La guerra de Ricky: Luis Octavio Murat

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Época de huracanes y tormentas, una de ellas alcanzó primero Senado, pero a tiempo pudo escapar de ella al haber logrado consenso sumando a cinco senadores del PAN a favor de la causa priista para asegurar el pase automático de Raúl Cervantes como Fiscal General de la República.

Aunque la designación del nombramiento del Fiscal corresponde al Senado para aprobar o rechazar la iniciativa del Ejecutivo, los senadores decidieron pasarle la pelota a la Cámara de Diputados. Pero ha sucedido que dicha Cámara está en receso por no reunir los votos necesarios para constituir la Mesa Directiva. De manera que los señores diputados optaron por un receso que deberá terminarse el día de hoy y poder reiniciar el trabajo legislativo.

Esta guerra política se inició cuando Ricardo Anaya fue exhibido en los medios por el gasto millonario que hacia al tener a su familia viviendo en un exclusivo fraccionamiento de Atlanta, Georgia, Estados Unidos y a la cual visitaba semanalmente.

Según investigaciones de varios diarios como Milenio, El Universal y El Reforma, sus hijos estudiaban en una escuela privada, (como debe de ser si tienes para pagarla). Se le criticó que Anaya viajaba cada semana a visitarlos. Se calculó que el nivel de vida de la familia Anaya tenia un costo de más o menos 4 millones 500 mil pesos; cantidad que incluía la renta de más o menos 2 millones 560 mil pesos; manutención por 931 mil pesos y las colegiaturas oscilando en los 995 mil pesos. Todo ese gasto se inicio desde el mes de agosto del 2015.

Pasó el tiempo y de nueva cuenta, Ricardo Anaya fue presa de otra embestida en los medios exhibiéndolo como multimillonario desarrollador, al igual que los familiares directos de su esposa, sus socios.

Investigado nuevamente se reveló que Ricardo Anaya y su familia política lograron construir un imperio inmobiliario iniciado con cuatro empresas, pero que el día de hoy se multiplicaron a 17; además incrementaron el capital de seis inmuebles con valor de 21.9 millones de pesos a 33 con un valor calculado en 308 millones de pesos, lo cual señala un crecimiento de mil 304 % únicamente en propiedades.

Ante la tormenta política que se desató, Anaya decidió enfrentar el vendaval con dos acciones: 1- Llegado el verano vacacional regresó a su familia a Mexico y se acallaron las criticas y reproches. 2- Declaró la guerra al PRI por las acusaciones de que estaba siendo objeto arguyendo que toda esta “cacería de brujas” se debía a que como presidente de su partido y con el apoyo de sus militantes se oponían al pase automático del Procurador General de la República a Fiscal General de la Federación, toda vez que el aprobarlo seria tanto como otorgar un blindaje a los funcionarios corruptos del gobierno saliente, incluyendo al propio presidente Enrique Peña Nieto.

La tormenta arreció cuando cinco senadores del PAN fueron calificados de “traidores” por haber votado a favor de Ernesto Cordero junto con el PRI, para facilitar la llegada de Raúl Cervantes como Fiscal General (dueño del Ferrari con valor de 3 millones 800 mil pesos, con placas de Morelos para evadir la tenencia).

Obviamente, las declaraciones de los cuadros destacados del PAN se pronunciaron en todos sentidos, a favor y en contra de lo que estaba siendo ya un cisma dentro del partido: todos contra todos, los de Calderón y Zavala, los de Anaya, los que piden la renuncia de Anaya, toda una tormenta de época.

No obstante tanto ruido, Ricardo Anaya registró al Frente Ciudadano por México ante el INE de cara al proceso electoral del 2018, junto con Alejandra Barrales y el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, movimiento de fichas para prevenirse de las contraofensivas del fuego amigo.

Esta guerra declarada por el propio Ricardo, alcanzó y fuerte al Procurador General de la República Raúl Cervantes al grado de que su pase automático para llegar a ser el Fiscal General por 9 años, como lo deseaba el Presidente, Enrique Peña Nieto por razones obvias, ya es inviable al haberse desatado mucho ruido, sospechas, por ser militante priista, por ser amigo del Presidente, por insensible al comprarse un Ferrari habiendo tanta desigualdad en México, y por haber eludido el pago de la tenencia vehicular al registrar al Ferrari en el Estado de Morelos lo que significa “darle vuelta a la ley”, o “torcerla” con un acto “pichicato”, pues quien tiene para comprarse un Ferrari de 3 millones 800 mil pesos, pagar una tenencia es una migaja.

Ademas, no es ético que un funcionario público que ha sido propuesto por el Presidente de la República para ser Fiscal General acostumbre tales mañas para evadir la ley; eso se llama ser tramposo.

Finalmente, a México se le debe honrar con funcionarios probos, honrados, transparentes y no vivales y tramposos que tuercen la ley como lo hizo Raúl Cervantes con el affaire de su Ferrari.

La guerra de Ricky Anaya continuará el día de hoy.

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