No se hagan bolas, el PRI no está muerto: Raúl Castellanos

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La reciente encuesta del periódico Reforma causó revuelo. Si las elecciones programadas en el calendario electoral para el primer domingo de julio de 2018 se hubieran celebrado ese día, los resultados serían: Morena 28%, PAN 23%, PRI 17%, Independientes 10%, Otros 8%, PRD 6%, Verde 5%, Movimiento Ciudadano 3%; en el mismo sondeo a pregunta expresa ¿Usted piensa que el PRI debe seguir gobernando el país o que debe cambiar el partido en el gobierno?; la respuesta fue aún más contundente: 80% dijo NO y sólo el 13% se pronunció por el SÍ, lo que en buen romance hace ver a los priistas como mártires de su fanatismo.

Sin embargo, tratándose de encuestas que son fotos fijas al día que se realizan y conociendo cómo se las gastan los “técnicos” de las mediciones electorales (alguna vez liderados por el Walter Mercado de las predicciones Roy Campos) para confeccionar “Trajes a la Medida” (diseñando metodologías a modo o preguntas inducidas), ya sea de los “precandidatos” que pagan, o de los intereses, filias y fobias de los mismos medios que las publican; lo mínimo que podemos decir es que aún falta mucha agua por correr bajo los puentes del Grijalva para que Andrés Manuel pueda coronarse y por fin sentarse en la “Silla de Krauze” (versión Peña FIL de Guadalajara); lo cual no quiere decir que el péndulo de la historia no esté colocado en posición de girar a la izquierda.

Como es de suponerse, la ya famosa encuesta del Reforma provocó reacciones en todos los frentes; arriba a mi izquierda (Morena) no faltaron quienes lanzaron las campanas al vuelo, lo cual no les ayuda a su causa; de entrada ante la perspectiva del triunfo las pasiones y sobre todo las ambiciones (legitimas cuando no pierden la dimensión del fin superior) se han desbordado. Más evidentemente en el alguna vez “México Distrito Federal” de Chava Flores, hoy Ciudad de México (convertida en un cementerio y zona de escombros gracias a la ineptitud de Miguel Mancera, pero esa es otra historia) considerada reducto y fuente inagotable de votos para la izquierda en su conjunto; el pleito, bueno, digamos la disputa por la candidatura a Jefe de Gobierno entre Sheinbaum, Monreal y Batres es sólo un botón de muestra. A ello hay que agregar el desbordado oportunismo de todos los que se quieren subir a la balsa de Macuspana, incluyendo a los Bartlett, Korrodi, Ebrard, Barbosa y demás.

En este contexto, no son pocos los analistas políticos que ven en Andrés Manuel al peor adversario de López Obrador. Recién ayer conversando sobre el tema, un compañero puso sobre la mesa el texto de Luis Costa Bonino publicado el 10 de julio de 2013 por aristeguinoticias.com, aquí un fragmento “López Obrador es un luchador social, pero no un político. Desconfía del poder, le teme, no quiere ser Presidente. Sólo le gustan las multitudes, los abrazos, los aplausos, los discursos. Es muy buen candidato pero pésimo estratega. Es un conductor de masas, de multitudes. Su objetivo esencial es tratar de demostrar una superioridad moral absoluta en relación con todos los demás políticos de México. Es pretensión de superioridad moral, para él, es más importante que la presidencia”.

Y concluye “Quienes ganan o pierden las elecciones son los candidatos. Ni los partidos, ni los asesores, ni las campañas lo hacen. López Obrador contó con una maravillosa campaña que lo llevó a un lugar donde ni él pensaba llegar en la elección de 2012. Tuvo el triunfo asegurado, pero el mismo día que tuvo la victoria electoral en sus manos, renunció a ella. Rompió, terminó, destruyó el equipo que lo había hecho posible. López Obrador regaló dos elecciones imposibles de perder. La de 2006 y la de 2012”. Por lo que se advierte, la opinión de Bonino, si bien es producto de su desencuentro con Andrés Manuel, no deja de tener un aroma de interrogación de hasta dónde López Obrador no incurrirá en los errores del pasado…el tiempo lo dirá.

Por su parte, abajo a mi derecha; de inmediato hicieron sus cuentas alegres, 23 más 6 de los amarillos, más 3 de los alguna vez Convergentes, más lo que le quiten a los independientes y a quien se descuide ya la hicieron; de inmediato salieron a decir que ellos, o sea alguien surgido del PAN debe encabezar el bendito frente, lo cierto es, que para poder ponerse de acuerdo correrá sangre azul; la impresión (de los que dicen saber) es que a Felipe Calderón representado en su obsesión reeleccionista por interposita esposa, no lo dejarán pasar el “niño Fidencio” de la Mafia Azul, Ricardito Anaya y el “huachicolero” de Puebla, Moreno Valle, quien ya se siente el Alejandro Fernández de la polaca nacional por haber llenado de acarreados de los municipios gasolineros el Auditorio Nacional; por lo que la definición de la vela perpetua quedará entre ellos dos; y quienes, en atención a la encuesta (del Reforma) quedan en la posición más incómoda son los amarillos, que lamentablemente no tienen fichas con qué jugar; Graco ya se bajó de la contienda por la candidatura y ni Mancera ni Aureoles tienen posibilidades reales de ser competitivos.

Por lo que respecta al PRI, quienes ya le administran los santos óleos pueden equivocarse. Hasta hoy su juego es en las sombras; su principal reto es evitar que la elección se convierta en un referéndum a la gestión de Peña Nieto; contra lo que se afirma, el PRI tiene una gran capacidad de recuperación y manipulación, como ya lo evidenció en el Estado de México, cuenta con el aparato del estado federal (que no es poca cosa), recursos en “cash” lícitos e ilícitos, sin medida ni clemencia, una muy “buena” interlocución en el INE y el TEPJF y una estructura que no la tiene ningún otro partido. En lo inmediato marcaran rumbo, la ya muy próxima Asamblea Nacional, en donde el debate se centra en el “candado” respecto a los años de militancia, que a mi juicio es un falso debate, distractor; y los cambios en el gabinete, que si bien el primer priista recién dijo que sí pero no o quién sabe pueden suceder, son obligados. Si como se rumora se pretende perfilar a Aurelio Nuño como el elegido para contender, dos hechos parecen dibujar la pauta: el encuentro reciente de Claudia Ruiz Massieu con su tío Carlos Salinas de Gortari en Londres y la declaración de José Murat a la Jornada en el sentido de que “ya pasaron los tiempos de los ungidos y de la nomenclatura que todo lo decidía”.

Como se advertirá, ya no son los años del partido único. En el cómo resuelva el PRI sus equilibrios dependerá su capacidad de ser realmente competitivo, revertir las tendencias y convertir la elección de 2018 en una contienda de tercios.

“No se hagan bolas” al PRI no lo den por muerto.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh