México y Bolivia: Luis Murat

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“El gobierno es como todas las cosas del mundo: para conservarlo hay que amarlo” escribió Montesquieu en “El espíritu de las leyes”.

De lo que resulta, que sí queremos que el gobierno funcione, será necesario que cada ciudadano tenga la suficiente preparación para saber. De equivocarse, los riesgos serán altos y costosos.

Lo anterior viene al caso, en momentos en que las relaciones entre México y Bolivia se han tensado, el nivel del trato diplomático se tornó rudo, lo que es lamentable, sobre todo, cuando la práctica diplomática de México ha sido respetuosa en las relaciones internacionales con los 192 países miembros de la ONU, la Santa Sede, Palestina y la Unión Europea, y representaciones en Cataluña, Países Vascos, Puerto Rico, Quebec y Taiwan.

México es miembro pleno de la ONU, la OEA, y todos los organismos internacionales que están dentro del sistema de Naciones Unidas como la OCDE, el TLCAN, que será sustituido por el T-MEC; G-5, Interpol; Alianza del Pacífico; CELAC, y UNESCO.

Para realizar toda esta actividad México tiene 80 embajadas, 67 Consulados, 7 misiones Permanentemente los organismos Internacionales y 3 oficinas de Enlace. Mantiene 150 representaciones diplomáticas y 50 consulados en Estados Unidos.

México es sede diplomática de 87 embajadas, 7 oficinas representativas y 66 consulados.

Establecer esta estructura ha significado trabajo diplomático de años para preparar a especialistas en las Relaciones Internacionales, a través del Instituto Matías Romero de la SRE, sede académica en donde cónsules y embajadores imparten su experiencia y conocimientos a los estudiantes.

La SRE nutre sus filas también de los egresados de Relaciones Internacionales de las principales universidades del país y de universidades de diferentes partes del mundo.

En suma, la SRE es una Institución forjada a lo largo de mucho tiempo y duras experiencias como las dos Guerras Mundiales, la de Vietnam, las del Medio Oriente, las Balcánicas, los Golpes de Estado en Europa, los América Latina, África y otros conflictos violentos con los Estados Unidos y Francia, conflictos que se convirtieron en guerras intervencionistas contra nuestro país.

Es larga la historia diplomática de México, conformada con orgullo, honor, experiencia, valor y conocimiento de la diplomacia. Por tales razones sorprende el manejo diplomático que ahora se está dando al diferendo entre México y Bolivia, a consecuencia del asilo humanitario que nuestro gobierno concedió al Presidente Evo Morales.

Desde ese momento se iniciaron los tropiezos entre los dos gobiernos, uno constitucional y otro de transición o de facto.

El asilo humanitario concedido a Don Evo, no se cumplió a cabalidad debido a que desarrolló actividades políticas, declaraba a los medios, concedía entrevistas, moviéndose y dando instrucciones por teléfono a sus seguidores en Bolivia desde su hotel.

Evo tuvo que salir de México y refugiarse en Argentina, donde ahora se encuentra, pero el diferendo entre México y Bolivia no concluyó con la salida de Don Evo, sino que se enrareció debido a los errores cometidos en el área responsabilizada de la Cancillería, lo cual explica la actitud de la Canciller boliviana, Karen Longaric, en el sentido de aceptar el diálogo solamente con Ebrard, al subsecretario Zuñiga no lo quiere ni ver.

“Ni Pinochet lo hizo”, afirmó el Presidente, refiriéndose al asedio policiaco que se ha mantenido alrededor de la Embajada Mexicana en La Paz. Hay que aclarar que México solicitó, mediante tres cartas, redoblar la seguridad en torno a la Embajada, petición que fue concedida.

Recordemos, cuando el Golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre de 1973, la embajada mexicana, durante año y medio, estuvo acordonada por el ejercito golpista de Augusto Pinochet, aun así, por instrucciones directas del Presidente Luis Echeverria, el embajador Gonzalo Martínez Corbalá, transportó en camiones protegidos por la bandera de México a 756 perseguidos políticos refugiados en la Embajada de México situada a 25 kilómetros del aeropuerto, en donde los esperaban cinco aviones para transportarlos a México. Los asilados fueron recibidos por Luis Echeverria, Presidente de México, quien los protegió otorgándoles plazas de trabajo en las universidades públicas y apartamentos en la Villa Olímpica de la Capital Mexicana.

El embajador, Gonzalo Martinez Corbalá, tuvo la precaución de rescatar la colección de 172 obras de arte originales de Siqueiros, Rivera, Orozco y Carrillo Gil.

El embajador de México cumplió con honor, temple y valentía la misión encomendada por el Presidente, Luís Echeverría, y su país le rindió homenaje cuando falleció el 16 de octubre del 2017.

Sirva el ejemplo histórico, para que el gobierno mexicano utilice las herramientas diplomáticas, que nos son propias, y se apoye en los diplomáticos de carrera y no de funcionarios improvisados que solo producen reacciones de los “jilgueros” golpistas que utilizan la coyuntura para insultar y provocar al Presidente de México, que como jefe de Estado, no negocia directamente, ni en persona, con un gobierno extranjero, las negociaciones se llevan a través de diplomáticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

@luis_murat

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