraban operando 20 panaderías en la ciudad de Tlaxiaco.

 Esta nueva etapa permitió a los panaderos consolidar el gremio al que pertenecían, constituyéndose en uno de los más organizados.

 Ello, a su vez, propició el crecimiento de la organización, ya que para 1920 el número de panaderías se había incrementado a 35, entre rancheros y citadinos.