La arrebatiña: Luis Octavio Murat

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Se prepara la reconstrucción de la Ciudad de México, Oaxaca y Chiapas, lugares donde más de 150 mil viviendas se dañaron a partir de diversas categorías y que según la Secretaria de la SEDATU, Rosario Robles, van desde daños menores hasta perdidas totales. Se calcula que 250 mil personas perdieron sus hogares y hoy viven en la pobreza patrimonial, más claro, viven en la calle.
Lo anterior, afirma Rosario Robles, equivale a toda la población que habita la Ciudad de Colima, conocida como Ciudad de las Palmeras. La zona metropolitana de Colima cuenta con una población de 334 mil 240 habitantes, pequeño error de cálculo de casi 85 mil habitantes, que de aceptarlo equivaldría a usar más dinero en reparaciones, construcciones y materiales, por lo que es obligado ser preciso en las evaluaciones y certificaciones de lo que será la etapa de reconstrucción en la cual se gastarán más de 36 mil millones de pesos; cifra que es una montaña de dinero y que es atractiva para los que ven en la tragedia del 19 de septiembre la oportunidad de hacer el negocio del año como son los desarrolladores, constructoras, bancos, aseguradoras, líderes de trabajadores de la construcción y, por supuesto, uno que otro gobernante, que ven en la catástrofe la oportunidad de hacer las maletas generacionales.
La arrebatiña se desató con el escándalo en Morelos cuando las personas que transportaban víveres para los damnificados desde Michoacan, acusaron a la presidenta del DIF y esposa del gobernador Graco Ramirez, Elena Cepeda, de acaparar las despensas y ayuda de otros estados en bodegas del DIF, para afectados del sismo del 19 de septiembre. Por supuesto, la acusación fue negada por la titular del DIF, no sin antes anunciar que se retiraba del twitter por haber sido políticamente linchada en las comunidades de varios municipios.
Otro hecho fatal, grotesco, bárbaro, atroz, fue el asalto contra jóvenes voluntarios católicos que transportaban ayuda para Juchitán y Tehuantepec en tres camionetas pick-up que salieron de la Ciudad de México el 26 de septiembre. El pequeño convoy –informó la Arquidiócesis de México– fue interceptado en la carretera por un grupo de hombres armados que los balearon y golpearon para robarles la carga que transportaban; violaron a una estudiante, les robaron celulares, relojes y 40 mil pesos en efectivo para alimentos.
Otro hecho despreciable, fue el ocurrido en el estadio de Ciudad Universitaria en la Ciudad de México. Sucedió que al siguiente día del terremoto, los estudiantes de la Facultades de Ciencias Políticas y Filosofía se organizaron y establecieron un centro de acopio en el estadio de C.U. La respuesta de la población del sur de la capital fue inmediata, donando toneladas de víveres y artículos de todo tipo para las víctimas del terremoto.
Pero sucedió que surgieron las malas pasiones, la envidia se hizo presente y pasada una semana de trabajo intenso y efectivo de los jóvenes, un grupo ajeno a la UNAM intentó apoderarse del control del centro de acopio acusando de turbios manejos de las despensas a los estudiantes universitarios que, por cierto, no cayeron en la provocación y optaron por entregar el control del centro de acopio a las autoridades universitarias. El asalto a una buena causa fracasó. La UNAM informó que no está en condiciones de supervisar el destino de ayuda recibida por los sismos debido a la intervención de un grupo extraño a la UNAM que había tomado el control del centro de acopio de Ciudad Universitaria, por lo que se optó por el cierre del estadio.
¿Quien ganó, la envidia, la arrebatiña, el protagonismo? No lo creo porque los universitarios cumplieron con ética y honestidad su responsabilidad y su compromiso con los necesitados, por eso recibieron el apoyo incondicional de la población. Los intervencionistas fueron expulsados del sitio por la misma comunidad universitaria como por las autoridades de C.U.
Como olvidar el protagonismo de las conductoras de Televisa, Maerker y Dithurbide, que de la tragedia ocurrida en el Colegio Enrique Rébsamen, en la cual fallecieron 19 alumnos y tres adultos, hicieron una historieta falsa llamada “Frida Sofía” que consternó a la sociedad civil por más de 24 horas. Eso fue miserable.
Por lo que respecta a la actitud asumida por los partidos políticos, la opinión pública ya tiene idea clara del oportunismo político de los dirigentes al haber hecho de la tragedia una subasta. La actitud desmesurada, atrabancada, populista y demagógica de los líderes fue repudiada por la sociedad civil al tener un perfil de arrebatiña electoral. Por eso la prisa de los dirigentes partidistas para ser el mejor postor, toda vez que las elecciones del 2018 están más cerca y que mejor que ganar el aplauso de la clientela electoral con actos de subasta. A los dirigentes solo les falta proponer que el INE sea sustituido por Sotheby´s para tener elecciones de “¿quien dá más?”
Las estrategias usadas por los partidos políticos difícilmente tendrán éxito, toda vez que las propuestas ofrecidas carecen de análisis de fondo que les den sustento, están diseñadas sobre las rodillas y se antojan como “Fuegos Fatuos que se ven en la noche, que brillan sin arder, que arden sin consumirse…” (Oral Bantü)