La libertad en el Estado Social: Luis Octavio Murat

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luis-octavio-muratGuiar a las sociedades ha sido y es una tarea harto difícil y compleja para los que han aceptado el reto. La historia, paradigmáticamente es abundante, apasionante, dramática y desafiante, espectacular en etapas en que las conducciones han atropellado al mundo. Los desafíos son diversos y en constante movimiento, simplemente porque los seres humanos estamos hechos de una naturaleza en constante transformación, la mayoría de las veces evolucionamos en otras retrocedemos.

Los costos han sido altos: guerras, muerte, enfermedades, plagas, hambrunas, migraciones, desaparición de países, nacimiento de otros, abuso de nuestro planeta y consecuentemente, destrucciones masivas de la Tierra que han alterado el curso de la misma naturaleza como son los climas, las temperaturas, la desaparición de los sistemas gélidos, los altos índices de contaminación en las grandes ciudades y en fin, todo lo que nos acontece hasta el momento de redactar estas líneas.

En todo ello han intervenido las conductas humanas, unas veces para bien otras veces para mal. Pero, en todas y cada una de ellas, nuestra participación ha quedado registrada. Por esas y muchas razones más la conducción de las sociedades siempre ha sido la tarea más ardua y delicada de que se tenga memoria; los ejemplos de dirigentes históricos abundan, unos lo logran otros no y cayeron en el olvido o en los malos recuerdos de las sociedades.

La semana pasada el presidente, Enrique Peña Nieto, sacudió el avispero civil y religioso al anunciar que había firmado iniciativas para modificar la Constitución y el Código Civil Federal para que se reconozcan los enlaces igualitarios o del mismo sexo. Se eligió el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia para dar a conocer la noticia y así consolidar el criterio emitido por la Suprema Corte de Justicia el año pasado en el sentido de que la Corte considera inconstitucionales las leyes estatales que prohíben el casamiento homosexual en una tesis de aplicación obligatoria, subrayó el presidente.

Finalizó diciendo que con la modificación del 4o constitucional, se reconocerá como “un derecho humano” que las personas puedan contraer matrimonio sin discriminación alguna”.

Obviamente, las iniciativas presidenciales tuvieron rápida respuesta por parte del Episcopado Mexicano al citar la exhortación apostólica Post Sinodal Amores Laetitia, del Papa Francisco, la CEM reiteró que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

Los obispos afirmaron que “toda persona, independientemente de su orientación sexual, ha de ser respetada en su dignidad, y tratada con compasión y delicadeza, procurando evitar todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión”.

El Cardenal José Francisco Robles Ortega, afirmó que “en una sociedad en la que ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad, reconocemos la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, no pueden equipararse sin más al matrimonio”.

Me atrae un punto de las expresiones presidenciales sobre este tema toda vez que se eligieron tiempos de elecciones en 13 estados del país, iniciativas presidenciales que obviamente han captado las simpatías de los liberales de siempre y por supuesto de la población lésbico-gay, eso significa votos a favor, obviamente para el partido del presidente.

Como sea, el debate se abrió y promete ser de gran altura cuando las iniciativas bajen al pleno de las cámaras legislativas ya que en ambos lados hay polemistas de alto nivel que seguramente abonarán al tema, a fin de lograr conformar una legislación que fortalezca a la sociedad.

La naturaleza humana no debe olvidarse como hasta ahora, porque cuando se siente agredida ella protesta y no hay ser humano ni ley alguna que pueda detenerla. Por todo ello, estoy cierto que los debates futuros sobre este tema serán de un gran nivel y situarán a la sociedad y a sus minorías en el lugar adecuado y correcto como es el de la libertad de ser y no parecer en un Estado Social presuntamente democrático.

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