Primer año: Mario Arturo Mendoza Flores

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El pasado jueves 1 de diciembre, la administración de Gabino Cué Monteagudo cumplió su primer año de ejercicio; por lo que confirmando que las cosas son vistas por quien las analiza de acuerdo al cristal con que se mira, diversas apreciaciones y adjetivos han surgido para calificar estos primeros doce meses de gobierno “del cambio”. Hay para  quienes 365 días son similares a 80 años y con total desesperación comienzan a señalar que dónde quedó el cambio prometido; como también los hay quienes consideran que todo marcha sobre ruedas y que Oaxaca cambió con su sola llegada al poder: ni lo uno, ni lo otro. A ambos se les olvidan las palabras que con toda claridad expresó Gabino Cué en su toma de protesta en el Congreso estatal: “…no llegó con una varita mágica en las manos para cambiar las cosas de un día para otro. Habrá cambios en el largo, en el mediano y en el corto plazo. Sentaremos las bases para pasar de la alternancia a la transición democrática”.

 

Haciendo un poco de memoria, que por cierto algunos la tienen muy corta, habrá que recordar que la elección del año 2010 fue de las más competidas y divididas dado los antecedentes sociales registrados en años anteriores. Tal competencia electoral derivó después del 4 de julio en un grupo muy amplio de damnificados políticos y en contraparte de otro –éste no tan amplio—de beneficiarios de lo mismo. Comento lo anterior, pues hay quienes tomaron el triunfo de la oposición como una afrenta personal dada la pérdida de privilegios y canonjías que con la derrota se les arrebataba y a la cual ya se habían acostumbrado a vivir por décadas; aunque por qué no decirlo, no faltaron los que de inmediato saltaron del barco que se hundía al que recién salía a alta mar para no caer en el error de vivir fuera del presupuesto, aunque tal situación sea uno de los principales reclamos y señalamientos de “ tirios y troyanos” en contra de la actual administración.

 

La conformación del gabinete generó muchos comentarios: que si era el pago de cuotas a grupos afines, que dónde estaban las mejores mujeres y los mejores hombres que se había prometido, que los partidos políticos de la coalición habían llevado mano para ubicar a su gente en las Secretarías, que se trataba de un gabinete plural e incluyente, entre otras más. La ciudadanía sin embargo les otorgó un voto de confianza, pues en su mayoría se trataba de rostros nuevos y con antecedentes positivos en las respectivas áreas que les tocó encabezar. Posteriormente vino aquél asunto de la Ley Orgánica que sin considerar sus efectos y alcances fue remitida al Congreso del Estado para su aprobación y aplicación, la que una vez entrada en vigor derivó en situaciones de irregularidad que impactaron negativamente en el recién conformado Gabinete. Circunstancia, que como muchas más, fue aprovechada por los ahora opositores para señalar y descalificar al gobierno del cambio. Las renuncias hasta hoy registradas, así como los cambios que se anunciarán en las próximas horas, serán con el afán de rectificar el camino y para enviar el mensaje de que lo mejor de la alternancia está por venir.

 

Paradójicamente, lo que para unos significa un avance, para los otros significa un retroceso y viceversa. Es el juego de la política que por años se implementó en nuestro estado y que se muestra renuente a ser erradicada. Ya lo he dicho anteriormente, se cuestiona dónde quedó el cambio ofrecido y cuando las acciones se encaminan hacia ese cambio, de inmediato surgen las críticas y los señalamientos para tratar de impedirlo, es una estrategia clara. Pongo unos ejemplos: se demanda justicia y cuando se dan los primeros pasos para otorgarla, de inmediato se cuestiona el por qué se está haciendo, o por qué parcial y no total. Se pregunta que dónde quedó el ofrecimiento de meter a la cárcel a los corruptos y cuando se inicia el procedimiento para ello, se acusa al gobierno de realizar una persecución política contra sus antecesores. Se pide transparencia en el manejo de los recursos públicos y cuando consecuencia de ello se dilatan la liberación de los mismos, se argumenta falta de capacidad y de compromiso por parte de sus titulares. Se pide aplicar la ley contra quienes con sus manifestaciones afectan a terceros y cuando se procede a su ejecución se esgrime represión y falta de sensibilidad gubernamental.

 

Negar que el primer año de gobierno ha sido de claroscuros sería un error, como también lo sería el no aceptar que muchos sabían que sería así y no de otra manera dados los múltiples intereses que están de por medio y que se afectaron con el triunfo de la coalición. Nunca una transición hacia la democracia ha sido fácil, aunque sí en su mayoría termina triunfante. El 2012 –año de elección presidencial–  está a la vuelta de la esquina, con ello se incrementarán las estrategias como las que acabo de narrar, por ello es importante que se hagan los ajustes necesarios que eviten que el posicionamiento de que las cosas marchan peor que antes permeé entre el ciudadano, insinuando con ello que se debe regresar a lo mismo por lo que se trabajó recientemente. Las acciones de gobierno deben incrementarse y difundirse en forma institucional y no en forma personal como se venía haciendo hasta hace poco. Que la experiencia obtenida en el primer año de gobierno sirva para la renovación de la esperanza de miles de ciudadanos que esperan los beneficios de un gobierno distinto a los de antaño y que sin embargo cree seguir viendo las mismas prácticas en los hechos. Es tiempo de revisar y de retomar los principios y los ideales que le dieron forma a la coalición que con el apoyo de la ciudadanía logró la tan anhelada alternancia en el estado, el no hacerlo podría significar una dolorosa sorpresa en las elecciones del 2012, pues el voto se convierte en una herramienta de evaluación del quehacer público.

 

Las cosas van bien, pero pueden ir mejor si se lo proponen.

Twitter: @Mario_Mendoza_F