La “guerra” que no pedimos: Por: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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“Señor presidente, creer que los malos sólo están afuera es un error, los malos también están adentro, la guerra es una guerra fallida por basarse en instituciones fuertemente corrompidas… la estrategia ha sido contraproducente… ha propiciado una mayor corrupción de las instituciones… muertes y el crecimiento del poder de los cárteles…”

Javier Sicilia  

El día jueves 23 de junio en el castillo de Chapultepec se realizó el “Diálogo por la Paz” entre las autoridades federales y la ciudadanía, representada, entre otros, por Javier Sicilia y Julián LeBarón, fue un evento simplemente conmovedor para quienes queremos un México unido, pacífico y desarrollado. El diálogo espero se traduzca en un elemento detonador para reducir la violencia y la inseguridad, que represente un punto de inflexión en la historia de este país. De particular interés para un servidor fue que la mayor parte de asistentes (ciudadanos) coincidieron en señalar que la “guerra” contra el crimen organizado no la pedimos los mexicanos e insistieron acertadamente que la estrategia debe ser modificada.

Los seres humanos que nos han dejado (más de 40 mil) y el notable crecimiento de lo que se dice combatir (de 2001 a 2008 el consumo de cocaína se duplicó hasta 2.4 millones de personas) es el mejor indicador del fracaso de la estrategia, insistir en ella simplemente ahondaría el dolor y el sufrimiento de miles de familias mexicanas. La violencia, no se puede combatir con violencia, gobierno y ciudadanía necesitamos estar unidos y proponer medidas realmente innovadoras para frenar el crecimiento del terror. Por cierto, en materia económica (interés principal de un servidor), la reducción de la violencia e inseguridad importa porque dichos fenómenos reducen la inversión privada e incrementan el gasto público para esa materia en detrimento de rubros con mayor incidencia sobre el desarrollo. Aún más, la violencia debilita la confianza, un factor esencial para la creación de redes, elementos vitales para el crecimiento económico en un mundo de organización flexible que se basa en la generación de difusión y conocimiento.  

Hecha la aclaración anterior, lo rescatable es que, al menos el Presidente, bien puede ser porque se acercan las elecciones o bien porque de verdad tiene interés en resolver o al menos atenuar el problema, escuchó en Chapultepec pacientemente a los asistentes y les dio respuesta, argumentado su posición y dejando claro que mientras él se encuentre al frente del gobierno federal la estrategia no va a cambiar.

El Presidente se muestra empeñado en continuar su estrategia policial y militar, así lo dejo claro en el diálogo. De acuerdo con Eduardo Guerrero (2010), especialista en temas de seguridad, el arresto o eliminación de un capo de una organización criminal suele propiciar su división, lo que ocasiona el nacimiento de nuevas organizaciones. El nacimiento de una nueva organización delictiva trae aparejado, en un entorno competitivo, varios detonantes de violencia.

Siguiendo el argumento de Guerrero (2010), la estrategia actual del gobierno mexicano para debilitar a las organizaciones criminales está dirigida a fragmentarlas. Es por ello que la policía y el ejército se concentran en el arresto de los principales capos para lograr dicha división. El arresto de los capos genera dos efectos que fracturan a las organizaciones y las dispersan geográficamente: primero desencadenan crisis internas de sucesión; y segundo, propician la conducta oportunista de sus adversarios, quienes toman ventaja de la crisis momentánea. De esta forma, el aumento de la violencia provocado por las divisiones o desprendimientos de una organización criminal se propaga por tres factores principales: 1) La construcción de reputación de las nuevas organizaciones. Las nuevas organizaciones criminales para sobrevivir se especializan en el uso de la violencia y su uso intensivo, con lo que ganan reputación y sobreviven; 2) El surgimiento de nuevas organizaciones rompe equilibrios preexistentes y genera nuevos equilibrios. La generación de nuevos equilibrios desata, frecuentemente, olas de violencia de magnitud nacional o local; 3) Generación de dinámicas de competencia en las que la capacidad de violencia es un factor para ganar. La violencia engendra más violencia, formándose un círculo de causación perverso para la ciudadanía.

¿Todo está mal en la estrategia actual? Al igual que otros articulistas, propongo un cambio en la estrategia de gobierno, pero reconozco que existen aciertos y como lo señaló el Presidente en el diálogo: “no se podía dar la espalda al problema del crimen organizado”, era indispensable poner en la agenda de seguridad nacional el combate a los grupos delincuenciales. Por otra parte, aunque las instituciones estaban y siguen estando corrompidas, no se podía dar marcha atrás, gracias a la actual estrategia se reconoce la importancia de fortalecerlas, particularmente en materia de seguridad.

Las fallas de la actual estrategia son principalmente dos: un mal diagnóstico del problema y un error de método de combate. Se decidió combatir a los delincuentes que se encuentran fuera del Estado, particularmente se piensa que es suficiente con desmantelar a los principales cárteles, sin darse cuenta que los grandes incentivos económicos que crea la actividad criminal generan la aparición de nuevos grupos, los cuales tratan de mantenerse por la vía de la violencia. Si las instituciones están corrompidas, entonces, es necesario combatir a los delincuentes al interior del Estado, y reparar las instituciones. Conclusión, debe ponerse fin a una “guerra” que no pedimos y hacer caso a la ciudadanía que clama por una mayor transparencia y eficiencia de sus instituciones, es ahí por donde debe iniciar la lucha contra los criminales que tienen secuestrado a este país.

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* Profesor-investigador de la UACJ, doctorado en estudios del desarrollo regional.

Referencias

Guerrero, Eduardo (2010). Como reducir la violencia en México. Revista Nexos, noviembre. http://bit.ly/mGpeY8