Los Cristeros: Alejandro Leyva Aguilar

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Anoche fui al cine a ver un filme de una parte poco conocida de la historia de México que fue la guerra de los cristeros. Comenzó con las prohibiciones de Plutarco Elías Calles a los católicos para celebrar misas públicas porque los obispos y curas de esa religión –como casi siempre en la historia de México- se entrometían en la vida política nacional.

 

Es una coproducción mexicana con estudios importantísimos como Twenty Century Fox (¿les dice algo el apellido’) y es protagonizada por un actorzazo cubano, estrella de Hollywood que comenzara su carrera de la mano de Al Pacino en la tercera producción de la obra maestra de Mario Puzo “El Padrino”.

Andy García protagoniza al General Enrique Gorostieta Velarde, un huertista no creyente que durante la guerra de 3 años (1926-1929), cuestiona fuertemente la fe de los católicos que luchan con las armas por la libertad de culto, pero finalmente termina ofreciendo su vida por el “Cristo Rey”.

La guerra cristera es una parte de la historia mexicana que ha permanecido oculta tras un velo de misterio ensombrecido desde el poder. No obstante nos muestra tres clases sociales en México que siempre han estado presentes: el gobierno, la Iglesia y el pueblo.

Siempre el jodido es el pueblo. La Cristiada nos relata la lucha del pueblo que cree en la Iglesia Católica, contra disposiciones gubernamentales concebidas en la Constitución de 1917 como la prohibición a los curas para que se metan en cuestiones políticas.

De la aplicación a rajatabla de la Constitución por parte de Plutarco Elías Calles por considerar a los ministros religiosos como “eminentemente peligrosos” para la democracia mexicana, surge la Cristiada que desmiembra, por decirlo de alguna manera, los intereses de un grupo de conservadores que apoyaban a la Iglesia Católica y que se aprovechan de la fe del pueblo para luchar en contra del Gobierno de México para derrocarlo.

La historia reconoce que ningún obispo o ministro católico, apoyaba abiertamente el movimiento armado cristero y al final –como casi siempre- los que lucharon fueron traicionados por su propia causa. Roma pacta con Plutarco con la intervención de los gringos y entregan a los cristeros al fierro gubernamental.

Termina la guerra y la historia de Gorostieta.

Vicente Fox Quesada, primer presidente de México panista considera que para que pueda ganar el PAN otra vez el gobierno, es necesario un milagro. La Película lo es, aunque no le alcanza a Josefina para ganar la presidencia de México.

El filme, excepcionalmente logrado por Dean Wrigth, se estrenó en México el pasado 20 de abril, en plena campaña presidencial donde los papeles protagónicos están bien determinados: El Gobierno de Plutarco Elías Calles representa al PRI y los cristeros al PAN.

Los verdugos y los mártires (hay que recordar que en 2005 Benedicto XVI beatificó a un Cristero y este año visitó México)

Yo no sé si hubo intención de los productores de “la Cristiada” en presentarla en México justamente en épocas electorales y precisamente cuando la Iglesia Católica Mexicana, trae al papa y se siente muy cómoda con los “conservadores” en el gobierno.

Aunque lo que hay que ver, es que al final de los finales, los curas terminan pactando con el gobierno mexicano para no perder la prerrogativas que habían recuperado después de la proclamación de las leyes de Reforma dictadas por el Benemérito de las Américas en 1857 y que expropió para México la inmensa riqueza del clero.

Era necesaria la Cristiada en 1926, pero también lo es ahora que los curas no dejan de entrometerse en la vida política de México causando problemas sociales. Me ha tocado escuchar misas en Santa María Huatulco por ejemplo, donde el cura se llena la boca hablando del mal gobierno y de que los ricos se van al infierno.

Solalinde Guerra, Uvi, Bartolomé Carrasco, Arturo Lona Reyes, Samuel Ruiz y una serie de protagonistas católicos se han entrometido en la vida política de México creando y encabezando descontentos sociales.

Y del lado conservador estamos peor. Felipe Calderón cree que gastándose más de 100 millones de pesos en la visita del papa, el pueblo votará por el PAN; ni trayendo a Cristo Rey los mexicanos le perdonarían los 75 mil muertos que hemos puesto en esta guerra contra el narco.

Es necesario algo más que la visita de un papa y la producción de una película para convencer al pueblo de que el PAN sigue siendo opción. Por eso el primero de julio, los mexicanos le devolverán la traición a Roma y a los Conservadores, abandonándolos en las urnas como ellos hicieron en Jalisco con Gorostieta.