Juchitán rinde homenaje a Francisco Toledo

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La gran puerta de madera es abierta por el maestro Francisco Toledo. Dentro de su casa, en el centro histórico de Oaxaca. Antes de su nombramiento como Hijo Predilecto de Juchitán de Zaragoza, en exclusiva, el artista visual platica sobre la distinción y su relación con el istmo: “Dos veces me ha mandado a llamar el municipio de Juchitán: una cuando regresé de París, y fue para que rindiera cuentas de quién era yo y qué estaba haciendo ahí, porque decían que había un loco caminando por el pueblo; la otra es ésta”, dice con buen ánimo.

 

Toledo, quien por asuntos personales no viajará para recibir el nombramiento, escribió una carta el presidente municipal de Juchitán, Daniel Gurrión Matías, donde le dijo que si bien él nunca se caracterizó por ser afecto a este tipo de distinciones, agradecía el reconocimiento. El nombramiento se realizará en una sesión solemne del cabildo municipal, el 31 de marzo, dentro de las actividades del Festival Cultural del Istmo 2011 y la primera Feria Regional del Libro de Juchitán, esta última realizada como un homenaje a Toledo por sus 70 años de vida.

Una conferencia de Leonardo da Jandra sobre la vida, obra y aportaciones sociales del artista juchiteco, la inauguración de la exposición de grabados Un informe para una academia, basada en el cuento homónimo de Franz Kaf-ka, la proyección de documental El informe Toledo, un concierto del Kafka Ensemble, integrado por los músicos Steven Brown, Julio García, Onésimo García, Fernando Vásquez y Aristeo Vargas, serán algunas de las actividades que incluirá el festejo.

También destaca la presentación del libro Documentos, los cuarenta días que estremecieron al istmo, de Elisa Ramírez, además de dos poemarios: Poems-Poemas, de Víctor Terán y David Shook, y Los huaraches del tiempo (Ca xquelaguidi dxizezá), del poeta zapoteco Esteban Ríos Cruz. Participarán también los poetas istmeños Víctor de la Cruz, César Rito, Luis Manuel Amador, Natalia Toledo, Irma Pineda, Rocío González, Antonio López Pérez, Dionisio Hernández, Manuel Matus y Jorge Magariño.

Las actividades son organizadas por la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca (Seculta), con la participación de la Asociación Nacional de Libreros, en el municipio de Juchitán de Zaragoza.

El Juchitán de sus recuerdos

Sentado sobre una banca de palo, en el patio central de su casa, Toledo recuerda Juchitán: “Yo tuve una infancia buena. Cuando mi padre llegó al sur de Veracruz tuvo éxito comercial, económico, entonces pudimos comer a nuestro antojo, viajar a visitar a los familiares, tomar el tren, el Transístmico, para ir a Ixtepec, donde vivían los abuelos.

“Viajar en el ferrocarril era como una fiesta. Comer en el ferrocarril, ver a la gente, los pueblos. Cómo iban cambiando a medida que pasábamos del sur de Veracruz. Todas las comunidades de origen negro, los mixes, los zapotecos, nuestra etnia; era como un recorrido por una variedad de paisajes. Los nombres de las estaciones, incluso, me las sé de memoria. También las comidas, había guisos diferentes. Todo esto lo veía yo, pero creo que todos mis hermanos y todos los niños que viajan por tren, lo ven. Era una fiesta.

“Todas estas reminiscencias no son de ahora. Incluso en mi primera exposición, en 1964, creo, en París, escribí un texto. Ese texto no habla más que de mis abuelos, mis tías, mi padre y yo en medio de todo esto que para mí era un paraíso, estaba en medio de mis abuelos. El texto de esa exposición era para mostrar de dónde venía yo, para que la gente relacionara lo que estaba exponiendo con de dónde había salido. Entonces, esa reminiscencia de Juchitán siempre ha estado.”

Toledo recuerda también otra etapa de su relación con el istmo, cuando él ya gozaba de cierto prestigio internacional, luego de su primera estadía en Francia: “Cuando regresé de París me fui directamente a Juchitán, un poco buscando (suspiro)…, no sé, la vida que mi padre había tenido. Era un poco recuperar la lengua, poder formar una familia allá. Tenía como un plan de reintegrarme.

“Viajé mucho por toda la región del istmo. Compré diccionarios para aprender zapoteco, me junté o me casé con una mujer juchiteca, tuve una hija juchiteca, que ahora es una poeta bilingüe. De algún modo, mis sueños se realizaron, aunque yo, finalmente, no pude integrarme. Pero de algún modo fue un encuentro muy muy importante para mi trabajo en términos de…, de algo.

“Alcancé a ver a mi abuelo. Todavía alcancé a ver a las tías, que eran de una generación como la de Andrés Henestrosa, más o menos, con una gran inteligencia, sentido del humor y muy interesantes.”

—¿Regresaría a Juchitán?

—Juchitán era una maravilla cuando yo tenía 24 o 25 años y podía tomar, bailar, trasnochar, podía viajar y caminar kilómetros y kilómetros. Ahora, todos los familiares que me importaron mucho cuando era niño ya murieron: los abuelos, las tías…; ya no queda nadie. Regresar a Juchitán sin ir a sentarse al mercado con las tías que hacían pan o que vendían huaraches, ya no, ya perdió, para mí, mucho. Mi infancia se está diluyendo al morirse los parientes, la infancia va, no sé, diluyéndose. Cada vez está uno más solo.

Milenio