Perro, sí come perro, entre los periodistas oaxaqueños: Alfredo Martínez de Aguilar

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* Durante una visita a su hogar en la calle de Las Rosas, ya retirado, don Néstor Sánchez me reveló el nombre del operador de su agresión en el gobierno de Rodolfo Brena Torres. Benito García Hernández, su Jefe de Prensa, le mandó golpear a tubazos, a las puertas de Carteles, molesto por las frecuentes críticas al entonces gobernador.
* Agradezco eternamente a “Carlitos” ser el detonante para iniciar con don Jesús Torres Márquez la más grande aventura de vida en el periodismo, que me ha llevado a hacer locuras como intentar entrevistar a don Pablo Escobar en Colombia y a conocer a personajes de leyenda como Epigmenio Ibarra, como reportero de IMEVISION.

 

(Mea culpa: Con justa y sobrada razón el Licenciado en Derecho y Sacerdote Católico, José Guadalupe Barragán Oliva, Párroco del Templo de Felicitas y Perpetuas, llamó ayer por teléfono para hacerme una reconvención fraterna. Palabras más palabras menos reclamó que en la columna sobre la historia de vida exitosa de mi amigo-hermano Salvador Flores Concha, no hubiera reconocido la invaluable aportación de su esposa, doña Avelina, en los triunfos obtenidos por éste. “Trabajó a su lado como no tienes idea. Chava es lo que es en gran medida por el trabajo de su esposa”, puntualizó. Ruego a mi pastor y a doña Avelina Hernández acepte mi disculpa por la torpe omisión) 

 

Indio de ascendencia mixteco-zapoteca, educado en la cosmovisión indígena y occidental judeo-greco-romana, tengo para mí la firme convicción que una de las mayores virtudes enseñadas por mis viejos abuelos, es la gratitud, el honor y la lealtad, honrando la palabra empeñada.

Don Juan y don Filiberto, mi papá grande y padre biológico, me enseñaron desde niño que una de las mayores traiciones a Dios, a sí mismo y a los demás, es la ingratitud. Indio que se respete, jamás debe olvidar un favor ni perdonar un agravio, aunque en ello le vaya la vida o la cárcel.

Para rendir homenaje a mi amigo-hermano Carlos Cervantes Pérez, decano del periodismo oaxaqueño, durante la presentación de su tercer libro, “Sucesos y Personajes de Ayer”, organizado por el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores, recordé la anécdota que compartimos.

El acto organizado por Los Cinco Fantásticos, Luis Ramírez, Humberto Cruz, Genaro Altamirano, Miguel A. Schultz y Yolanda Pech, tuvo como testigo de honor al maestro Agustín Márquez Uribe, quien dio cátedra política sugiriendo a los gobernantes recibir y escuchar a todos lo que deseen hablar con ellos, sin robarse un centavo.

Invaluable oportunidad para sostener que en el periodismo oaxaqueño “perro sí come perro”. En el gobierno de Rodolfo Brena Torres su Jefe de Prensa, Benito García, mandó golpear a tubazos a don Néstor Sánchez, a las puertas de Carteles, molesto por la crítica frecuente al gobernador.

El insigne periodista, quien me reveló el nombre del autor intelectual de su agresión, quizá murió indignado ante la impunidad del atentado que estuvo a punto de costarle la vida. Las autoridades responsables de la procuración y administración de justicia se hicieron de la vista gorda.

Corría el año de 1974 y don Manuel Zárate Aquino iniciaba su fugaz trienio como Gobernador del Estado Libre y Soberano de Oaxaca 1974-1977, confiando en su probada honestidad y espíritu de justicia, encabecé una de  mis primeras luchas por la defensa de los derechos de mi pueblo. 

Los argumentos esgrimidos llamaron la atención del entonces reportero estrella del desaparecido diario Carteles del Sur, dirigido por don Néstor Sánchez Hernández, revolucionario del periodismo mexicano del que no tuve el honor de ser alumno, pero sí su fiel lector y posterior amigo.

Amable, atento y educado como es “Carlitos”, como de cariño y respeto le llamamos sus amigos, se tomó la molestia y tuvo la gentileza de entrevistarme, apareciendo al día siguiente en la portada de Carteles del Sur, lo que fortaleció la invitación del Gobernador a su hogar.

Agradezco eternamente a “Carlitos” ser el detonante para que por la amistad de mi abuelo y de mi padre con don Jesús Torres Márquez iniciara la más grande aventura de vida en el periodismo, que me ha llevado a hacer locuras como intentar entrevistar a Pablo Escobar en Colombia y a conocer a personajes de leyenda como Epigmenio Ibarra, como reportero de IMEVISION.

Seguramente en el ánimo de don Manuel influyó el cariño parental de mi tío Marcial Matías, quien era su chofer y uno de los hombres de absoluta confianza del Gobernador Zárate Aquino junto con el extraordinario policía oaxaqueño y mexicano Panchito López Vásquez, que en paz descansen.

Acudí al día siguiente de la audiencia, solo, como lo solicitó el Gobernador, nervioso y sorprendido, a la colonial casona que por residencia tenía don Manuel y La Negrita, la ilustre profesora María Eugenia Castañeda, en la calle de Murguía, cuya extraordinaria biblioteca me dejó babeando.

Don Manuel pidió amablemente que le explicara el origen del conflicto agrario que enfrentaba mi pueblo, Santa Elena de la Cruz Xoxocotlán, por la eterna ambición desmedida de un grupo de comuneros que ya veían como botín el polígono de la zona arqueológica de Monte Albán.

Entre sorbos de exquisito café, informé al Gobernador más íntegro y honesto que ha tenido Oaxaca, de manera amplia y detallada las causas, razones y motivos del tráfico de tierras comunales y ejidales, con la complicidad de las autoridades de las dependencias del sector agrario.

Entregué a don Manuel pruebas documentales públicas y evidencias de indicios jurídicos sobre la ya escandalosa corrupción de los titulares de las delegaciones federales de la entonces Secretaría de la Reforma Agraria, el Registro Agrario Nacional y la Procuraduría Agraria.

La paradigmática corrupción en el gobierno populista de Luis Echeverría era operada por el grupo conocido en el gobierno de Heladio Ramírez López como “Los Extraditables”, encabezada por Augusto Gómez Villanueva, Félix Barra García, Alfredo Ríos Camarena y Fausto Cantú Peña.

Históricamente, son estos actores políticos los responsables del inicio de la destrucción de las unidades agropecuarias, empresas y, sobre todo, la educación pública, laica y gratuita, en sus niveles, básica, media, media superior y superior en Oaxaca, en el IEEPO y la hoy UABJO.

Comenté, incluso, con el licenciado Zárate Aquino la existencia de casas de seguridad de la guerrilla urbana en las colonias populares como la Emiliano Zapata, creadas por la invasión de tierras por la Coalición Obrero-Campesino-Estudiantil de Oaxaca (COCEO) y el Bufete Popular Universitario (BPU).

 

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