Las calles oaxaqueñas: Horacio Corro Espinosa

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oaxaca-callesDesde hace unos meses, muchas ciudades de la entidad oaxaqueña se convirtieron en gigantescas carpas urbanas donde actúan saltarines de sus pequeñas o gran­des desgracias.

Así como en otras ciudades de este país, las autoridades, fal­tas de valor, toleran esas desgracias y lo único que hacen es persignarse.

Mientras los poderosos viven a sus an­chas y se recrean en sus propias fantasías, la clase media y baja vive y muere maldiciendo su ilusión. Los más desgraciados, los que están dispuestos a creer en todo y hacer de todo porque después de tanta des­gracia ya no tienen más que perder, ésos, salen a las calles a maromear pelotas, a pintar­se el ombligo de colores y a darse de palos en la cabeza con la convicción de que nos van a hacer reír y de que sus payasadas merecen las monedas de nuestra conmiseración.

Casi no hay esquina importante de la ciudad, en donde nos aguarde el elenco de vendedores y pedigüe­ños: niñas que arriman la caja de chicles a la ventanilla del auto, o quienes ofrecen ramos de rosas envueltos en celofán, vendedores de fayuca, limpiadores de parabrisas, mercaderes de frutas, jugos y hasta de café.

Mientras todo eso pasa frente a nosotros, se desarrolla el show del de las pelotitas, del de los boliches, del de las bolas de fuego, de la del aro en la cintura, que su espectáculo dura lo que la luz roja.

Los payasos de semáforo  tratan de sorprendernos con su lanzar de pelotas y sus pirámides humanas. Los hay con maquillaje y los que dan la cara, los que utilizan disfra­ces y los que lo que lo hacen con su ropa del día.

La cosa es que si nuestros representantes políticos continúan por el mismo camino político como lo han hecho hasta hoy, y nos si­guen dando frutos podridos, los integrantes de esta sociedad seguirán sacando a las banquetas los anafres y los comales para ven­der fritangas y ayudarse un poco económicamente. El problema será des­pués, ¿en qué esquina van a caber los miles de nuevos payasitos, charlatanes, sal­timbanquis, equilibristas, magos, lanzallamas, tragafuegos, y vendechicles?, que en potencia, todos podemos llegar a ser uno de ellos, pues viajamos en el mismo barco.

Si la cosa sigue así, será mejor ir pen­sado en una nueva forma de hacer negocio en la calle, como por ejemplo, se me ocurre en este momento… reclutar personal femenino para hacer estriptis callejero en ciertas esquinas. Éste negocio sería un verdadero exitazo porque no lo hay en ninguna parte de México. Y entonces, ¿cuál miedo? El que se emplea en la calle goza de más libertad que el que paga impuestos.

Por ejemplo, A todos los vendedores que estuvieron instalados en el zócalo de la ciudad de Oaxaca en acompañamiento a la sección 22, ahora los colocaron sobre las banquetas cercanas al primer cuadro de la ciudad. Esto ha provocado que la gente camine sobre los arroyos vehiculares, pero lo vale la pena, con tal de satisfacer las cuotas de partido, por eso los vendedores tienen cierta protección.

Hay una calle de la ciudad que con los años se ha convertido en un atractivo para los oaxaquenses, es la calle Zaragoza. Ahí se hace estriptis en el rincón de las paredes y eso no les perturba a nuestras autoridades.

Así que ¿cual miedo? En lo que dura un rojo de semáfo­ro, se puede desarrollar una auténtica feria del albur con micrófono en mano, claro. Probablemente eso pueda causar embotellamientos, por lo atrayente. Este nuevo nego­cio dejaría atrás la repetida y choteada recitación del payasito o limpiador de vidrios.

Tengo otras ideas comerciales para desarrollar en la calle, pero primero hay que ejecutar éste con la bendición de la autoridades, ¿no me creen?

Twitter:@horaciocorro

Facebook: Horacio corro

horaciocorro@yahoo.com.mx

Vía Viral Noticias