PRI-PAN. ¡Contra los trabajadores, contra el pueblo!: Rubén Mújica Vélez

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La historia primero como tragedia, después, comedia. Los priístas, los herederos de los que impulsaron después de un movimiento armado, una Constitución Política en sus tiempos de avanzada, ahora se encargan de demoler la historia de sus “abuelos”. En la de 1917 los avances del pensamiento nacionalista se reflejaron en el 3º, el 27 y el 123 Constitucionales. En varios más se palpó la impronta del pensamiento primordialmente magonista.

Como resultado de una lucha en la que la burguesía se apoderó del liderazgo postrevolucionario, después de haber asesinado a los principales líderes populares, Villa y Zapata, los representantes de las clases medias, mediatizadoras, programaron las enmiendas constitucionales. En lo agrario, sabemos que la dotación a  ejidatarios e indígenas radicó en el orden de prelación agraria: los exlatifundistas pudieron escoger las tierras que con carácter de inafectables, les garantizaba una revolución declinante.

Así a los despojadores de tierras,  a los que las acapararon frecuentemente mediante genocidios de indígenas, a los que “movían” las mojoneras y usaban los servicios de los “guardias blancas”, a esos, la Constitución Política ajustada por los grupos aburguesados de militares y políticos urbanos, los premiaron con las mejores tierras. Eso explica un fenómeno que muchos no entienden: el retacerío ejidal. Las de los exlatifundiasta tuvieron garantizado el riego; los ejidatarios  e indígenas ¡se fregaron, total siempre han sido jodidos! En  otras cosas fueron capaces de comprar los servicios de los “agrimensores” y mover la orientación de los planos para arrebatar las mejores tierras. En La Laguna los ancestros de un prospecto de candidato a Gobernador Guillermo Anaya, despojaron así al ejido “Norias y Jacales”.

El Art 123 Constitucional es señero en materia laboral. Aportó bajo las ideas magonistas un bagaje de derechos sociales de los trabajadores que motivaron que, decían los rusos de la Revolución de 1917, los mantenía a la expectativa de lo que sucedía en nuestro país. Entonces sí la Constitución Política era de avanzada y la primera del Siglo XX que contenía un derecho social revolucionario. Lograrlo no fue solo producto de la ideas magonistas sino de la sangre regada por anarquistas, nacionalistas, comunistas, que plasmaron un texto constitucional ejemplar en su tiempo.

Cierto. La Revolución Mexicana, conforme se orientó en beneficio de una burguesía avariciosa, fue cooptando ¡corrompiendo!, a decenas de líderes obreros que alegremente se dejaron corromper. El mejor ejemplo. “Los Cinco Lobitos”, entre los que destacaban Fidel Velázquez y Jesús Yurén. Después un racimo: Napoleón Gómez Sada, padre del actual “Napito” a quien heredó el sindicato minero que ahora, por ironías históricas y más por la avaricia del Grupo México de los Larrea, han convertido en adalid del sindicalismo y es defendido incluso internacionalmente. La “Güera” Rodríguez Alcaine, Pérez Ríos, hasta llegar a la “Gorgona” Elba Esther Gordillo, integraron la serie de líderes que vendían contratos colectivos, posponían huelgas y reducían demandas, a cambio de la gratitud de los patrones.

Ahora, los priístas herederos de los que fincaron un nuevo derecho laboral mexicano e internacional, esos retoños, inconsecuentemente ahora nominados como “socialdemócratas”, sin tener idea de su significado, están demoliendo el Art. 123 Constitucional. Aducen estar “globalizando” a México, mediante la “Nueva Cultura Laboral”. En rigor, están destruyendo el ideario y el proyecto de nación que se creó con esa Constitución. Están prestos a poner a la venta, cada vez más barata, la mano de obra mexicana. Los trabajadores sin derecho alguno, aherrojados por los patrones, se sumarán a protestas sociales y a desatar un fenómeno que crece sin remedio: la lucha de clases. Ese Frankestein que ahora revela que la burguesía internacional y su mozo de estoques, los plutócratas mexicanos, se disponen de consuno a elevar la expoliación de los trabajadores.

Se trata mediante este subterfugio laboral, anticonstitucional, de abaratar la mano de obra al grado de la inanición, así se empiece a desatar el problema de la violencia social. Obvio, a cambio de elevar al máximo las utilidades de los patrones. Por eso el gobierno federal, el PAN y el PRI impulsan los “out sourcing” que no son sino los trabajos en condiciones pésimas para los trabajadores: sin derechos a jubilación o pensión, contratados por hora trabajada, objeto de despido patronal sin aviso o indemnización alguna, sin prestaciones sociales, sin derechos a reparto de utilidades, sin protección alguna. El grado de desamparo de los trabajadores llegará al grado que en casos de fallecimiento o accidentes de trabajo, los patrones topen con una disyuntiva: negarse a pagar algo a la familia del fallecido, despedir al accidentado o hacer frente de su propio peculio con parte o el total de los gastos. Obvio los dos casos primeros serán la constante.

En Oaxaca ya existen oficinas de gestores de grupos de “outsorcing”. Recientemente un amigo me dijo: se acabó el contrato. Me quedé desempleado. Una familia más arrojada al hambre.

¿Con esas descaradas agresiones a los trabajadores, el PRI recuperará la Presidencia de la República? ¿Este nuevo asalto a la sociedad mexicana, lo firmarán ante notario público? O ¿los priístas promotores del crimen laboral, serán acaso panistas-yunquetos?

rubenmv99@yahoo.com