La Corrupción, un cáncer en la Democracia: Igmar Francisco Medina Matus

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igmarLa corrupción es un cáncer social en nuestra democracia. La vivimos diariamente, la padecemos todos, pero sería mentira negar que de igual forma todos somos responsables. Una enfermedad social que merma nuestra esperanza, que aniquila lenta, pero efectivamente las instituciones estatales.

Esta enfermedad, se incuba a partir del establecimiento de una relación perversa entre lo público y lo privado, donde priva el interés particular sobre el interés colectivo; de tal manera que para que la corrupción prospere, se requiere de alguien que estédispuesto a transgredir la ley.

El escenario, parece no ser alentador. Sobre todo cuando todas las semanas atestiguamos acontecimientos que refuerzan la idea de un diagnóstico que apunta que esta enfermedad social invade más instituciones y personas, que como sociedad parece que estamos perdiendo la batalla.

Y es que no todos los síntomas que vemos como casos sobresalientes son los únicos, existen acciones que pasamos por alto y que violentan una de las cosas mas preciadas que tenemos: nuestra integridad. Pequeñas acciones como robarse la señal de internet, comprar discos piratas, colgarse de la luz o incluso pasarse un alto en un semáforo, son ejercicios igual de graves que detonan e incentivan que seamos una sociedad proclive a la corrupción.

La Democracia, es un constructo social, el resultado de convicciones, esfuerzos, anhelos y demandas de los diferentes segmentos sociales de distintas generaciones, esta es la razón por la que su defensa nos atañe a todos. La democracia por si misma, de ninguna manera es un mal, al contrario considero que es de hecho la vía pacífica para enfrentar la pobreza, la exclusión y la corrupción, cuyas expresiones más contundentes no son la manifestación de una débil democracia, al revés, son la resistencia de viejas prácticas, de intereses particulares que se ven afectados por el bien común general, y que como cualquier bacteria dentro de un organismo, harátodo por sobrevivir y reproducirse.

Dos de las partes más importantes de la Democracia son la transparencia y la rendición de cuentas y en el combate directo a la patología social de la corrupción, son los antídotos más efectivos para contrarrestar este mal. Es algo simple, pero en momentos de gran adversidad vale la pena recordarlo.

Sin embargo para que funcionen, existe una ecuación que hay que hacer efectiva: Un sistema punitivo eficaz y la actitud ciudadana de fortalecer nuestra integridad. Para que exista un sistema de impartición de justicia efectivo, debe haber voluntad política por parte de los gobernantes y políticos, pero la integridad debería ser un acto de redención ciudadana para prevenir este mal, porque al final de cuentas a pesar de las consecuencias que la corrupción detona en la esfera colectiva,  esta empieza en el interior de cada uno individuo, como una abrumadora decisión personal.

 

Igmar Francisco Medina Matus

igmarmatus@gmail.com

@igmarmatus