“No dejaron chingarme a mis rivales”: La Barbie

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Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, soltó su coraje por no lograr uno de sus principales objetivos: eliminar a Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, líder de Los Zetas, y a Héctor Beltrán Leyva, El H. “Ya no me dejaron chingármelos”, dijo a las autoridades federales luego de ser detenido en un operativo que le impidió oponer resistencia.

El enojo del presunto narcotraficante estadunidense, quien según reportes oficiales dirigía una organización criminal “independiente” con redes en el DF y cinco estados, contrastó con la sonrisa que mantuvo ayer en el Centro de Mando de la Policía Federal, en Iztapalapa.

“Cuando lo detuvimos estaba molesto porque, él mismo dijo, ya no pudo concretar las ejecuciones de El Lazca y El H, hermano del extinto Arturo Beltrán Leyva, El jefe de jefes, enemigos con los que sostenía una cruenta lucha por el control de rutas y mercados”, dijeron funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública federal.

De acuerdo con autoridades, La Barbie intentó refugiarse en su finca ubicada en camino Nace el Agua, zona de la cañada Alférez, en Lerma, Estado de México, tras enterarse de la muerte de su contador y “brazo derecho”, Aarón Arturo Becerril o Bruno Díaz Garza, abatido el lunes cerca de Perisur, en un enfrentamiento con federales que lo cercaron después de meses de investigación.

Valdez Villarreal fue alertado del tiroteo y salió de un domicilio de Bosques de las Lomas, a su “casa de seguridad” en un convoy de tres vehículos (Ford Focus 2004, Malibú 2008 y Cruze 2010), utilizados para pasar inadvertidos.

Con base en labores de inteligencia, la Policía Federal desplegó un operativo en varios puntos de la carretera México-Toluca, donde un “muro” de sicarios custodiaba a La Barbie; sin embargo, al percatarse de que eran seguidos, algunos gatilleros se desviaron en un intento por atraer a los federales.

La estrategia falló. Valdez Villarreal siguió hacia su cabaña, donde fue detenido sin oponer resistencia; tampoco pudo solicitar refuerzos, debido a que en la zona no hay señal de teléfono móvil ni de radio.

Facundo Rosas, comisionado de la Policía Federal, reveló que en el operativo participaron policías de élite, algunos encubiertos, que desde hace tiempo seguían a La Barbie, un “blanco” considerado de una “movilidad impredecible”.

La acción derivó de meses de intercambio de información con Sedena, Marina, PGR y DEA, además de que en el despliegue de fuerzas federales del 9 de agosto en Bosques de las Lomas se obtuvo información de nuevos domicilios del capo, quien traficaba una tonelada de cocaína al mes hacia EU.

“Fue un operativo de poca espectacularidad y mucha eficacia, que no dio tiempo a sus acompañantes de accionar inclusive un lanzagranadas que llevaban. Junto con él fueron capturadas seis personas, dos mujeres y cuatro hombres”, señaló el funcionario.

Pacto y traiciónLa Barbie conoció en 1998 a Arturo Beltrán Leyva y se ganó su confianza. En 2001 los líderes del cártel de Sinaloa le encomendaron pelear la plaza de Nuevo Laredo, Tamaulipas, al cártel del Golfo, encabezado por Osiel Cárdenas y su brazo armado, Los Zetas.

 

En 2003 fue designado jefe de seguridad de El jefe de jefes, quien por su “lealtad” le asignó el control de la plaza de Acapulco, Guerrero, y dos años después extendió las operaciones a todo el estado.

En 2007 participó en una reunión “cumbre” del crimen organizado en Cuernavaca, en la que se pactó el término de las agresiones. Participaron ahí El Chapo Guzmán, El Mayo Zambada, Juan José Esparragoza, El Azul, Nacho Coronel, Arturo Beltrán Leyva, Gerardo Alvarez, El Indio, y los líderes de Los Zetas: Heriberto Lazcano, El Lazca, y Miguel Treviño, El 40.

Tras la muerte de El jefe de jefes, en diciembre de 2009, los hermanos Beltrán Leyva lo culparon de haberlo traicionado. Según Valdez Villarreal, el día de la muerte de su protector recibió una llamada de éste para solicitarle su apoyo ante el cerco de la Marina. En respuesta, “le sugirió que se entregara”.

La fincaLa Barbie fue detenido en una finca rústica ubicada en el Estado de México, que destaca entre otros inmuebles a medio construir y chozas. Su refugio tiene dos niveles, cinco recamaras con baño, tres estancias y sala de juegos con mesa de billar.

 

En la finca hay cajones en desorden, estuches vacíos de relojes Cartier y piezas Gucci, floreros y ropa en el piso, dos motocicletas tipo cross y un perro labrador.

El capo llegó al Centro de Mando, descendió de un camión blindado, conocido como Rinoceronte, esposado, con las manos al frente. Todo el tiempo sonrió y mantuvo una actitud altiva.

Milenio