Reacomodo de las fuerzas políticas: Luis Octavio Murat

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luis-octavio-muratComo lo escribimos en la entrega anterior, las elecciones recién celebradas en nuestro país y sus resultados nos obsequiaron un futuro aproximado de lo que podría acontecer en las elecciones federales del 2018. En efecto y después de analizar el reacomodo de fuerzas políticas el panorama pendiente de suceder nos parece más claro.

Un hecho irrebatible, en primer término, es que el llamado partidazo de otros tiempos dejó de serlo al haber recibido tremenda paliza en las urnas por parte del electorado. Su presidente, Manlio Fabio Beltrones, declaró, al inicio de su gestión y hace unos días también, con esa confianza excesiva que ofende por prepotente, que su partido iniciaba una época en la que se plasmarán las reformas presidenciales y que en el periodo electoral irían por nueve gubernaturas, por lo menos.

No sucedió así, solo cinco obtuvieron debido, y suena más a tono de justificación, a que no le permitieron lanzar como candidatos a los mejores cuadros (dixit). Me pregunto: ¿Entonces a qué fue a la presidencia del PRI, a desatar una guerra sucia contra sus adversarios electorales?

Bueno, cosas peores se han hecho con tal de disfrutar el cargo que da poder. Lo sucedido en esta ocasión, no será el último tropiezo del actual periodo gubernamental y su partido que tiene la marca del Antiguo Régimen porque no quieren entender que hay que entender los nuevos ciclos.

¡Caramba! Los tiempos del éxito totalitario del PRI merced al absolutismo presidencial hace décadas que reposan en las páginas de los libros del sistema político mexicano, Daniel Cosío Villegas da buena cuenta de ello, para fortuna de los lectores.

Otros tiempos exigen nuevos y modernos jugadores, tal y como quedó demostrado en el debate del todavía comentarista estrella de televisa, Joaquín López Dóriga, cuando reunió en la mesa a Ricardo Anaya, presidente del PAN, a Manlio Fabio Beltrones, presidente del PRI y Agustín Basave, presidente y resucitador del PRD.

Si usted vio el debate del pasado domingo conducido por Joaquín López Dóriga, estará de acuerdo en que la paliza que recibió Don Beltrone fue contundente. Por más que el sonorense cabeceaba los golpes fueron lapidarios. La retórica acostumbrada por Beltrones olía a naftalina norteña de otros tiempos ya idos cuando el sonorense jugó importantes papeles protagónicos en los sistemas de seguridad y posteriormente en la política nacional.

Tratar de descalificar a un cuadro político de ser “joven impetuoso”, inmaduro y mentiroso sonó ridículo y absurdo. En tanto el olor de la naftalina aumentaba y la imagen de la derrota priista se agrandaba en las expresiones desencajadas de Manlio Fabio Beltrones. La imagen de la derrota era evidente.

Otras épocas asoman por la experiencia electoral vivida en catorce entidades del país y en las que estuvieron en juego doce gubernaturas de las cuales Acción Nacional ganó siete y arrebata al otrora partidazo Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo, Durango, Aguascalientes y Chihuahua; en la Ciudad de México ni sus luces, cero; el electorado les dijo no a todos, absteniéndose de sufragar el 72% de la ciudadanía.

Esta recomposición en el mapa geopolítico sitúa en el juego, de manera destacada, al PAN rumbo a las elecciones por la presidencia de la República para el 2018; al PRD lo revive como tercera fuerza política y a MORENA lo revela como una fuerza política con mayoría, para infortunio de la Ciudad de México, aunque a decir verdad, el triunfador en la Capital fue el abstencionismo al haber votado solo tres de cada diez ciudadanos.

Y no podía haber sido de otra manera, pues la realidad que se vive en la gran urbe no tiene contentos ni satisfechos a la gran mayoría que no acudieron a votar ¿Está claro? Ahora bien, que MORENA no ostente haber ganado la Ciudad de México, pues todavía está fresca la imagen de los dobles pisos mal hechos y no acabados. Aunque hay que reconocerle el manejo de un populismo eficiente, a través de tarjetas de alimentos sin gorgojos para la población de la tercera edad.

La pérdida de fuerza del PRI, es indudable, resultado del rechazo a una política tradicional, del abuso del poder público, de la ostentación de riquezas mal habidas, de la suntuosidad de las “Casas Blancas”, de las de Malinalco, de la imposición de candidatos sin experiencia política y nula trayectoria política, del desequilibrio del reparto de la riqueza en un país en donde un poco más de la mitad de su población se debate en la pobreza, en un país en donde si el precio del petróleo baja nuestra moneda se devalúa y si sube también, y en donde cada mes nuestra moneda se tambalea por las amenazas de las tasas de interés en los Estados Unidos. Pase lo que pase siempre nos toca las de perder.

Es explicable, en consecuencia, que jóvenes y valiosos cuadros políticos no estén de acuerdo con un PRI cínico, tramposo, perdedor de esta batalla electoral a pesar de todas las trapacerías usadas en la contienda; toda vez que los jóvenes son inconformes, les gusta ganar, son triunfadores y no se resignan a un presente que no les es favorable ni en lo académico, ni en lo laboral ni en los niveles de vida aceptable y mucho menos digna.

Es por estas razones, que los cambios en la correlación de fuerzas políticas han sido básicamente, porque se piensa diferente, desechando actitudes resignadas, enmascaradas con la prudencia, con la madurez y demás virtudes externadas por Beltrones, probidades, que por cierto, no lució el líder derrotado en el debate, disgustado su rostro lo delataba.

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