Manuelovich y otras cosas: Luis Octavio Murat

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En 1969, Luis Spota escribió un trabajo para la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM titulado “La Prensa”, que por su contenido me ha parecido oportuno transcribir un párrafo que viene como anillo al dedo a los momentos que hoy vive México.

“La prensa política —esa gran prensa trascendente que prestigiaba a los países hace todavía cuarenta o cincuenta años— ha desaparecido de hecho. Por razones de afiliación económica, la prensa se ha cerrado para aquellos que sustentan puntos de vista contrarios a los del grupo patrono de un determinado órgano periodístico. Muy escasos solos periódicos o las revistas que dan acceso al artículo, al comentario, al reportaje en el que se aborde un tema o se analice un hecho o se discuta una idea contraria a la “oficial” de esas publicaciones. La imparcialidad editorial no existe más, aunque se pregone que si. No existe porque los periódicos han dejado de ser órganos al servicio del lector que paga por ellos, para convertirse en voceros, claques o magnavoces de sistemas políticos o económicos. Se ha llegado así al periodismo insulso o al que es peor, el tendencioso. A la noticia que no compromete, porque todo lo comprometedor se le ha suprimido, o a la gacetilla de la que debe desconfiarse por estar excesivamente amañada”.

Esos medios, a los que se refirió Spota, dieron amplia cuenta de la renuncia de la señora Vanessa Rubio, a fin de ingresar al equipo de José Antonio Meade.

Radio, televisión, redes sociales, columnas políticas, comentaristas de medios escritos y electrónicos dieron cuenta del nuevo salto de Rubio.

Me sorprendió la difusión que en los noticieros se le dio a este cambio; cada hora la misma cantaleta repitiendo la trayectoria, sus grados académicos, su amistad estrecha con Pepe Meade. Bueno, parecía publicidad de Chedraui por lo pésima, aburrida y cansada, al no aportar algo interesante.

El cambio de actividad de Rubio en la etapa electoral que México está viviendo no le importa a nadie salvo a su familia y a sus amigos, pero de allí en fuera: ¿Quien es Vanessa Rubio para la gran masa?

El protagonismo de esta señora no es nuevo, pues en cada ocasión que se le ocurre dar el salto lo propaga a los cuatro vientos, sea en Hacienda, en Gobernación o SEDESOL, a todo le hace la ex funcionaria.

Ahora bien, hay que reconocerle a Rubio su influencia en los medios que difunden ampliamente sus chapulinazos. Sorprendente el exceso de difusión por parte de esa prensa a hechos que a los votantes poco o nada importan. ¿Chayo de por medio?

Sin embargo, se dan casos que por simples y sencillos llegan causar efecto en la gran masa, ya siendo interesantes, curiosos o simpáticos, pues en política el buen humor y la simpatía también cuentan y mucho.

Por ejemplo, el que logró tal efecto fue Andrés Manuel López Obrador, que haciendo gala del buen humor o piel de cordero que ahora tiene, logró captar la simpatía hasta de los que no están de acuerdo con él ni con su proyecto político. Me refiero al comentario que el mismo Andrés hizo ante los medios en el sentido de que ya no es el Peje porque hora es Manuelovich, y que estaba en el muelle esperando el oro que los rusos le enviaron.

Vino la risa no solo de él sino de los mismos comentaristas y los que vieron el reportaje. Un acierto del equipo de imagen que sabe bien lo que esta haciendo al haber transformado a un agrio limón en un Manuelovich que causó simpatía.

¿Y Pepe Meade? La semana anterior poca sustancia, nada interesante que no haya dicho, fotos con su esposa que no se le separa, exceso de peso que no se ha corregido pero nada más pues Vanessa lo eclipsó; dio la impresión que ella lo iba a sustituir debido al exceso del protagonismo innecesario. Algo falla en el equipo de campaña de Meade.

Las y los protagónicos deben entender que la imagen y la figura política que promueve cada uno de los partidos es la de las y los candidatos y nadie más porque eso tiene un costo político y económico elevado para los sufragistas.

En consecuencia, poco favor hizo Rubio a su amigo Pepe Meade al protagonizar en exceso el cambio de trinchera, a través de los medios y reflectores que citó Luis Spota en aquel trabajo que escribió para FCPS de la UNAM el año de 1969; cuando los medios estaban controlados por un sistema presidencial que, con puño cerrado, todo lo controlaban.

@luis_murat

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