Perspectivas de la economía a cien días de gobierno: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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Dedicado a mi madre, una oaxaqueña ejemplar

 

Las nuevas autoridades estatales cumplen cien días en funciones y para muchos analistas los resultados son francamente desastrosos, atribuibles totalmente a lo que se ha hecho o dejado de hacer por parte de los nuevos funcionarios. Esto es parcialmente cierto, ya que por un lado no se cuenta todavía con estadísticas que permitan evaluar el desempeño de la nueva administración y por otro, muchos de los problemas que ahora se manifiestan son el resultado de varios años de administraciones autoritarias, que al no someterse a la evaluación y escrutinio público fomentaron la corrupción, el chantaje, la ignorancia y las sociedades para la búsqueda de rentas.

La economía de Oaxaca está sometida en este momento a dos fuerzas que permiten suponer que el atraso se mantendrá. Por un lado un gobierno que, aunque tiene poco tiempo y no se cuenta con información precisa para evaluarlo, ha cometido sendos errores, sobre todo de política, basta recordar que se nombró secretario de economía a un personaje que resultó ser un delincuente que utilizaba una cédula profesional falsa. La otra fuerza está representada por aquellos grupos que a toda costa desean que el gobierno fracase para que ellos puedan regresar al poder y hacer nuevamente un uso indiscriminado y poco transparente de los recursos públicos.

Se reúnen en el espacio oaxaqueño dos condiciones: incompetencia y corrupción. Queda claro, a menos que en los próximos años demuestren lo contrario, que buena parte de las nuevas autoridades no son lo suficientemente capaces para realizar la tarea de administración, control político y diálogo. Los hechos ocurridos en los primeros cien días y de los cuales se ha dado cuenta en los diversos medios de comunicación, indican que la corrupción es un problema endémico que continúa recrudeciéndose, esto deteriora la calidad de las instituciones y por esta vía obstaculiza la competitividad.

Durante los últimos años el comportamiento de la economía oaxaqueña ha estado por debajo de lo esperado, su crecimiento es insuficiente, excepto por algunos periodos muy cortos. De hecho del primer trimestre del 2004 al tercero, la economía creció 6.5% en promedio, del cuatro trimestre del 2004 al segundo del 2006 la economía creció un 2.0% en promedio, del tercer trimestre del 2006 al cuarto trimestre del 2008 creció un 1.3% promedio y del primer trimestre del 2009 al primero del 2010 la economía de la entidad retrocedió 2.3% en promedio. Como resultado de la recuperación de la crisis del 2009, en el segundo trimestre del 2010 Oaxaca creció 11% y 6.6% en el tercer trimestre, se espera que en los trimestres más recientes el crecimiento sea más moderado (Fuente: INEGI, Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal).

La falta de crecimiento económico elevado y sostenido se ha convertido en una de las principales razones por las cuales la entidad no genera los empleos necesarios para la población económicamente activa, presionando a la población a migrar de forma ilegal a los EE.UU., incorporarse a la economía informal o bien integrar las filas de la delincuencia, tanto de forma organizada como desorganizada.

Corregirse esto no es tarea de cien días, requiere de un esfuerzo permanente de largo alcance, pero como lo he mencionado antes, no será posible si se siguen conjugando incompetencia y corrupción. Los oaxaqueños tenemos que entender que solamente unidos podremos salir adelante, que la división y la confrontación a lo único que conducen es al estancamiento permanente y al subdesarrollo. Evidentemente, también tenemos que fortalecer nuestras capacidades y combatir enérgicamente la corrupción.  

Como resultado de los malos gobiernos y de los malos ciudadanos, con cifras de la consultoría Aregional, se tiene que Oaxaca ocupaba la posición número 32 de 32 entidades en el 2010, producto de la debilidad en su política comercial, financiera, fiscal, marco legal y estado de derecho, así como la baja concentración de industrias manufactureras.

Revertir esta situación implica realizar sendas reformas en el ámbito político y económico local, pero también esperar que suceda lo mismo en el plano nacional y que se goce de un estable entorno internacional.

Una buena base consiste en el fomento de la democracia, los mercados libres y competitivos, así como un gobierno eficiente y transparente en todos los ámbitos. En los siguientes días, las nuevas autoridades pueden revertir la mala imagen que ahora se tiene de ellas y con resultados demostrar que nos hemos equivocado en este diagnóstico preliminar en el que se concluye su incompetencia a cien días de gobierno.

No se trata de destruir, sino de construir para que las perspectivas de la economía oaxaqueña vayan mejorando y la entidad pueda dejar el último lugar del ranking nacional de competitividad. Debemos entender que a todos conviene la prosperidad de la economía.

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* Doctor especializado en estudios regionales y profesor-investigador de la UACJ