Morena le apuesta todo a 2018, y menosprecia la construcción de proyectos a futuro en todos los ámbitos: Adrián Ortiz

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Cuando a mediados de diciembre del año pasado, Andrés Manuel López Obrador vino a Oaxaca a anunciar que su coordinadora estatal, e inminente candidata a encabezar la fórmula de su partido de candidatos al Senado, sería la cantante Susana Harp, la noticia fue poco difundida en medios de la capital del país. Una decisión más o menos similar acaba de ser anunciada en la Ciudad de México: Morena registró entre sus candidatos a diputados federales por la Ciudad de México, al cantante Sergio Mayer. Aunque la pobre trayectoria profesional y nula actividad política del intérprete causaron cierta mofa, lo importante tendría sería poder comprender la lógica (y la frivolidad, la ausencia de futuro, y conveniencia de corto plazo) de esas postulaciones.

En efecto, la inminente postulación de Susana Harp en Oaxaca causó conmoción particularmente en el espectro político y entre quienes eran parte de la carrera por esa postulación, debido a que para ganar la gracia del reconocimiento en Morena hubo quienes renunciaron a otros partidos, redoblaron el activismo en campo, o intentaron construir diversos acuerdos políticos internos para tratar de allanar una decisión del tabasqueño a su favor. El anuncio sobre Susana Harp, además, abrió la puerta a las conjeturas relacionadas a qué tanta relación podía tener eso como una forma de congraciarse con la influyente y acaudalada familia oaxaqueña que lleva el mismo apellido de la cantante.

En la primera de las cuestiones, se afirmaba que la decisión favorable a Harp era en realidad un golpe bajo y una especie de traición a quienes habían invertido tantos capitales políticos para intentar posicionarse bajo las siglas de Morena en la entidad. Y la segunda no pasa de ser una conjetura porque en realidad no existe ningún elemento que constate o desmienta que a Harp la postulación no por su familia, sino como una forma de aprovechar la fama y la presencia que tiene entre algunos sectores del electorado oaxaqueño.

En la misma lógica de esta última afirmación, vale la pena reconsiderar lo apuntado en esta columna en nuestra entrega del pasado 19 de diciembre, cuando afirmamos que en el caso de Oaxaca, en el caso del PRI en la definición de las candidaturas al Senado se establecerán las prioridades y los proyectos del grupo que gobierna, mientras que en Morena queda claro que su única intención se centra en tratar de afianzar sus posibilidades de triunfo independientemente de los nombres y las personas a quienes impulsan.

¿Por qué en Morena no están interesados en los nombres y los proyectos políticos?, nos preguntábamos en aquella ocasión. Y la respuesta hoy, a la luz de la postulación no sólo de Susana Harp en Oaxaca, sino de personajes tan frívolos como Sergio Mayer en la Ciudad de México, se afianza:

Porque para ellos —apuntamos el 19 de diciembre— queda claro que la única prioridad de 2018 se centra en ganar la elección presidencial. El hecho de que en Oaxaca, Andrés Manuel López Obrador haya impulsado a la cantante Susana Harp, por encima de todos los demás políticos que buscaban la postulación a la cámara alta, sólo refleja que Morena tiene la urgencia de buscar figuras que afiancen votos, independientemente de lo que pase después de la elección.

Es decir —abundamos—, que a ellos parece no interesarle el hecho de que hay total incertidumbre sobre qué tipo de senadora podría ser Susana Harp, o de qué forma representaría a su partido, y a Oaxaca, ante los poderes federales. Si eso no les interesa, mucho menos está en el radar de López Obrador haber postulado a una persona en específico al Senado, para construir una imagen y luego perfilarla a la gubernatura del Estado. Por eso, queda claro que el principal interés está centrado en que todos los candidatos le sumen votos al tabasqueño, y que todos le ayuden a una definición a favor en 2018 sin importar lo que ocurra después de dicho momento.

 

2018, POR ENCIMA DE TODO

Todo esto es indicativo de que, al menos para Morena, no hay más futuro que el 2018. Es comprensible que como objetivo electoral, la elección de julio próximo sea el objetivo prioritario. Sin embargo, también es claro que un partido político no debiera subsistir sólo para el auspicio de una sola candidatura —la presidencial, de López Obrador— o de un solo proyecto político, sin establecer las bases de lo que tendría que ser visto como una supervivencia institucional.

Por eso, el hecho de que el partido de López Obrador esté buscando figuras populacheras, de oropel, o de aparente estatura moral por su trabajo informativo —que sería lo mismo que postular a un ingeniero o médico destacado, aunque con el plus de salir en la televisión, tener cierta credibilidad y ser visto diariamente por millones de personas— es en realidad reflejo de que no está preocupado por construir un Morena sostenible en el mediano y largo plazo. Más bien, le quiere dar prioridad a lo que algunos pudieran denominar como “el imperio de la imagen” por encima de lo que mujeres y hombres mejor preparados, podrían aportarle a las entidades federativas en las que están siendo impulsadas, y al país en general.

En el caso de Oaxaca, queda claro que de llegar Susana Harp a la candidatura al Senado, tendría amplias posibilidades de ganar, y después aspiraría —por una cuestión casi natural— a convertirse en la candidata a Gobernadora por Morena en el 2022. Esto, a pesar de su inexperiencia total en cualquier tema relacionado con la función pública —ya que, es cierto, es ciudadana con derechos políticos, aunque también lo es que su trabajo y su “expertise” es cantar canciones locales estilizadas, dirigidas a público no oaxaqueño— y su incierto destino como figura política.

Y en el supuesto de que en aquel momento López Obrador diera otro golpe de timón, y desplazara a Susana Harp para impulsar a otra figura en la candidatura al gobierno estatal, entonces estaría echando a la basura el capital político invertido en esta elección de 2018 para la construcción de las candidaturas actuales, y estaría sacrificando el trabajo —y los recursos económicos— invertidos en la “preparación” de una persona que de todos modos no tendría futuro político debido a los arreglos inexplicados del Jefe Máximo de Morena, o de sus caprichos.

 

PARTIDO SIN FUTURO

Un botón más de muestra: Ayer, la Secretaria General de Morena, Yeidckol Polevnski, anunció que la periodista Lilly Téllez será la “coordinadora de organización” de ese partido en Sonora, y por tanto virtual candidata al Senado por la coalición Morena-PT-PES. De nuevo, decisiones populacheras y electoreras, pero sin sentido político y sin la visión de sostenibilidad en el mediano y largo plazo, que de forma natural se supone que debieran los partidos, para tratar de ver más allá que la razón coyuntural de una elección.

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