La educación como motor de transformación social: Rodrigo González Illescas

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“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo. la educación es la única solución”

Malala Yousafzai,

Premio Nobel de la Paz

 

Los retos de los países latinoamericanos —dentro de los cuales se encuentra el nuestro—, en una visión simplista se puede decir que se resumen en dinero. Sin embargo, el problema es mucho más complicado y profundo que verlo monetariamente. Tiene que ver con contextos, visiones, y apuestas, pasando por proyectos, y culminando con resultados. Y en esta dimensión, la de los resultados, esta  la de proyectar. Esto es lo que debemos hacer los mexicanos, y específicamente los oaxaqueños, para salir de los últimos lugares en índices de desarrollo social, pobreza, y marginación. Desde mi opinión, todo se resume no en dinero, sino en la apuesta por la  educación.

La herramienta más poderosa del cambio social, la que ha demostrado ser la idónea para la transformación, para la emancipación el acto más coherente de rebeldía en la historia de la humanidad, es precisamente el acceso a la educación y todo lo que se desprende de ella: el desarrollar la capacidad de imaginar, de pensar, de soñar e incluso de sentir.

Leía recientemente la declaración de Mark Zuckerberg —dueño y creador de la red social de mayores alcances en el mundo, como lo es Facebook—, en la que describía con precisión una realidad: “Existe la misma cantidad de talento distribuido alrededor del mundo; la diferencia consiste en las oportunidades. En el primer mundo tenemos muchas, en el llamado tercer mundo pocas; y en algunos casos, ninguna”. Retomando las palabras de Zuckerberg, la educación representa la valiosa oportunidad —para los que no son afortunados— de cambiar su realidad, sus contextos, sus visiones, sus vidas propias; y, como reflejo, las de sus familias, amigos, vecinos, colonias, municipios, estados, y naciones.

En este contexto radica la importancia de invertir y priorizar, que debe realizar el Estado mexicano y Latinoamérica entera. Las certezas que genera la proyección de la mejora de los niveles educativos, traerá consigo la mejora de muchos más niveles de bienestar. Quizá la única característica positiva que trae consigo el sistema capitalista —tan dispar e injusto para la gran mayoría de naciones y personas alrededor del mundo—, es la posibilidad de soñar, de aspirar, de trabajar y de que quizá algún día despiertes, y veas que has conseguido tus sueños.

Cuando vemos o leemos las noticias, descubrimos que algo anda mal alrededor del mundo. Es como si nadie estuviera contento, o como si de alguna forma el llamado contrato social estuviera roto o al borde del colapso. En esta perspectiva, debemos colocar cualquier tipo de proyecto por la educación, en generar bienestar, generar inercias más favorables para la capacitación, la producción, y demás; pero también en el ámbito de la gobernanza, entendiendo que en la medida que tengamos tanto estabilidad política como económica, los tan ansiados resultados llegarán para todos.

Ya lo decía el mas universal de los oaxaqueños, el licenciado Benito Juárez García: “Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar… la educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.