¿Quién al Senado?: Moisés Molina

Print Friendly, PDF & Email

Hoy se estaría consumando parte de cuanto expuse en mi entrega anterior y que forma ya parte del imaginario colectivo: la simulación en el proceso interno priísta para elegir candidatos a los cargos de elección popular que estarán en disputa el primer domingo de julio.

Podría no ser de esa forma, pero ante la determinación del Comité Ejecutivo nacional y del círculo cercano a Enrique Peña Nieto de ir en Oaxaca con Eviel Pérez Magaña y Sofía Castro Ríos como propietarios al senado de la república, lo de hoy se antoja una farsa en cualquiera de las acepciones que usted – amable lector – quiera darle de las tomadas del Diccionario de la Real Academia: “obra dramática desarreglada, chabacana y grotesca”; “pieza cómica, breve por lo común, y sin más objeto que hacer reír” o “enredo, trama o tramoya para aparentar o engañar”.

La colocación de propaganda Evielista en las mesas de registro donde se supone actúan encargados de un órgano imparcial y los comentarios vertidos telefónicamente por Pedro Joaquín Coldwell a María de la Nieves García Fernández, no sugieren otra cosa. Trató de disuadirla en su intención por registrarse con Martín Vásquez Villanueva y más aún, imponerle a un nuevo secretario general del ICADEP, que ella presidía para que asumiera la titularidad del organismo que, dicho sea de paso, no forma parte del Comité Ejecutivo Nacional y como Asociación Civil tiene Estatutos y vida interna propia e independiente. Seguramente algo parecido habrá sucedido con los restantes aspirantes.

Al delegado Osornio ya nadie lo escucha, pareciera que él vino a escuchar y por desgracia, llegó con un oído “malo”. Por ello Pedro Joaquín tiene que intervenir directamente, donde antes eran altamente eficaces los delegados enviados por el CEN. Nieves, como otr@s priístas están en abierta rebelión y están sentando, desde mi óptica, una incipiente cultura de la libertad dentro de un partido asfixiado con la línea, la simulación y las imposiciones absolutas. Hoy persisten, pero matizadas; son relativas, ya no absolutas.

Serían entonces tres fórmulas de propietarios, las registradas con seguridad: la de Eviel con Sofía Castro; la integrada por María de las Nieves y Martín Vásquez y sorpresivamente la de Celestino Alonso con el popular Pepe Guzmán. Lo de Heliodoro Díaz, parece que se quedará en un pronunciamiento público. Una cosa es segura: las distintas a la de Eviel no son fórmulas de comparsa. Van con la intención de competir y esperan un dictamen favorable. De negárseles o declarar improcedente su registro por parte del órgano auxiliar de la Comisión Nacional de Procesos Internos, presidida por Vicente de la Cruz (¿Por qué renunció o renunciaron a Don Jorge Martínez Gracida que llevaba tantos años en el cargo?) estaríamos ante los nubarrones de los órganos electorales con pronóstico de tormenta. No hay que temer a la competencia; como pensó Luis Donaldo, hay que temerle a la incompetencia política.

Si las encuestas que tanto se presumieron aportan tanta confianza a quien las gana, ¿hay razón de oponerse a la elección abierta entre militantes y simpatizantes? Las encuestas se habrían levantado en Oaxaca, no en Yucatán o Chihuahua. Una real competencia intrapriísta en las urnas, no le vendría mal a un partido tan resquebrajado en Oaxaca. Creo que lo fortalecería sobre todo ante la opinión pública que no termina de creer que se trata de un nuevo PRI.

Sé que la crítica afecta de diferente manera a cada priísta, dependiendo de la delgadez de su piel. Por ello procuro proponer alternativas para que resulte constructiva. Alguna vez escuche con profunda tristeza, a uno de mis compañeros priístas decir, que el PRI nunca iba a cambiar, como si se tratara de un organismo vivo que en su genética llevara el ADN de la simulación, de la línea, de la imposición, del engaño y del -institucionalizado por algunos- “chocomilazo”.

Estoy de acuerdo en que de ellos no depende el cambio, porque no les conviene y no desespero porque sé que una nueva generación más preparada, más limpia y con más altura de miras viene de la mano del tiempo. Es la generación de científicos y artistas que saben que la política no es sólo –como quería Rusell- una actividad humana; es además ciencia y además arte.

moisesmolinar@hotmail.com

twitter:@MoisesMolina