No merece el título de presidente: Horacio Corro Espinosa

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A estas alturas, y con lo que vimos ayer en Culiacán, Sinaloa, ya nos dudamos de que vivimos dentro de un Estado tomado por el crimen.

Si analizamos algunas decisiones de Andrés Manuel López Obrador, nos daremos cuenta que fue él quien decidió dar la orden de abandonar “la plaza” del combate contra el crimen. Tan cierto como la súplica que le manda a las bandas criminales para que “se porten bien”, para que “no hagan sufrir a sus mamacitas”.

Desde que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de este país, dio la orden de ya no perseguir a las cabezas de las bandas criminales, mandó el mensaje, no sólo a los integrantes de los cárteles, sino también a los ciudadanos de este país, para que con toda libertad apaleen, pateen, insulten, escupan y lo que se les ocurra, a todas las fuerzas del orden que se les crucen en el camino.

Con lo que sucedió ayer en Culiacán Sinaloa, cualquier información, ya sea del gobierno estatal o federal, se desdibujó ante las noticias violentas desarrolladas en ese lugar.

Coincidentemente, todo comenzó después de que Alfonso Durazo, Secretario de seguridad pública, declarara en la mañanera del lunes 14, que el tema de la inseguridad en el país, “no hay nada que presumir”, además, aseguró, “hay un punto de quiebre, un punto de inflexión, una reducción mínima de la delincuencia.”

Después de su declaración, ese mismo día hubo una masacre de policías estatales en Aguililla, Michoacán. Hasta el día de hoy no se sabe exactamente cuántos abatidos resultaron después de que fueron emboscados, pero se cree que fueron arriba de 20.

Luego, hubo otro evento en las cercanías de Iguala, Guerrero. Allí mueren 14 civiles, que al parecer iban armados, y un oficial del ejército.

Un tercer suceso se desarrolló en Acámbaro, Michoacán, donde también fue otra masacre porque hubo muchos muertos.

Imagínense, si no se puede proteger a los que nos protegen, es decir, a los policías, entonces, cómo debemos sentirnos los mexicanos cuando los que nos protegen son asesinados con total impunidad y con toda violencia.

Y ayer jueves 17, tuvimos otro lamentable hecho de película en Culiacán, Sinaloa. Fue una escena de auténtica guerra. Pero lo más lamentable de todo, fue que la delincuencia pusiera de rodillas al gobierno federal, pues después de capturar al hijo de “El Chapo”, deciden liberarlo bajo el argumento de la “tranquilidad de la sociedad culiacanense”.

No cabe duda que Obrador se siente, porque así actúa, como un dios que tiene la capacidad de decidir quién es bueno y quien es malo. Se da la libertad de criminalizar a ciudadanos sospechosos de falsificar facturas, y perdonar a los criminales verdaderos, como se hizo con Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera.

En sus mañaneras ataca a empresarios, prensa, políticos opositores, conservadores, y a todos aquellos que no están de su lado, pero a la hora de los trancazos, como ayer, no responde. No creo que Obrador merezca el título de presidente.

 

Twitter: @horaciocorro

Facebook: Horacio Corro

horaciocorro@yahoo.com.mx