La no discriminación también genera ingresos

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Los requisitos de trabajo son iguales a los de cualquier call center: “Tener habilidades con computadoras, ser responsable y flexible”. La diferencia es que aquí vienen personas que llevan años buscando empleo. De los 230 trabajadores de Call Yachol, 170 tienen algún tipo de discapacidad física o mental. Desde luego, no se contrata a sordos, autistas, ni gente con serias dificultades cognitivas.

Hay personas con mala visión o audición, problemas de movilidad, y muchos que han vivido situaciones extremas de violencia familiar o traumas de guerra. El centro no hace distinción de edad (acepta aspirantes desde 18 hasta 65 años), de género o religión. Aquí trabajan con hijab y sin hijab.

Su fundador es el doctor en Psicología Gil Winch, quien, hace 10 años, cambió el diván por el mundo empresarial. Empezó trabajando con 13 personas discapacitadas y batalló para conseguir su primer cliente. “Las firmas temían despidos y mala prensa, aun cuando eran nuestros empleados, no de ellos”, dice Winch.

Hoy, Call Yachol atiende empresas de seguros, informática y telecomunicaciones. Su modelo de negocios mezcla principios clínicos, empresariales y familiares.

En sus años de terapeuta, Winch constató que el apoyo familiar juega un rol crucial para salir de situaciones difíciles, así que implantó la figura (materna) de la Leona, que ayuda a los empleados a resolver problemas personales relacionados con su desempeño laboral.

Los supervisores están entrenados para no levantar la voz, sino hablar con empatía para crear un ambiente laboral agradable. Hay flexibilidad de turnos y de horas de trabajo. Call Yachol invierte 50% más de tiempo en capacitación, pero su tasa de rotación es más baja.

Yossi Zidovutz, con escasa movilidad en las piernas, estudió Periodismo y Sociología, pero pasó cuatro años sin empleo. Tras enviar cientos de currículos, llegó a Call Yachol, donde ya cumplió ocho años como asesor en el área de seguros. Las personas con las que habla diariamente no saben nada de sus circunstancias físicas.

En Israel, 18% de la población tiene algún tipo de discapacidad y, aunque la ley laboral obliga a las empresas con más de 100 empleados a reservarles 5% de los puestos de trabajo, hay dificultades para cumplir con esta normativa, en parte porque muchos discapacitados temen que, al emplearse, puedan perder sus pensiones. Winch ha logrado encontrar una fórmula que les permita conservar este derecho y, más importante, ha desarrollado un negocio exitoso con más de 10 años operando.

Su mensaje es que, si la sociedad asigna espacios de estacionamiento a las personas con discapacidad, debe hacer lo mismo con los puestos de trabajo.

En Israel, 18% de la población tiene algún tipo de discapacidad y la ley laboral obliga a las empresas con más de 100 empleados a reservarles 5% de los puestos de trabajo.

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