Panorama de la distinción: Francisco Vasconcelos

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Comenzó un nuevo año, en el cual millones de personas han pedido cantidad de deseos para realizar en su transcurso, empero ¿seguirán pensando acaso que todo les caerá de la mano de “los otros”? porque siempre piensan que son las responsabilidades que les toca a los otros: la sociedad, el partido, el gobierno, la nación; pero rara vez, en el aporte fecundo del trabajo propio.

 

La época es grandiosa pero los hombres son tanto más pequeños y las consecuencias, horrendas; pero es resultado de un mismo motivo en lo profundo, la falta de pasado inmediato formativo, nosotros como nación no la hemos tenido y por eso ahora no se piensa en transformar y mejorar sino únicamente en destruir, y los hombres no se dan cuenta cuan materialistas son. Es allí donde residen las categorías: superior e inferior del ser humano, es allí donde nos damos cuenta que la época se ha tornado “ordinaria” y la mayoría de los hombres no se dan cuenta hasta que punto lo son. El bajo pensar y el bajo sentir pululan ya en todas partes y, mientras más grandes las ciudades, más grande en cantidad se encuentra esta forma de vida ordinaria.

Hay que entender para esto que la antítesis de “distinguido” no es pobre sino ordinario, puesto que es incluso ordinario socialmente, pensar que el ser humano se divide de acuerdo a una clase económica y no de acuerdo a categorías humanas; el conjunto enorme de cantidades monetarias es inclusive ordinario si estas no significan el trabajo redoblado de una labor bien hecha.

La vida entera se ha tornado ordinaria en la magnitud social: el mal gusto, las costumbres, el vestir, la belleza, el pensar, la gracia, el vivir, la autodisciplina. Pero la distinción en cuanto a categoría humana se puede obtener sin necesidad de mucho dinero porque eso se obtiene con disciplina, con voluntad. Una casa distinguida es aquella en la cual se demuestre la limpieza, el orden, y un tanto de cultura, porque precisamente para poder hablar de una “sociedad” como tal, es necesario que haya cultura; luego entonces ¿podremos hablar de nuestra sociedad como una Sociedad realmente?

Recordemos que en la historia no hay misericordia para los pueblos que se suicidan, por eso en las antiguas batallas de naciones enemigas lo primero que se destruía para someter al contrincante eran las bibliotecas, su cultura.

Actualmente, son tiempos en que todo titubea: el armazón de los estados, las relaciones sociales, inclusive las leyes que se han convertido en anarquía hecha costumbre. Y sin embargo, nos encontramos en momentos grandiosos en cuanto a posibilidades se precisa, sin confundir grandeza con felicidad pues con frecuencia se encuentran en ineludible oposición.

La humanidad está justamente en tiempos en que nuestros actos tendrán prontas y concretas consecuencias tanto en lo social y personal, y por lo mismo los sucesos que acontecen hoy son ya la consecuencia de éxitos y errores de nuestro pasado inmediato -y no tan inmediato- de nuestra nación y la política mundial.

La vida en la cual se desarrolla la historia humana nunca ha sido bonita ni cómoda, ha sido trágica y llena de fatalidad, y hoy que estamos acostumbrados a la vida blanda se nos miente y oculta esta realidad con la palabra crisis, diciéndonos que simplemente estamos en una perturbación momentánea de nuestra tranquilidad.

Hace unos días acabó un año más, y la vista a nivel nacional persiste hacia el gobierno entrante del nuevo presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en quien buscan cualquier error para que sus opositores se lo reclamen. Oaxaca también comienza un año pero los conflictos de penosas luchas en el estado -que no son más que de solo intereses particulares y de grupos- no ven fin, en cambio sí, el camino hacia una destrucción más prolongada.

¿Será que como nación podremos llegar a ser un pueblo distinguido en cuanto a categoría? ¿O seremos devorados por los acontecimientos como soñadores sin terminar con alguna grandeza? Se trata de ser sujetos y no objetos de la historia y si queremos ser los sujetos nos toca como nación, toda: como unidad total, como unidad espiritual, como unidad irrevocable, como unidad indiscutible; el promover el alzamiento del significado de la sangre, la primitiva voluntad de lucha, contra las potencias materialistas del dinero y las fuerzas anarquistas de la especulación. Ahí están los dados del juego, ¿quién se atreverá a jugar para ganar o perderlo todo?

 

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