No gana MALO y Morena invade tierras de propiedad privada: Alfredo Martínez de Aguilar

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Ante la falta de respeto a la Ley por la complicidad histórica de las autoridades, federales y estatales, desde los 70, cualquier resentido social se siente revolucionario en Oaxaca, sin serlo. El gran problema es que han destruido y continúan destruyendo impunemente a Oaxaca.

Es muy cómodo, fácil y sencillo ostentarse como revolucionario expropiando o invadiendo propiedades privadas en el campo o la ciudad, para pretextar regalárselas a los pobres, aunque en realidad se las vendan para acrecentar sus fortunas mal habidas.

Perversa maniobra que no es nada gratuita, pues se hace a cambio de votos y de ser cliente de la carne de cañón en las movilizaciones, marchas, bloqueo de calles y carreteras, toma de oficinas públicas y casetas de peaje, y retención de funcionarios públicos.

Salvo unos cuantos mesiánicos fanáticos fundamentalistas marxista-leninistas a la inmensa mayoría les mueve la ambición y corrupción burguesa más que la convicción izquierdista. Pegan con la izquierda y cobran con la derecha en los gobiernos capitalistas burgueses.

A la vista de todos los oaxaqueños están sus residencias en Oaxaca y en otros estados del país o en el extranjero, ranchos con grandes extensiones de tierra y ganado, vehículos de lujo, flotillas de autobuses, microbuses, taxis y mototaxis. Muchos de ellos han llegado a gobernar con el PRI y el gobierno coalicionista de Gabino Cué.

Los nombres de los enemigos de Oaxaca y de los oaxaqueños son sumamente conocidos. Traen en las nalgas el fierro del establo de algunos de los ex gobernadores al servicio de quienes continúan en los gobiernos en turno y desde todos los partidos. No tienen madre ni escrúpulos.

Dinamitaron la universidad pública, hasta llegar prácticamente a la privatización de la UABJO en manos hoy en día de la familia real del narcomenudismo; lo mismo hicieron con la educación básica, pública, laica y gratuita; invadieron las mejores tierras productivas y quebraron numerosas empresas con sus sindicatos independientes.

A la fecha continúan invadiendo tierras de propiedad privada como, una y otra vez lo hace en Santa Rosa Panzacola, el saltimbanqui perredista-petista-morenista José de Jesús Romero López, presidente de la Mesa Directiva de la LXIII Legislatura local del Congreso del Estado.

El popular “Charbelín”, insultado telefónicamente por el ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, quien le echó en cara las grandes cantidades de dinero que le dio durante su gobierno, vuelca su resentimiento social por su bastardía invadiendo tierras, con pleno conocimiento que son propiedad privada y no bienes comunales de San Jacinto Amilpas.

Para consumar las invasiones utiliza a los ex y presidentes municipales y activistas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hoy del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de San Jacinto Amilpas, como Víctor Amado López Hernández e Ignacio Cruz López, así como al actual munícipe, Xavier García Ramírez y su Director Jurídico, Carlos López León.

Hábiles y perversos, aprovechan a su favor que en su inmensa mayoría los oaxaqueños, se convirtieron en indignos y cobardes desgüevados, incapaces de defender sus más elementales derechos al libre tránsito en calles y carreteras y, sobre todo, a la educación pública de sus hijos.

Hasta ahora, gozan de total impunidad, pues son utilizados como instrumentos del propio Estado mexicano y de los gobiernos federal y estatal en turno, para golpear a sus enemigos políticos. Sin embargo, frecuentemente las autoridades son rebasadas por estos grupos de presión.

Han sido financiados por el Estado mexicano, burgués y capitalista. El populista Luis Echeverría Álvarez, traidor vendepatrias -espía de la CIA con clave Litempo 2-, particularmente manipuló el odio social de los nietos de ex gobernadores oaxaqueños venidos a menos.

Incendiaron Oaxaca desde la Federación Estudiantil Universitaria (FEO), el Bufete Popular Universitario (BPU), la Coalición Obrero, Campesino, Estudiantil de Oaxaca (COCEO) desde la gloriosa hoy Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).

Alentados por la Iglesia y sectores radicales del Partido Acción Nacional (PAN) no tardó en surgir la guerrilla en la entonces UBJO con el Partido Revolucionario Obrero Clandestino-Unión del Pueblo (PROCUP), dirigido por el panista Arturo Cortés Gutiérrez y cuatro de sus doce hermanos, José Guadalupe, José Luis, Salvador y Felipe.

Después surgirían las alianzas con el Partido de los Pobres (PDLP) y la Liga Comunista 23 de Septiembre hasta llegar al Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR) y su escisión en el Ejército Popular Revolucionario Independiente (ERPI).

Paralelamente, aparecería la Coalición Obrero, Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI), la Unión General Obrero, Campesina, Popular (UGOCEP), el Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) y la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Genialmente perverso, el alcohólico Jesús Reyes Heroles, Secretario de Gobernación en el gobierno del frívolo presidente José López Portillo, volcó su resentimiento político contra Oaxaca al saber que jamás sería presidente de la República por ser “churumbel”.

Enloquecido por la soberbia al sentirse el “Churchill mexicano” y experto en Teoría General del Estado no perdonó al más honesto de los gobernadores oaxaqueños, Manuel Zárate Aquino, extraordinario jurista, que exigiera a la Federación respeto a la soberanía de Oaxaca, para terminar con la agitación y subversión anidada en la UABJO.

Reyes Heroles contó con la traición de los gobernadores Víctor Bravo Ahuja, compadre del presidente Echeverría Álvarez, y de Fernando Gómez Sandoval, quienes corrompieron a los dirigentes universitarios. Ello, a pesar que Fernando era compadre de don Manuel Zárate Aquino.

Bravo Ahuja, incubó el huevo de la serpiente de la posterior agitación y subversión de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que hoy se devora la cola, al traer a Oaxaca a guerrilleros de las Normales Rurales de Ayotzinapa, Guerrero, y de El Mexe, Hidalgo.

Con el apoyo gubernamental, milicianos normalistas como Erangelio Mendoza González y Gustavo Adolfo López Ortega, entre muchos otros, convirtieron a Oaxaca en tierra de guerrilla, agitación y subversión permanentes desde finales de los 60, especialmente en la década de los 70 y 80.

No hay que olvidar que Heladio Ramírez perpetró la mayor traición al pueblo de Oaxaca al entregar el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) a la Sección XXII de la CNTE el 28 de octubre de 1992, a través de Lino Celaya Luría, otro resentido político al no ser candidato a gobernador.

Como el mal ejemplo cunde, debido a la impune anarquía rampante, hoy suman 685 organizaciones sociales, la mayoría membretes radicales que sirven de camuflaje a los grupos armados de la guerrilla, del crimen organizado y del narcotráfico que operan en Oaxaca.

Con la complicidad de los grupos políticos en permanente pugna en Oaxaca estallaron en 2006 la “primera revolución del siglo XXI” aglutinados en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) con el mercenario perredista-panista-morenista Flavio Sosa Villavicencio a la cabeza.

Hoy las organizaciones sociales radicales giran en mayor o menor medida en torno al partido de Manuel Andrés López Obrador (MALO) Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Se reorganizan pública y clandestinamente para soltar al tigre y estallar la revolución tras la tercera derrota consecutiva de López Obrador.

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